El presente y el futuro se confunden

Imaginar y construir realidades posibles, ha sido y es elemento esencial en la construcción del conocimiento; las ideas políticas y culturales y la historia de la humanidad a la luz de la historia de la ciencia, dan cuenta de utopías y búsquedas que en su evolución y desarrollo, han devenido en los escenarios donde hoy transitamos; la complejidad y crisis que estos denotan, se significan por la globalidad de las problemáticas que como humanidad, enfrentamos.

El presente y el futuro se confunden. No es fácil delimitarlos. Los cambios acosan. Esa palabra que la humanidad ha denominado tiempo, sufre serias mutaciones, por la revolución del conocimiento. Se vive una nueva civilización con siglos de menos de 100 años. Ahora todo es posible hacerlo mejor y en menor tiempo. Encantadoras utopías han sido alcanzadas, al punto que podría aseverarse que vivimos años realizadores de utopías, lo cual en lugar de crear desánimo, debe obligar a afinar la imaginación para construir otras que miren lejos y sean verdaderamente irrealizables. Aquellas que se ven irrealizables, bellamente llamadas fascinación de lo imposible, son los motores para orientar a la humanidad y para entusiasmarla por la búsqueda de horizontes infinitos.

Cualquier posibilidad real de crecimiento y desarrollo humano en el presente y su consolidación en el futuro, toma sus raíces, su fuerza y afianzamiento en la educación: es en y desde los procesos educativos, donde los individuos y las colectividades generan nuevas formas de organización social, crean y recrean conocimientos políticos, culturales y elaboran sus aplicaciones tecnológicas; diseñan y proyectan todo tipo de bienes, producen teorías, metodologías y técnicas en campos inusitados, llevándonos al asombro permanente, al reconocimiento de que la invención e ingenio humanos, son inagotables.

Persistir en la búsqueda de la utopía es signo de libertad, de creatividad, de movimiento y de imaginación que, a decir de Einstein, es más importante que el conocimiento.

En un mundo que ha acelerado el paso, aparece la universidad llena de dudas sobre el camino futuro y sus relaciones con el entorno. De un lado, una economía de mercado repleta de obnubilados seguidores, le dice que quien no se involucre en el él, no está vigente. De otro, su origen medieval la atrae con nostalgia hacia su pasado, mientras que el acoso de la tecnología que ella misma originó en sus principios, la jalona para que desprecie la reflexión sosegada y se integre sin esfuerzo crítico, a una caminata sin rumbo desconocido e imprevisible.

La presente propuesta de “Cultura Politíca”, busca ubicarnos en medio de este contexto; el que exige de las instituciones una condición aprehendiente y la integración de proyectos a partir de redes interinstitucionales y mixtas que vinculen a las instituciones educativas con la sociedad, con una clara orientación hacia la solución de problemas,

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