Enigmas Del Cerebro
Enviado por mariatr • 28 de Enero de 2013 • 1.940 Palabras (8 Páginas) • 445 Visitas
Los enigmas del cerebro
Cada célula de nuestro cuerpo procede, por sucesivas divisiones, de una única célula madre. Ese óvulo fertilizado se dividió en numerosos procesos embriológicos centuplicando el conjunto de instrucciones genéticas. Dichas instrucciones constituyen nuestra biblioteca genética, que sabe todo lo que el cuerpo sabe hacer por sí mismo: reír, estornudar o comernos una manzana.
Sin embargo, hay cuestiones que exceden la complejidad de esta biblioteca genética. Seguimos necesitando un gran acumulador de datos y un generador de información. Ese es nuestro cerebro, capaz de recomponer programas a partir de fragmentos inconexos con asombrosa eficacia. El cerebro es el módulo de nuestra supervivencia física, emocional, ideológica, y la base de nuestra memoria. Curiosamente, para los griegos, la memoria era Mnemosine, que engendró a las Musas, responsables de las Ciencias y de las Artes.
La evolución del cerebro es como la de una ciudad. Se desarrolla a partir de un pequeño centro; crece y cambia lentamente, dejando a veces de funcionar muchas partes antiguas. Este casco antiguo sería el tallo encefálico y el llamado complejo R, nuestro cerebro ancestral, sede de nuestros miedos e instintos agresivos, un centro de territorialidad heredado de las primeras formas rectilíneas que poblaron la Tierra. Porque así como en una ciudad hay canalizaciones de agua del siglo pasado, también hay redes eléctricas de este siglo. Es en el córtex donde aparecen localizadas las funciones más elevadas de ser humano: la intuición, el análisis, el lenguaje, la memoria, todo dispuesto en esos valles y montañas que son las circunvoluciones, que han evolucionado así para aumentar la superficie disponible.
En gran medida, somos responsables de nuestra labor cerebral. Hay que hacer uso de las formas viejas como lo haríamos de una antigua canalización de agua en una ciudad. No se pueden suplir, ya que están encargadas de demasiadas funciones importantes, pero es necesario dar primacía a las funciones modernas a través de una buena higiene mental.
Estas funciones que atiende el córtex cerebral son muy antiguas en la historia de la evolución humana. En los descubrimientos de la Sierra de Atapuerca, en Burgos, donde convergieron más de 30 individuos de más de 300.000 años de antigüedad, se sabe que ellos ya tenían símbolos y enterraban a sus muertos, o sea que concebían la existencia de un «más allá». Y lo que todavía es más extraordinario es que tenían desarrollado lo que se conoce como el Área de Brocka, especialidad del cerebro que permite comunicarnos verbalmente. Es muy probable que estos hombres tuviesen, pues, un lenguaje articulado, lo cual nos permite especular que hablaban, y si hablaban pensaban, reflexionaban, ordenaban ideas y por tanto se comunicaban.
Nuestro cerebro tiene funciones localizas en determinadas áreas, pero también funcionan como un todo integrado. Por eso hay funciones, como la movilidad, que en ocasiones pueden ser reemplazadas por otras vías. Hoy en día hay terapias para minusválidos que les permiten suplir zonas motoras del córtex por otras. Esta red entretejida de las neuronas hace que en ocasiones pacientes afásicos puedan, sin embargo, cantar y entonar melodías sin dificultad.
Nuestros sentidos también están correlacionados, de manera que se dan casos de ciegos de nacimiento que cuando son curados de su ceguera tienen que tocar los objetos con las manos para identificarlos, ya que su cerebro su acostumbró a memorizar el mundo a través del tacto.
Cuando escuchamos la actuación de una coral, difícilmente podemos remitirnos a cada una de las voces; la belleza está en el conjunto. Así es como funciona nuestro cerebro, como un fantástico holograma que integra funciones en todas y cada una de las redes neuronales.
Tenemos a su vez una especie de filtro que sirve a una suerte de economía natural en el cerebro. Si no fuese por él gastaríamos excesiva energía intentando descifrar todos los cientos de sensaciones visuales, olfativas y auditivas que nos traen recuerdos inconexos de apenas unos segundos y que acuden a nosotros en cualquier momento del día.
¿Cómo encaran los neurólogos el tema de la consciencia humana? Para ellos la consciencia es el conocimiento subjetivo que tenemos del mundo y de nosotros mismos. Hoy se sondea el cerebro con instrumentos cada vez más potentes que obtienen imágenes de los procesos mentales, bien por resonancia magnética o por tomografía de emisión computerizada, analizando con soluciones de glucosa con isótopos las zonas del cerebro más activas.
Entre los neurólogos están los monistas, para quienes cuerpo y mente son los mismos, y las neuronas y sus sinapsis dan lugar a la autoconsciencia. Y también los dualistas, para quienes cuerpo y mente son dos cosas distintas, y recomiendan habituarse a romper los límites de la mente, como el atleta hace con su cuerpo físico, para así poder acceder a otros planos.
Los neurólogos afirman que el cerebro tiene sexo. Contemplamos la realidad bajo dos condicionantes: la razón y la intuición. El hemisferio derecho es el reino de la intuición, la sensibilidad, la creatividad; el izquierdo es el reino del pensamiento racional, analítico y crítico. El derecho es femenino, el izquierdo es masculino. Pero hay un diálogo entre ambos y a través de estos contrastes comprendemos el mundo.
El cerebro masculino es el de la visión espacial; el femenino es el de la diplomacia, el esfuerzo, la civilización, el lenguaje. Hoy se dice que el nacimiento de la cultura es un hecho femenino.
Crick, el descubridor de la doble hélice del ADN, nos dice que el conocimiento es atención y memoria. Que es imposible definir la conciencia a nivel neuronal. Y que el libre albedrío es una sensación de nuestras mentes que creen tener existencia independientemente de nuestros cuerpos.
Otros piensan en cambio que nuestro sentido de conciencia emana de un proceso denominado «darwinismo neuronal», por el
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