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Ensayo Psicoanalítico. Un lugar para el analista en las psicosis.


Enviado por   •  26 de Diciembre de 2016  •  Ensayo  •  2.297 Palabras (10 Páginas)  •  463 Visitas

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Ensayo psicoanalítico: “Un lugar para el analista en las psicosis, la figura del Otro gozador en un caso clínico”

Licenciado Lucas Luciano Risoluto

En el presente informe se trabajará sobre las conceptualizaciones en torno a la psicósis desde las enseñanzas aportadas por la materia, articulando con un caso clínico presentado en la comisión. Para así, dar cuenta del abordaje teórico del caso y para tratar de clarificar el lugar del analista y la función del mismo frente a las psicosis, a diferencia de la neurosis; siempre considerando las singularidades de cada caso.

Lacan propone la existencia de una ruta principal, que es la del Nombre del Padre, que permite la producción de un punto de capitón en la cadena discursiva. La metáfora paterna es una formalización lacaniana del Edipo freudiano. El significante del Nombre-del-Padre encarna un límite, una prohibición; produce una sustracción y una pérdida de goce. A partir de “De una cuestión preliminar…” se afirma que la hipótesis causal que respecta a la estructura psicótica es que tal significante está forcluído, y esta hipótesis  jamás es abandonada durante toda su enseñanza.

Por el contrario, en lo que respecta a la neurosis va a haber una significantización del goce, a esto Lacan llamó falo. Se podría afirmar que la metáfora paterna resuelve el goce por el sentido común; cada vez que algo se conmueve, en el neurótico, el falo está en el asunto para responder, ubicarse desde ahí; con una subjetividad implicada.

Se le podría sumar a este nivel de análisis, otra segunda teorización en donde Lacan ya incluye en la misma a las operaciones de alienación y separación; así como tambien al concepto de objeto a. Aquí Lacan habla de la entropía de goce y dice que la inclusión del sujeto en lo simbólico es una pérdida de goce, hay recuperación bajo las especies del objeto a.

En el Seminario 11 dice que en la psicosis el proceso de separación está detenido. Si la alienación consiste en esclavizarse a la cadena ste del Otro, en la separación el sujeto se libera iniciando su búsqueda deseante. Constituyendo un deseo que le permite distanciarse del deseo del Otro. El deseo vela su goce.

 La separación es entonces la extracción del objeto a. El objeto a pasa a ser, no un agujero, sino una sustancia episódica que se ubica como objeto perdido. A partir de ahí ese objeto se busca en el campo del Otro.

Pero en la psicosis no hay simbolización del agujero, esa extracción no se cumple por no ser regulada por lo simbólico. Hay un objeto localizado pero no suficientemente extraído por no haber sido negativizado.

Entonces en la psicosis el objeto no está negativizado, no está enlazado simbólicamente, la pulsión no hace rodeo por el Otro. El objeto, al no pasar por la castración, no es negativizado. Y de ahí las consecuencias que dan cuenta de la estructura de los fenómenos clínicos de la psicosis.

Esto, así también, obviamente va a marcar una diferenciación en lo que respecta al trabajo analítico.

La neurosis y psicosis son distintas modalidades de establecer semblantes para dominar, en vano, lo real. Pero queda claro cómo resultará diferente trabajar sobre aquello que retorna de lo reprimido en la neurosis; con respecto a lo que retorna de la forclusión del  Nombre del Padre, de las consecuencias de su no inscripción; que nos lleva al trabajo con las psicosis acerca de las teorías de suplencia, de las compensaciones e invenciones. Trabajaremos con las cuestiones relativas al tratamiento del goce cuanto se presenta en más.

Frente a esto cabe la pregunta: ¿Qué lugar para el analista allí?

La pregunta por la posición del analista en el tratamiento de la psicosis, es casi una dimensión artesanal la que se pone en juego cada vez en esta experiencia. Es por ello que la posibilidad del analista de ocupar un lugar conveniente en el tratamiento, ha de estar articulada necesariamente a la estructura del saber en juego. Se trata de un saber conectado al goce, que se expresa bajo la forma del horror que se produce ante la certeza de saber que el Otro goza de él. Lo que nos da un indicador para no ubicarnos en el lugar de saber y, así, quedar pegados al lugar del Otro gozador, perseguidor.

Afortunadamente se puede situar  que quedar en el lugar de perseguidor,  en lo que sería del orden de la erotomanía mortífera, no es inevitable. Podemos situarnos fuera del lugar del que sabe y que al mismo tiempo goza. Hay maniobras de transferencia que permiten evitar su emergencia. Es así que Lacan nos invita a no retroceder frente a la psicosis.

Para articular clínicamente, expongo el caso de una paciente de unos 25 años quien viene a mi consultorio y se presenta con una cuestión problemática referida al cuerpo, una temática centrada allí y en el arreglo personal como trabajo frente al des-arreglo del armado corporal, de la desorganización de la unidad del cuerpo.

Demuestra un fuerte miedo hacia los hombres, mostrandose imposibilitada a estar en contacto con ellos.

Se refiere al uso excesivo de maquillaje, y que frente a esto cuenta que un día salió a la calle desmaquillada y sentía todas las miradas intrusivamente. Dice: “Veo que me están mirando, no se qué dicen, pero sé que están hablando de mí”. Frente a esto comenta: “si me mato me voy a liberar de que me vieran”.

Comenta que tenía temor a crecer, y que cuando lo hizo se estiró y quedó flaca. Sumado a que sufrió amigdalitis y bajó mucho de peso. A partir de allí las amigas la llamaban “esqueleto” o “palo”; esto la afectaba demasiado.

Al llegar a los 20 años se encerró y no salió más con sus amigas. Esa edad le “pegó fuerte”. Ya era grande. Sólo salía para ir a la facultad. A partir de allí comenzó a forzarse la cintura con un corsét, y no quería respirar mucho para que sus costillas no se estirasen más.

Allí comenzó a sufrir de depresiones. Las miradas la perseguían y la hacían sentirse la “fea”, se encierra en su cuarto frente a esas injurias que provienen de afuera.

Actualmente dice no tener tantos pensamientos de ese tipo como antes, y que por eso puede salir más. Usando lentes no se siente tan perseguida; las miradas de otros que la hacen sentir fea no están tan presentes. Así como también se acotaron las ganas de suicidarse.

Se puede situar en este caso cómo hay un trabajo de la psicótica para armarse un cuerpo.  Frente a la falta del ordenador que hace de “carretera principal”; ella hace un propio tratamiento del cuerpo para arreglarse su “fealdad”. Lo importante es situar la función que cumple ser “la fea”, de qué orden es eso.

La” fea” es, para ella, lo disrruptivo; pero, para nosotros es lo que la ordena como punto de referencia para ubicarse así en el mundo. Es una de las respuestas para elaborar lo forclusivo. Un modo de respuesta para tratar de elaborar el desorden pulsional.

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