Estudio Del Individuo
Enviado por ariarnfer • 8 de Diciembre de 2013 • 2.004 Palabras (9 Páginas) • 399 Visitas
Estudio del individuo
En primer lugar hay que advertir que el hombre nace mucho menos preparado para la vida que los demás animales.
Falta el revestimiento de pelo y por tanto, la protección natural contra la intemperie; faltan los órganos naturales de ataque y una formación corporal apropiado para la huida; el hombre es superado por la mayoría de los animales en la agudeza de los sentido; tiene una carencia, mortalmente peligrosa para su vida, de auténticos instintos y durante toda su época de lactancia y niñez está sometido a una necesidad de protección incomparablemente prolongada. Sin embargo, ha sucedido lo contrario: ha dominado la naturaleza ha sometido a los animales y se ha constituido en señor de ellos. El hombre nace como un ser indigente e inacabado, más aún, siempre está inacabado, tiene que recurrir continuamente a una praxis de auto - defensas, de autoformación y de auto superación.
Los animales nacen especializados y por eso determinados por la naturaleza, el hombre se hace así mismo utilizado de modos muy distintos, las realidades naturales.
El hombre tiene una praxis inteligente, es decir, que conoce lo real en cuanto real y puede organizar los medios al fin, de diversas maneras, entre las cuales elige una. El mundo animal está programado desde su primera célula y cumplirá el destino, inexorablemente guiado por los instintos y las circunstancias. El mundo del hombre nunca está terminado.
La realización del hombre no se desarrolla y se logra por sí misma como en los animales, sino por un esfuerzo continuo de aprendizaje, reflexión y voluntad libre. Experimenta una continua tensión entre lo que es y lo que quiere ser.
El animal está vinculado a su entorno. Entorno en el que encuentra satisfacción a sus estímulos y eso le basta. Es verdad que el hombre también busca la satisfacción de sus instintos pero, al mismo tiempo, se hace cargo de mucho mas, conoce otras muchas realidades y se interesa por ellas aunque no le sean útiles ni le proporcionen una satisfacción.
Para la ardilla no existe la hormiga que sube por el mismo árbol. Para el hombre no solo existen ambas sino también las lejanas montañas y las estrellas, cosa que desde el punto de vista biológico es totalmente superfluo.
El animal capta y conoce una parte del mundo lo que necesita del mundo, y eso es para él "Todo el mundo". El hombre está abierto a todo el mundo, o mejor, a todo el ser.
El hombre es sujeto, y en cuanto sujeto, puede distanciarse del objeto, comprenderlo como objeto, como realidad distinta del mismo. Más aun, puede pensar y valorar el objeto no sólo como útil para sí, sino también de manera selectiva o aun desinteresada. Por eso puede frenar sus instintos.
Y lo que más, sublimarlos y darles una orientación altruista, por ejemplo. El hombre es el único ser que puede decir "yo" y ver el mundo como "no yo" y puede decirlo precisamente cuando, como sujeto, entre en relación con los objetos mundanos, o con otros sujetos a los que también capta como realidades distintas de él y con las que, sin embargo, entra o puede entrar en relación real.
El hombre concibe el espacio no de manera inmediata sino mediante un proceso mental, complejo y difícil, el hombre llega a la representación de un espacio abstracto, homogéneo, indefinido, totalizarte, sobre cuya naturaleza han elucubrado mucho los filósofos. Y también el hombre no vive sólo el ahora, porque su presente "está cargado del pasado y henchido de porvenir" es plenamente consiente de la continuidad y de la totalidad de su vida. Por eso piensa en la muerte y la previene todo ello es impensable en el animal.
Uno de los fenómenos más característicos y especificativos del hombre en cuanto hombre es su función simbolizadora es la capacidad que tiene el hombre y, sólo él, de expresar muchas realidades bajo formas simbólicas.
Los símbolos son signos convencionales y, por ello, sólo pertenecen al mundo humano. El símbolo, viene pues, a identificarse con un signo arbitrario, una realidad que por convención admitida, remite a otra.
Es evidente que los hombres somos creadores de símbolos, es decir, que conocemos realidades inmediatamente como son en sí, pero que hay otras que sólo las conocemos o nos las representamos mediante signos convencionales o sistemas de símbolos.
Sin duda el sistema simbólico más como ejemplo y al mismo tiempo más humano, es el lenguaje. Se ha estructurado mucho la comunicatividad entre animales, y también el "lenguaje" animal.
El lenguaje es consecuencia de la capacidad de simbolizar y está es a su vez consecuencia del pensamiento reflexivo y relacionado exclusivo de la razón humana.
Otra de las funciones simbólicas más características del hombre, y a las que ciertamente no alcanzan los animales, es la expresión artrítica de la belleza y su contemplación.
El arte puede ser imitación de la naturaleza, como lo es en la pintura costumbrista o en la del paisaje natural, pero con más frecuencia es una idealización, un intento de perfeccionar la naturaleza y de construir lo que ella no construye, de transcenderla hacia formas en las que se exprese una armonía, una perfección superior que sólo la mente concibe e intenta plasmar después en el mármol, en la tela de la música o en la poesía.
Si la cultura brota del espíritu del hombre y, al mismo tiempo es el hombre el destinatario de la cultura, resulta obvio que la vertiente más importante, profunda y esencial es la "cultura subjetiva".
En esto encuentra también su fundamento la distinción capital entre lo que el hombre es y lo que tiene, entre el ser y el tener. La cultura se sitúa siempre en relación esencial y necesaria a lo que el hombre es, mientras que la relación a lo que el hombre es, mientras que la relación a lo que el hombre tiene, a su "tener", no solo es secundaria, sino también relativa. Todo el "tener" del hombre no es importante para la cultura, ni es factor creador de cultura sino en la medida en que el hombre, por medio de su "tener", puede al
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