Freud- EL Narcicismo
Enviado por Taniiia777 • 20 de Enero de 2014 • 3.250 Palabras (13 Páginas) • 291 Visitas
5-INTTRODUCCION AL NARCICISMO
Capítulo I.
El término narcisismo procede de la descripción clínica, y fue elegido en 1899 por Näcke para designar aquellos casos en los que un individuo toma como objeto sexual su propio cuerpo y lo contempla con agrado, lo acaricia y lo besa, hasta llegar a una completa satisfacción. Llevado a este punto, el narcisismo constituye una perversión que ha acaparado toda la vida sexual del sujeto. No obstante, hemos encontrado en la clínica este narcisismo unido a otras perturbaciones, como la homosexualidad y las neurosis. Así, el narcisismo no sería ya una perversión sino el complemento libidinoso del egoísmo del instinto de conservación (egoísmo que, por lo demás, posee todo ser vivo).
Los enfermos, a los que yo he propuesto calificar de parafrénicos, muestran dos características principales: el delirio de grandeza y la falta de todo interés por el mundo exterior (personas y cosas). Esta última alteración los hace inmunes al psicoanálisis, que nada puede hacer así en su auxilio. También el histérico o el neurótico obsesivo pierden su relación con la realidad, y, sin embargo, el análisis nos demuestra que no han roto su relación erótica con las personas y las cosas. La conservan en su fantasía, han sustituido los objetos reales por otros imaginarios. Sólo a este estado podemos denominar con propiedad “introversión” de la libido. Otro es el caso del parafrénico, parece haber retirado realmente su libido de las personas y las cosas del mundo exterior, sin haberlas sustituido por otras en su fantasía. Cuando en algún caso hallamos tal sustitución, es siempre de carácter secundario y corresponde a una tentativa de curación, que quiere volver a llevar la libido al objeto.
Surge un interrogante: ¿Cuál es en la esquizofrenia el destino de la libido retraída de los objetos? La libido sustraída al mundo exterior ha sido aportada al yo, surgiendo así un estado al que podemos llamar narcisismo. El delirio de grandeza no es algo nuevo, sino, la intensificación y el despliegue de un estado. Llamamos a esté, “narcisismo secundario” que se edifica sobre la base de otro primario encubierto. Vemos una oposición entre la libido yoica y la libido del objeto. Cuando mayor es la primera, tanto más pobre es la segunda y viceversa. La libido de objeto es máxima en el amor, y tiene su antítesis en la fantasía paranoica del fin del mundo.
Cabe preguntarnos ¿Qué relación puede existir entre el narcisismo, del que ahora tratamos, y el autoerotismo, que hemos descrito como un estado primario de la libido? Los instintos autoeróticos existen primordialmente antes del desarrollo del yo: cuando éste se desarrolla, se instaura el narcisismo. Debemos también preguntarnos lo siguiente: si atribuimos al yo una carga primaria de libido, ¿para qué precisamos diferenciar una libido sexual de una energía no sexual correspondiente a las pulsiones del yo? ¿Para qué diferenciar tantos tipos de libido? ¿No basta un solo tipo de energía psíquica para explicarlo todo? No, La división de la libido en libido del yo y libido de objeto es una prolongación inevitable de la clasificación de las pulsiones en pulsiones del yo y sexuales, clasificación que surge de haber estudiado las neurosis de transferencia, y que la explica adecuadamente. La diferenciación primitiva en pulsiones yoicas y sexuales determinó la libido yoica y la del objeto. A su vez esa diferenciación primitiva es inevitable si consideramos las funciones de todo organismo vivo (automantenerse y mantener la especie). Por tanto el fundamento último de estas teorías es biológico, y a falta de una mejor la seguiremos manteniendo, sobre todo por explicar satisfactoriamente los cuadros neuróticos y las esquizofrenias.
Capítulo II.
El mejor acceso al narcisismo continúa siendo el análisis de las parafrenias. Del mismo modo que las neurosis de transferencia nos han facilitado rastrear las mociones pulsionales libidinosas, la demencia precoz y la paranoia nos permitirán inteligir la psicología del yo. También observando la enfermedad orgánica, la hipocondría, y la vida erótica de los sexos.
El enfermo orgánico se interesa sólo por su cuerpo, su sufrimiento, retrayendo la libido del mundo exterior y también retira a sus objetos de amor el interés libidinal, cesando el interés erótico. El enfermo retira sobre su yo sus investiduras libidinales para volver a enviarlas después de curarse. Esta desaparición de toda disposición amorosa, por intensa que sea, ante un dolor físico, y su repentina sustitución por la más completa indiferencia, han sido también muy explotadas por el arte cómico.
Análogamente a la enfermedad, el sueño significa también un retiro narcisista de las posiciones de la libido a la propia persona o, más exactamente, sobre el deseo único y exclusivo de dormir. En ambos casos vemos ejemplos de modificaciones de la distribución de la libido consecutivas a una modificación del yo.
La hipocondría se manifiesta, como la enfermedad orgánica, en sensaciones somáticas penosas o dolorosas, y coincide también con ella por su efecto sobre la distribución de la libido. El hipocondríaco retrae su interés y su libido de los objetos del mundo exterior y los concentra ambos sobre el órgano que le preocupa. Entre la hipocondría y la enfermedad orgánica hay una diferencia: en la enfermedad, las sensaciones dolorosas tienen su fundamento en alteraciones comprobables, y en la hipocondría, no. Llamaremos erogeneidad a la facultad de una parte del cuerpo de enviar a la vida anímica estímulos de excitación sexual. Podemos considerarla como una cualidad general de todos los órganos, pudiendo hablar entonces de su aumento o su disminución en una determinada parte del cuerpo. Paralelamente a cada una de estas alteraciones de la erogeneidad en los órganos, podría tener efecto una alteración de la investidura libidinal dentro del yo.
Nos limitaremos a hacer constar la sospecha de que la hipocondría se halla, con respecto a la parafrenia, en la misma relación que las otras neurosis actuales con la histeria y la neurosis obsesiva, dependiendo, por tanto, de la libido del yo, como las otras de la libido de objeto. ¿Por qué tal estancamiento de la libido en el yo ha de ser sentido como displacentero? el displacer es la expresión de un incremento de la tensión, y por tanto, una cantidad del acontecer material es la que se transforma en la cualidad psíquica del displacer.
¿En razón de que se compelida la vida anímica a traspasar los limites del narcisismo y poner la libido sobre objetos? La respuesta deducida de la ruta mental que venimos siguiendo sería la de que dicha necesidad surge cuando la carga libidinosa del yo sobrepasa cierta medida.
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