Importancia Del Trabajo Para El Ser Humano

LA IMPORTANCIA DEL TRABAJO PARA EL SER HUMANO

El trabajo tiene una importancia fundamental en la vida de toda persona, puesto que la necesidad de trabajar es forma parte esencial de la naturaleza humana: el hombre nace para trabajar como las aves para volar (Job V.7). Por lo tanto, el trabajo no es, como se ha podido creer, un castigo o una carga impuesta por Dios al hombre, como consecuencia del primer pecado. Dios creo el mundo para el hombre, para que lo trabajara y lo custodiara (Gen II. 15). Es más, el trabajo aparece como participación en la obra creadora de Dios

Por eso –con fundamento en la ley natural, que según Santo Tomás de Aquino es la participación de la ley eterna en la criatura racional, es decir, la verdad grabada en el corazón de todo ser humano, y que, a su vez, integra el derecho natural, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 23.1., nos dice que Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo…

El trabajo es vital para el hombre. Por medio de él desarrolla su personalidad, obtiene los medios necesarios para sacar adelante –con dignidad– a su familia, presta un servicio a las demás personas y le sirve como vínculo de unión con ellas, contribuye a la riqueza y al bienestar de la sociedad, y al progreso de toda la Humanidad.

Pero el trabajo tiene, sobre todo, una dimensión sobrenatural: el trabajo, como hemos visto, es un don de Dios al hombre que, como tal, le sirve de medio de colaboración con El en la obra de la Creación y de medio de santificación de sí mismo, del propio trabajo y de las personas con las que, por medio de él, se relaciona, a condición de realizarlo con seriedad y competencia profesionales y con perfección humana y sobrenatural

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Por eso el paro es un fenómeno perverso en sí mismo al privar al hombre de un derecho y de un deber de origen divino –que consagra, regula y desarrolla el Derecho positivo– con unas consecuencias negativas que no son sólo de naturaleza económica, sino que afectan a todo el ser del hombre, en su dimensión material y sobrenatural, de modo que, aunque el drama humano que el paro entraña se manifieste de forma más visible y sangrante en el sufrimiento por la falta de los bienes materiales mínimos de subsistencia, es indudable que, aunque uno mismo, cegado por la perentoriedad de lo inmediato, no sea, quizá, consciente de ello, el efecto en el interior del hombre, en el núcleo de su ser de hombre (alma y cuerpo), es desgarrador. Si al ave se le cortan las alas, se entristece y muere.

De ahí la grave responsabilidad que tienen contraída los Estados, a quienes corresponde velar por la limpieza y transparencia del funcionamiento de sus instituciones e instaurar el marco económico-jurídico idóneo para promover la creación de puestos de trabajo. Y la de los empresarios, quienes

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