Inteligencia Emocional
Enviado por evaflo • 6 de Diciembre de 2012 • 11.613 Palabras (47 Páginas) • 303 Visitas
PROLOGO
Cualquiera puede ponerse furioso... eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, y de la forma correcta... eso no es fácil.
ARISTOTELES, Ética a Nicómaco
Los buenos sentimientos se propagan a otras personas transformando la hosca irritabilidad y abriendo sus corazones.
Existen cada vez más emociones fuera de control en nuestra propia vida y en la de quienes nos rodean. Nadie queda apartado de esta errática corriente de arrebato y arrepentimiento; impregna la vida de todos, de una u otra forma.
Estos años han sido la crónica de una creciente rabia y desesperación, ya sea en la quieta soledad de los niños encerrados con el televisor o en su dolor abandonados, descuidados o maltratados, o en la espantosa intimidad de la violencia marital. Esta enfermedad emocional se expresa en el aumento de los casos de depresión y en los recordatorios de una creciente corriente de agresividad: maltrato emocional, disparos indiscriminados y estrés postraumático son expresiones que han pasado a formar parte de nuestro léxico, mientras la frase: “Que le vaya bien” cambia a “Déjeme en paz”.
La corriente de datos neurobiológicos nos permite comprender más claramente que nunca cómo los centros de emoción del cerebro nos provocan ira o llanto, y cómo partes más primitivas del mismo, que nos mueven a hacer la guerra y también el amor, están canalizadas para bien o para mal. El lugar de los sentimientos en la vida mental ha quedado descuidado por la investigación a lo largo de los años. Ahora, la ciencia es capaz de abordar estos interrogantes urgentes y sorprendentes en su aspecto más irracional, con el fin de trazar con cierta precisión el mapa del corazón humano.
Este mapa ofrece un desafío a aquellos que adhieren a una visión estrecha de la inteligencia, argumentando que el cociente intelectual es un factor genético que no puede ser modificado por la experiencia vital, y que nuestro destino en la vida está fijado en gran medida por estas aptitudes. Las habilidades que aquí llamamos inteligencia emocional, que incluye el autodominio, el celo y la persistencia, y la capacidad de motivarse a uno mismo, pueden enseñarse a los niños, dándoles así mejores posibilidades de utilizar el potencial intelectual que la genética les haya brindado.
La importancia de la inteligencia emocional gira en torno a la relación que existe entre sentimiento, carácter e instintos morales. El impulso es el instrumento de la emoción; la semilla de todo impulso es un sentimiento que estalla por expresarse en la acción. La capacidad de controlar el impulso es la base de la voluntad y el carácter. La raíz del altruismo se encuentra en la empatía, la capacidad de interpretar las emociones de los demás; si no se siente la necesidad o la desesperación del otro, no existe preocupación. Existen dos posturas morales: dominio de sí mismo y compasión.
El propósito de este libro es comprender qué significa proporcionar inteligencia a la emoción y cómo hacerlo.
En la primera parte se habla de nuevos descubrimientos sobre la arquitectura emocional del cerebro que ofrecen una explicación de los momentos más desconcertantes de nuestra vida, cuando el sentimiento arrasa con toda racionalidad. Habla también de lo que podemos hacer para someter nuestros más destructivos o contraproducentes impulsos emocionales. Los datos neurológicos sugieren una ventana de oportunidades para modelar los hábitos emocionales de nuestros hijos.
La segunda parte, consiste en ver cómo intervienen los factores neurológicos en el talento básico para vivir llamado inteligencia emocional: ser capaz de refrenar el impulso emocional, interpretar los impulsos más íntimos del otro y manejar las relaciones de una manera fluida.
Ser “inteligente” coloca las emociones en el centro de las aptitudes para vivir. La tercera parte examina algunas diferencias clave que encierran estas aptitudes: cómo dichas habilidades pueden preservar nuestras relaciones más apreciadas, o la falta de las mismas pueden corroerlas; cómo las fuerzas del mercado que están dando nueva forma a nuestra vida laboral están adjudicando un valor sin precedentes a la inteligencia emocional para el éxito en el trabajo; y cómo las emociones negativas suponen para nuestra salud física un riesgo tan grande como el hábito de fumar, aunque el equilibrio emocional puede ayudar a proteger nuestra salud y bienestar.
La herencia genética nos dota de una serie de rasgos emocionales que determinan nuestro temperamento. Pero el circuito cerebral implicado es extraordinariamente maleable; temperamento no es destino como lo muestra la cuarta parte. Las lecciones emocionales que aprendemos de niños en casa y en la escuelas dan forma a los circuitos emocionales haciéndonos más expertos o ineptos en la base de la inteligencia emocional. La infancia y la adolescencia son ventanas críticas de oportunidad para fijar los hábitos emocionales esenciales que gobernarán nuestra vida.
La quinta parte explora los peligros que acechan a aquellos que mientras maduran, no logran dominar el reino emocional: cómo las deficiencias en la inteligencia emocional realzan un espectro de riesgos, desde la depresión o una vida de violencia hasta trastornos en la alimentación o abuso de las drogas.
Nuestras pasiones bien ejercitadas, son sabias; guían nuestro pensamiento, nuestros valores y nuestra subsistencia.
Introducción
El siguiente libro, cuenta con un concepto acerca de la inteligencia emocional y el papel que juega en el desarrollo del pensamiento, la forma de pensar y actuar en nuestra vida.
Incluye, además, cuales son los factores que tenemos a lo largo de la vida y que determinan la inteligencia emocional, algunos de ellos pueden ser negativos como los que pueden ocurrir en la infancia (maltrato físico y psicológico por parte de los padres) y que repercuten en la adolescencia, tanto como en la edad adulta, que al no poder expresarlos presentan represiones catastróficas.
Nos muestra que a muchos en ocasiones, lo que se cree que está bien puede ser inútil e incluso tonto a través de la valoración que uno mismo se hace de la inteligencia emocional.
Se puede aprender a través de su estudio que antes de tomar cualquier tipo de decisión primero debemos analizar la situación en todo lo que nos pueda proporcionar información, y no tomar las decisiones por medio de los impulsos que en el momento se encuentran en las circunstancias y actúan diferentes emociones como la euforia, el entusiasmo,
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