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Interpretacion De Los Sueños


Enviado por   •  19 de Febrero de 2012  •  9.701 Palabras (39 Páginas)  •  621 Visitas

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En mi presente ensayo de exponer la interpretación de los sueños no creo haber rebasado el

círculo de intereses de la neuropatología. En efecto, el examen psicológico muestra que el

sueño es el primer eslabón en la serie de productos psíquicos anormales; otros de sus

eslabones son las fobias histéricas, las representaciones obsesivas y las delirantes, de las que

el médico tiene que ocuparse por razones prácticas. Como se verá, el sueño no puede

reclamar para sí pareja importancia práctica; no obstante, tanto mayor es su valor teórico como

paradigma, y quien no sepa explicarse el origen de las imágenes oníricas se esforzará en vano

por comprender las fobias, las ideas obsesivas y las delirantes, y aun, llegado el caso, por

ejercer sobre ellas una influencia terapéutica.

Pero esos mismos nexos a que nuestro tema debe su importancia han de considerarse

también responsables de las lagunas del presente trabajo. Las numerosas fracturas que se

encontrarán en la exposición corresponden a otros tantos lugares de contacto en que el

problema de la formación de los sueños se injerta dentro de problemas más vastos de la

psicopatología. No pudimos tratarlos aquí, y tendremos que consagrarles elaboraciones futuras

cuando dispongamos del tiempo y de las fuerzas necesarias y cuando se reúna nuevo material.

Las peculiaridades del material que utilicé para elucidar la interpretación de los sueños

dificultaron también esta publicación. Ya la lectura del trabajo mostrará las razones por las

cuales resultaron inutilizabais para mis fines todos los sueños relatados en la bibliografía o los

que pudieran recogerse de personas desconocidas; no tuve otra posibilidad que optar entre mis

propios sueños y los de mis pacientes en tratamiento psicoanalítico. Ahora bien, debí renunciar

a estos últimos a causa de la indeseable complicación que en su caso experimentan los

procesos oníricos por la intromisión de caracteres neuróticos. Pero la comunicación de mis

propios sueños me imponía, sin remedio, franquear las intimidades de mi vida psíquica a las

miradas ajenas en medida mayor de lo que me gustaría o podría exigirse de un autor que no es

un literato, sino un investigador de la naturaleza. Era algo penoso, pero inevitable; debí avenirme

a ello para no tener que renunciar absolutamente a presentar las puebas de mis resultados

psicológicos. Desde luego, no pude resistir el impulso de disimular muchas indiscreciones

omitiendo y remplazando ciertas cosas; siempre que lo hice resultó grandemente perjudicado el

valor de los ejemplos de que me servía. Sólo me cabe formular la esperanza de que el lector de

este trabajo, comprendiendo mi difícil situación, se muestre indulgente, y, además, que todas

las personas que se vean aludidas de algún modo por los sueños que yo comunico se avengan

a concederme la libertad de pensamiento, al menos en mi vida onírica.

Prólogo a la segunda

edición.

Antes de cumplirse su primer decenio de vida, se ha hecho necesaria una segunda edición de

este libro de difícil lectura. Esto no lo debo al interés de los círculos de especialistas a que iban

dirigidas estas páginas. Mis colegas, los psiquiatras, no parecen haberse molestado en superar

la inicial extrañeza que mi novedosa concepción del sueño pudo provocar. Y, por su parte, los

filósofos de profesión, habituados a despachar los problemas de la vida onírica con algunas

pocas consideraciones (casi siempre las mismas) y como apéndice al tratamiento de los

estados de conciencia, no repararon, manifiestamente, en que este es el cabo que permitirá

devanar lo que se requiere para la inevitable y radical reformulación de nuestras doctrinas

psicológicas. Esa actitud de la crítica bibliográfica científica no hacía esperar otra cosa sino que

mi libro pasase inadvertido, bajo la condena del silencio; tampoco el pequeño grupo de

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esforzados seguidores que bajo mi guía adoptaron el psicoanálisis como terapia médica y, al

igual que yo, utilizan la interpretación de los sueños en el tratamiento de los neuróticos, habría

podido agotar la primera edición del libro. Debo expresar, entonces, mi reconocimiento hacia

esos vastos círculos de personas cultas y ávidas de saber que me han acompañado,

incitándome a retomar, después de nueve años, un trabajo difícil y por muchas razones

fundamental.

Me alegra poder decir que fueron muy pocos los cambios que hube de introducir. Aquí y allí

incorporé nuevo material, agregué algunas ideas que una experiencia más vasta me sugirió

después, y en algunos puntos intenté reformulaciones; pero quedó intacto lo esencial acerca del

sueño y de su interpretación, así como las tesis psicológicas que de ello se siguen; al menos en

lo subjetivo, todo eso ha resistido la prueba del tiempo. Quien conozca mis otros trabajos (sobre

la etiología y el mecanismo de las psiconeurosis) sabe que nunca he presentado lo inconcluso

como algo acabado, y que me empeño de continuo en enmendar mis proposiciones toda vez

que logro afinar después mis perspectivas; ahora bien, en el campo de la vida onírica puedo

atenerme a lo que escribí primero. Durante los largos años que insumió mi trabajo sobre los

problemas de las neurosis, muchas veces me sentí desorientado y aun me extravié; y entonces

fue siempre La interpretación de los sueños la que me devolvió la confianza en mí mismo. Mis

numerosos opositores científicos dan muestras, por ende, de un seguro instinto cuando se

niegan a darme batalla justamente en el campo de la investigación de los sueños.

También el material de este libro (esos sueños míos, en buena parte desvalorizados o

superados por los acontecimientos, y en los que elucidé las reglas de la interpretación de los

sueños) mostró, frente al intento de revisarlo, una capacidad de persistencia refractaria a

cualquier modificación decisiva. Es que para mí el libro posee otro significado, subjetivo, que

sólo después de terminarlo pude comprender. Advertí que era parte de mi autoanálisis, que era

mi reacción frente a la muerte de mi padre, vale decir, frente al acontecimiento más significativo

y la pérdida más terrible en la vida de un hombre. Después que lo hube reconocido, me sentí

incapaz de borrar las huellas de esa influencia(3). Para el lector, no

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