"LA HIENA DE QUERÉTARO"… UN CASO DE INIMPUTABILIDAD
Enviado por beba145 • 4 de Julio de 2014 • 6.162 Palabras (25 Páginas) • 2.425 Visitas
UNIVERSIDAD ICEL
CAMPUS LA VILLA CANTERA
MAESTRÍA EN CRIMINOLOGÍA
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA
MAESTRA LETICIA DOMÍNGUEZ ROCHA
FILICIDIO
“LA HIENA DE QUERÉTARO”… UN CASO DE INIMPUTABILIDAD
HERNÁNDEZ TAFOLLA CARMEN
7 de diciembre de 2013
UNIVERSIDAD ICEL
CAMPUS LA VILLA CANTERA
MAESTRÍA EN CRIMINOLOGÍA
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA
MAESTRA LETICIA DOMÍNGUEZ ROCHA
FILICIDIO
“LA HIENA DE QUERÉTARO”… UN CASO DE INIMPUTABILIDAD
HERNÁNDEZ TAFOLLA CARMEN
7 de diciembre de 2013
Claudia Mijangos: “La Hiena de Querétaro”
INTRODUCCIÓN
En la madrugada del 24 de abril de 1989, un asesinato a sangre fría detuvo para siempre la calma de la ciudad de Querétaro, México. Todas las pruebas apuntaban hacia ella. La sangre en la escena del crimen y en sus ropas, así como en las armas que se usaron en contra de los niños Castaños Mijangos, todo demostró que en la casa marcada con el 408 de la calle Hacienda del Vegil, en esa madrugada de terror, del 24 de abril de 1989, sólo había cuatro personas: Claudia María, de 11 años, Ana Belén de 9, Alfredo de 6 y su madre, Claudia Mijangos Arzac.
ANTECEDENTES
Claudia Mijangos Arzac nació en Mazatlán, Sinaloa (México) en 1956. Su infancia y adolescencia fueron felices, no sufrió maltratos y tuvo sus necesidades materiales y afectivas resueltas.
Claudia Mijangos en su infancia
Estudió la Carrera de Comercio. Cuando era una jovencita, fue elegida Reina de Belleza en Mazatlán. Al morir sus padres, le dejaron una cuantiosa herencia. Poco tiempo después se casó y se trasladó a vivir a Querétaro con su esposo, Alfredo Castaños Gutiérrez, a la calle Hacienda Vegil nº 408, Colonia Jardines de la Hacienda.
Se casa con un empleado bancario, ocho años mayor que ella.
De formación católica, Claudia Mijangos fue maestra de Catecismo, Ética y Religión en el Colegio “Fray Luis de León”, donde estudiaban sus tres hijos: Claudia María, de once años; Ana Belén, de nueve; y Alfredo Antonio, de seis.
Pero Claudia comenzó a mostrar fuertes problemas psicológicos, a tal grado que el matrimonio pronto se volvió insostenible. Ella y su esposo se divorciaron y Claudia se quedó con la custodia de sus tres hijos. Siguió al frente de su tienda de ropa y dando sus clases de religión, pero la gente que la rodeaba pronto notó que los disturbios emocionales de aquella mujer se iban acentuando.
En la escuela donde sus hijos estudiaban, daba clases un joven sacerdote, el padre Ramón. Claudia se obsesionó con él; muchos afirmaban que eran amantes, aunque otros negaban tal versión. Él y otro cura, el padre Rigoberto, hablaban constantemente con ella.
FICHA DE IDENTIFICACIÓN
NOMBRE: Claudia Mijangos Arzac
EDAD: 33 años
SEXO: Femenino
COLOR DE OJOS: Café
COLOR DE PIEL: Blanca
COLOR DE CABELLO: Castaño
ESTRUCTURA FISICA: Ectomorfica
ESCOLARIDAD: Universitaria
ESTADO CIVIL: Divorciada
NIVEL SOCIOECONOMICO: Medio alto
RELIGION: Católica
RESIDENCIA: Querétaro
CIUDAD DE ORIGEN: Mazatlán, Sinaloa
FAMILIA (GENOGRAMA): Esposo Alfredo castaños Gutiérrez (41 años), hijos: Claudia María (11 años), Ana Belén (9 años) y Alfredo Antonio (6 años)
PUNTOS FUERTES (CUALIDADES): Empresaria, buena madre y ama de casa, inteligente, responsable.
GUSTOS Y PREFERENCIAS: Moda y religión
MAYOR LOGRO LABORAL: Emprendedora de su propia micro empresa
ACTITUD OBSERVADA Incoherente.
ANTECEDENTES PATOLOGICOS Epilepsia del lóbulo temporal.
CRONOLOGÍA DE LOS HECHOS
Durante varios días, Claudia había escuchado voces extrañas. No quiso comentárselo a su ex esposo, pues él siempre había afirmado que “estaba loca”. El 23 de abril de 1989, Alfredo Castaños se llevó a sus hijos a una kermesse de la escuela. Cuando llevó a los niños de regreso, tuvo una fuerte discusión con Claudia. Sabía el asunto del sacerdote y además quería regresar con su ex esposa. Ella se negó; defendió sus sentimientos hacia el cura y su ex esposo, muy enojado, le dijo que “se iba a arrepentir”. Luego se fue. Claudia cerró la puerta y echó llave. Subió a darle la bendición a sus hijos y fue a acostarse.
Claudia Mijangos y su esposo
Unas horas después, el 24 de abril de 1989, aproximadamente a las 05:00 horas, cuando aún faltaba un buen rato para que amaneciera, Claudia Mijangos se despertó. Las voces en su cabeza eran tan fuertes que habían interrumpido su sueño. Le decían que Mazatlán había desaparecido y que “todo Querétaro era espíritu”. Estuvo un rato escuchándolas, tratando de decidir si eran reales o no. Después se levantó y se vistió completamente. Fue a la cocina y tomó tres cuchillos. Sus hijos aún dormían tranquilamente, pero Claudia había decidido matarlos.
El primero en ser atacado y el primero en morir fue Alfredo Antonio, el niño más pequeño, quien fue agredido mientras dormía en su cama. Claudia Mijangos se apoyó sobre la cama del niño, lo tomó de la mano izquierda y a nivel de la articulación de la muñeca, le ocasionó la primera herida. El niño, al sentirse herido, realizó un movimiento instintivo de protección, pero su madre siguió cortando; lo hizo con tal frenesí que le amputó por completo la mano izquierda. El niño gritaba de dolor y terror. Su madre le trató de cortar entonces la mano derecha; casi consiguió arrancársela también. Después le propinó una serie de cuchilladas hasta matarlo; ya muerto, siguió hundiendo el cuchillo muchas veces más.
Claudia Mijangos cambió de cuchillo; había decidido utilizar uno diferente con cada uno de sus hijos. La segunda en ser atacada fue Claudia María, de once años, quien fue apuñalada seis veces. Herida de muerte y con los pulmones perforados, la niña aún alcanzó a salir del cuarto tratando de protegerse. “¡No mamá, no mamá, no lo hagas!”, gritaba. Los alaridos de dolor y desesperación fueron tan fuertes, que los vecinos se despertaron. Pero decidieron no intervenir. Claudia tomó entonces el tercer cuchillo y apuñaló en el corazón a su hija menor Ana Belén, de nueve años, quien no opuso mucha resistencia.
Después bajó las escaleras corriendo en busca de la agonizante Claudia María, quien se había desmayado, boca arriba, sobre el piso que dividía la sala del comedor. Volvió a apuñalarla. Luego la arrastró
...