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La Agonía, Muerte Y Duelo Vistos Desde La Perspectiva Del Adulto Mayor


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2014  •  1.515 Palabras (7 Páginas)  •  411 Visitas

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Introducción

El reconocimiento de las necesidades especiales de los pacientes en agonía y la idea de brindarles un cuidado especial, no es algo nuevo. Desde la segunda mitad del siglo pasado existen instituciones dedicadas al cuidado de los moribundos, en las que ofrecían asistencia a enfermos terminales que carecían de familias que los cuidaran. Al mismo tiempo el acceso al cuidado hospitalario se hizo más fácil y aceptable, así se institucionalizo el nacimiento y la muerte; morir en el hospital más que en la casa se volvió norma.

Los avances tecnológicos en la medicina incrementaron la dificultad de conciliar el énfasis entre el diagnóstico y la curación con la aceptación inevitable de la muerte; donde curar era el objetivo más importante de la medicina, la muerte fácilmente podía ser considerada como un fracaso. De esta forma la muerte pasó a ser un suceso cada vez menos aceptado, lo que se compartió por el paciente y su familia.

Como lo ha demostrado la experiencia personal, la pérdida de un miembro de la familia puede tener efectos devastadores en el resto de la familia, en un ambiente y en la comunidad. Podría ser útil advertir de la naturaleza opresora de las emociones.

Otro tema importante es el miedo asociado entre cáncer y muerte. Los pacientes con cáncer avanzado están en doble desventaja por el tabú; no solo acerca de su enfermedad, sino también en relación con la muerte y renuncian a discutir cualquier tema lo que tiene consecuencias destructivas: aislamiento para el paciente y estigmatización para la familia. La disposición a discutir el significado de la enfermedad y la aproximación a la muerte con el paciente canceroso lo ayudará a morir con consuelo y dignidad.

El Dr. Summers (coordinador de estudios del Hospicio de St. Christopher) señala que los pacientes cancerosos y sus familiares esperan tres cosas de quien los cuida a medida que la muerte es más inminente: disposición para escuchar, compañía, hasta el desenlace y atención experimentada, la buena voluntad para escuchar al enfermo y el afán de entenderlo es un poderoso antídoto a la inherente soledad de morir.

Una “buena” muerte es difícil de definir, pero fácil de detectar, y engendra un profundo sentido de admiración y humildad ante el valor y dignidad de los seres humanos.

E. M. Foster lo describe así:

“La muerte destruye al hombre, la idea de morir, lo salva”

¿Qué pasa por la mente de una madre con 80 años de vida dedicada a sus hijos, y de pronto se enteró que la mayor tiene cáncer?

Hubo una profunda tristeza y una gran impotencia, sobre todo porque la hija no quería luchar, no quería atenderse, después de un tiempo de largas pláticas y súplicas, logró convencerla y la acompañó a ver al oncólogo para que les explicara qué es y cómo será el proceso, la tristeza no la abandonó en ningún momento debido a la incertidumbre de lo que ocurriría.

Sin embargo se mantuvo animosa, al ver que los tratamientos de quimioterapia iban resultando positivos, aún con todas las consecuencias que conlleva este proceso médico, nunca dejó de alentarla y apoyarla, aunque sabía que nada más, que ofrecer ayuda económica, podía hacer.

Hubo que realizar una operación para retirar el tumor, como siempre estuvo con ella desde muy temprano, para acompañarla y acompañar a sus nietas, una de 30 y la otra de 18 años, que fueron su otra gran preocupación, estuvo con ellas en el cuarto del hospital esperando a que saliera su hija de la cirugía, una vez que la llevaron, estuvo a su lado hasta que comió algo y ya entrada la noche se retiró con sus nietas para también llevarlas a comer.

Más adelante ya en su casa continuó estando muy pendiente de lo que necesitaba, de ver que comiera bien, preparándole sus platillos favoritos, con la idea heredada de que la comida es la mejor manera de “apapachar” a quien más se ama.

Tenía la costumbre de desayunar con ella y sus nietas los domingos en un restaurante vecino, desde el día que su hija ya no tuvo ánimo de salir, sin excusa ni pretexto los pasaba con ella, viendo que necesitaba, animándola para que comiera, tomara agua, fuera al baño, etc.; la misma situación y el carácter fuerte de ambas provocaba que se pelearan por todo, la madre se desesperaba, porque no veía avance ni mucha cooperación de la hija, sin embargo

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