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La Revolución Del Bienestar


Enviado por   •  23 de Agosto de 2013  •  4.487 Palabras (18 Páginas)  •  376 Visitas

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La revolución del bienestar

SaamahAbdallah

“No hay más riqueza que la vida”

¿Qué quieren las personas?, o dicho en términos psicológicos ¿qué motivaciones mueven a los individuos? Las respuestas a esta pregunta son desde luego complejas y diversas, pero en última instancia todos quieren estar satisfechos con sus vidas, felices (al menos buena parte del tiempo) y tan sanos como sea posible. Aunque lo anterior suena a obviedad, vale la pena decirlo ya que a menudo se olvida. Desde esta óptica, una sociedad exitosa es aquella donde la mayoría de las personas están satisfechas, felices y sanas, o donde una minoría de personas está insatisfecha, infeliz y no goza de buena salud. Si empleamos criterios éticos (y lo hacemos), entonces otra condición para el éxito es que esta felicidad y esta salud puedan lograrse con el menor perjuicio posible sobre la vida de otros (ya sea de generaciones futuras o en otros lugares del planeta) e, idealmente, mejorándola.

Esta postura da lugar, por supuesto, a numerosos debates, como la forma precisa en que las emociones positivas se hacen realidad (es decir, se traducen en entidades mensurables y expresadas mediante indicadores), la importancia que se le da a los promedios, los mínimos y las variaciones, cómo delimitamos la extensión de nuestro círculo ético, y qué concesiones estamos dispuestos a hacer entre salud y felicidad en el presente y en el futuro. Sin embargo, la premisa básica es clara y difícil de refutar dentro de la lógica humanista. Es más, en 47 culturas, incluyendo muchas no occidentales, los valores reconocidos como más importantes son la salud y la felicidad. Estos valores son quizás más fuertes en los jóvenes; en una encuesta elaborada como parte del estudio británico Good Childhood Inquir y más de la mitad de los niños (58%) eligió la opción “ser feliz” como su principal ambición, la segunda respuesta más popular (“tener una familia”) fue elegida sólo por el 16%.

En lugar de utilizar los términos felicidad y satisfacción, preferimos recurrir al concepto de ‘bienestar subjetivo’, pues es un concepto más amplio que puede incluir tanto la satisfacción como la felicidad, abarcando también otras emociones positivas.

Si es tan evidente que el bienestar y la salud tienen tanta importancia, ¿Por qué no evaluamos nuestro éxito bajo ese prisma?, ¿por qué no medimos el bienestar y prestamos más atención a los indicadores de salud?. Un obstáculo fundamental podría ser el predominio de otra forma de medir el éxito social: el Producto Interior Bruto (PIB). El PIB y la búsqueda de su crecimiento han sido factores centrales para las políticas gubernamentales desde que su metodología de cálculo quedó establecida en 1947 por el Sistema de Cuentas Nacionales de Naciones Unidas (UNSNA, por sus siglas en inglés). En una revisión de artículos de los principales periódicos internacionales en dos periodos bimestrales (anteriores a la actual crisis financiera), un estudio encontró que el PIB se mencionaba en más de 5000 ocasiones, dos veces y media más que la expectativa de vida y 140 veces más que el Índice de Desarrollo Humano (HDI, por sus siglas en inglés).

Aunque las estrategias gubernamentales aparentan considerar otras cuestiones como la sostenibilidad, la igualdad y el bienestar, su objetivo final suele ser el crecimiento económico medido en función del PIB u otros equivalentes regionales. Y sin embargo, como lo indica el propio Simon Kuznets, uno de los arquitectos del PIB, «El bienestar de una nación…difícilmente puede deducirse de la medición del ingreso nacional». Con todo, el aparente rigor en el cálculo del PIB, su capacidad para abarcar todas las actividades económicas, la dificultad para cambiar sistemas de medición muy arraigados y quizás, el hecho de que apele a poderosas fuerzas económicas, le han granjeado un lugar privilegiado en el podio de los indicadores, por encima de los temas ambientales y sociales. No obstante, como se sugirió en los párrafos anteriores, la economía debería ser vista sólo como una herramienta para lograr objetivos más fundamentales, como la salud y el bienestar, y no como un fin en sí misma.

Los defensores del bienestar

En los últimos años diversas voces han invocado la necesidad de medir la felicidad o el bienestar subjetivo. Sus motivaciones son variadas. Para algunos, la medición del bienestar tiene un valor intrínseco. El académico británico Richard Layard, por ejemplo, ha argumentado que la felicidad máxima debería ser el fin último de la sociedad. Para otros, enfocarse en el bienestar es particularmente sugestivo porque suscita el abandono del modelo centrado en el crecimiento del PIB que, consideran, ha tenido consecuencias negativas, sobre todo para el medio ambiente, pero también para la justicia social y el capital social. E incluso, para otros la medición del bienestar busca fines más humildes, serviría para abordar mejor el problema de la salud mental. Con el tiempo, el concepto de «salud mental positiva» (positive mental health) ha ganado importancia y se ha puesto de manifiesto que la promoción de una mayor salud mental positiva en general conlleva una disminución en el número de individuos que padecen enfermedades mentales. Además, un concepto de bienestar que incluya la salud mental promete incorporar el problema a la agenda.

De igual forma, algunos expertos en educación han estimado que la finalidad de la educación es el bien-estar y el llegar a estar bien. Por otro lado, a veces dentro de la medición del bienestar se han contemplado intereses individuales, como son el transporte activo (caminata, bicicleta, etc.), el voluntariado, la igualdad de ingresos y las jornadas laborales reducidas. Estos intereses han encontrado que lo que defienden tiene beneficios que se muestran más claramente a través de la medición del bienestar, y por lo cual, les resulta conveniente medirlo. Y en ocasiones el bienestar es entendido como el impulsor de otros resultados deseables, como la productividad en el trabajo, el buen desempeño educativo o el aumento de la actividad física.

Definiciones de bienestar

¿Qué significa, entonces, bienestar?

Un estudio reciente elaborado por el economista Paul Dolan y otros investigadores identificó cinco interpretaciones de bienestar en la literatura académica. Una de ellas está estrechamente asociada a los ingresos: un mayor ingreso proporciona al individuo más recursos para consumir y, asumiendo que las personas consumen cosas que aumentan su felicidad, más dinero significa más felicidad. Naturalmente, una breve incursión en la psicología, la ciencia política o la llamada behaviouraleconomicso economía del comportamiento, pronto anula la idea de que las personas son seres racionales con información

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