La Sexualidad Femenina

ii. SEXUALIDAD FEMENINA

La psicología de la mujer está relacionada estrechamente con el funcionamiento fisiológico de su sistema reproductor y con la actitud que tiene la mujer frente a éste. Es por ello, que el sistema reproductor produce efectos directos sobre la personalidad de la mujer, y a su vez los estados psicológicos afectan a la fisiología del sistema. En tal sentido, Langer (1972) refería que en la mujer existe una interrelación constante entre los procesos psicológicos y biológicos; desde la menarquía hasta la menopausia, el cual acarrea la parte más importante de su vida.

La psicología, en especial el enfoque psicoanalítico con estudios retrospectivos realizados en poblaciones femeninas, ha encontrado que la feminidad normal implica la aceptación de la menstruación, del embarazo y la maternidad, como consecuencias normales y deseables de la condición de ser mujer. Y que lo contrario, sería señal de trastornos con respecto a la identidad sexual de la mujer. (Roa, 2006, p.50)

Es así, que el sistema reproductor, el cual se considera de gran importancia psicológica, puede ser percibido por la mujer como una fuente de satisfacción o como una amenaza. Por ello, una mujer que evidencia una deficiente autoestima y se siente disconforme con su feminidad, tenderá a manifestar alteraciones de su sistema reproductor, tales como problemas menstruales, dificultades en la concepción o gestación, dificultades en el parto, problemas de crianza, dificultades para lograr el orgasmo, entre otras.

La pubertad, el embarazo y la menopausia son crisis que representan importantes etapas biológicas que tienen en común una serie de fenómenos psicológicos característicos. En estos tres periodos existen una serie de tareas nuevas e incluso opuestas a las tareas y funciones de las fases precedentes.

Las tres etapas parecen revivir conflictos psicológicos no resueltos de periodos más tempranos del desarrollo, requiriendo soluciones nuevas y diferentes.; ya que las tres son puntos de cambio significativos en la vida de la joven y, en las tres, el control de la fase iniciada depende de la superación de esta crisis, es decir de la solución y reorganización maduracional de este desequilibrio.

Es importante señalar, el papel de la identificación para el desenvolvimiento de la niña como ser socialmente femenino dentro de la sociedad. Así, ésta identificación se originaría en la relación niña-madre, donde la madre instruye mediante sus propias conductas todo aquello que implica satisfacción o no con los procesos ineludibles y básicos de la sexualidad. Sin embargo, existen variables intervinientes que suelen omitirse en los estudios sobre identificación, entre las cuales se incluyen las cualidades de personalidad de ambos padres.

En tal sentido, la feminidad de las hijas dependía principalmente de la

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