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La Vida Es


Enviado por   •  22 de Diciembre de 2013  •  2.924 Palabras (12 Páginas)  •  191 Visitas

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Al iniciar la lectura de esta novela te vas a encontrar con una noticia que salió en el diario “The Times” el 9 de octubre de 1994, la cual informa sobre una tragedia en Sothersby Farm, cuando una vaca embistió a un niño hasta matarlo. El animal luego fue sacrificado.

Introducción:

Una mujer dormía y un ruido fuerte la despertó. Quiso prender la luz del velador y no pudo. No había luz en la casa. Sentía un olor fuerte. En la oscuridad y a ciegas se levantó. El olor era cada vez más fuerte. Se dio cuenta que era olor a excremento de animal. Empezó a caminar por la casa a oscuras y pronto pisó algo húmedo y pastoso. Empezó a gritar y luego tropezó con algo. Cuando la luz volvió ya había caído por las escaleras.

CAPÍTULO I

Hay seis amigos de la secundaria. Marcela, Rafael, Leticia, Carlos, Manuel y Cristina. Estos cinco últimos son más unidos. Rafael y Cristina eran novios.

Falleció la mamá de Rafael y Leticia le avisó a Marcela, como había acordado con Cristina. Están en el velorio. Les recuerda hace un año atrás la muerte de otra persona que los conmovió a los cinco.

Tenían que volver a reunirse y organizarse.

CAPÍTULO II

Acordaron reunirse en las afueras en la casa de campo del abuelo de Cristina en Las Vertientes, una casa de campo de principios de siglo. Ya habían pasado unos días allí hace dos años, pero para divertirse. Esta vez era diferente.

Carlos vivía en Los Molles, al norte de la provincia de Córdoba. En la capital de esta provincia se encontraría con Manuel. A su vez Leticia iba a pasar a buscar a Marcela. Rafael pasó por Cristina, ambos fueron en auto. A Rafael este viaje lo ponía muy nervioso. Por la hora no llegarían antes de las 14 horas a Las Vertientes.

CAPÍTULO III

Rafael y Cristina, esperaban al resto llegar. Aún no eran las 11 del mediodía. Luego llegó Leticia y Marcela. Más tarde Carlos y Manuel. Se dispusieron a tomar mate. Luego de almorzar hicieron una caminata. El casa era grande y había cerca un riachuelo. Cristina contó que a veces entraban animales a la casa, vacas. Parece que Cristina y Rafael no comen carne. Empiezan a hablar de algunas experiencias raras, relacionadas con las vacas.

CAPÍTULO IV

Carlos, en complicidad con Cristina, relata cómo conoció a Clara, una chica que atendía una cantina en Los Molles, lugar donde vivía él y fue a pasar unas vacaciones. La cosa es que Carlos cuenta cómo era Clara, callada, muy sumisa, a penas hablaba, aunque él buscaba oportunidad para poder entablar una conversación. Carlos siempre iba por una “coca”. Las primeras palabras se las pudo sacar con tirabuzón. Cualquier cosa en ella había enamorado terriblemente a Carlos. Él insistía con sacarla a pasear, hasta que un día le dieron permiso de las ocho hasta las doce. Pasaron las horas en una confitería del centro y a las once Carlos se dispuso a llevarla. Al despedirse, con un movimiento rápido, Carlos alcanzó a besarla. Fue en ese preciso momento que encontró en Carla algo horrible, algo monstruoso que no podía decirlo en palabras.

Decidió no ir a la cantina por unos días.

Y a Clara volvió a verla pasada una semana. Ella fue a su casa a invitarlo para su cumpleaños.

Allí estaba Carlos en la casa de Clara. Conoció a sus hermanos, raros y a su mamá, que tenía una boca grande y horrible. Mientras cenaban todos permanecían callados, comían lentamente. Carlos quería salir de ese lugar y le pidió a Clara de ir a caminar. Fueron hacia el establo y allí el olor a guano y a excremento de vacas era penetrante. Mientras caminaban, en un instante Carlos no pudo zafar de Clara quién lo besó con su gran boca y su lengua dando vueltas, recordándole a la madre comiendo durante la cena. Salió corriendo y subió a su moto, mientras recordaba esa gigantesca boca de vaca que sacó Clara para besarlo.

Luego la novela comenta sobre la profesora de Inglés de los chicos. Una docente, llamada Susana, con un hijo, Nicolás y su marido. Susana era una excelente profesora, muy amable y muy preocupada por los alumnos. Los chicos, excepto Marcela, se habían hecho muy compinches con ella y solían ir a visitarla. Ella los quería como si fuesen sus hijos. Rafael, se fue un año a Inglaterra y ella se encargó de hacerle una despedida en su casa.

Susana se dispuso a corregir las pruebas, mientras comía con algo de culpa unos caramelos. Pensaba en pedirle a Leticia una dieta para adelgazar. Cuando terminó vio que todas las pruebas estaban bastante bien, salvo la última que tenía casi todas las respuestas mal. Era de una alumna. Se quedó preocupada, porque justamente se había encargado de explicarle la semana anterior. Le entristeció no poder aprobarla.

Esa tarde Susana entregó las notas y luego propuso una tarea. Al volver a su escritorio vio un papel doblado, que quedó allí, hasta que se retiraron todos. Susana juntó los trabajos y luego abrió esa nota. Quedó perpleja, los ojos se le llenaron de lágrimas: SOS UNA VACA. Pensó que no era justo. Trató de calmarse. Caminó sin rumbo. Pensó que era justo, pues se veía gorda como una vaca...

Paró en una esquina y vio un cartel de un lugar donde se hacen dietas o se busca adelgazar. Entró a preguntar. La doctora tardó en atenderla. Pensó que si tardaba más, llegaría Nicolás de la escuela y no la encontraría. Ya casi la atendía y decidió irse. En ese momento se desató una gran tormenta y no conseguía taxi.

Cuando Nicolás llegó a su casa, tocó timbre y nadie salió. Recordó que su mamá guardaba una llave debajo de una maceta. Buscó y al encontrarla abrió su casa. Una vez adentro se dispuso a mirar la tele, ir al baño. Pero recordó los caramelos de leche que su mamá le había comprado. Los buscó hasta que vio las bolsas de supermercado sobre la heladera. Corrió las sillas para alcanzarlas, alcanzó una, allí no estaban. Tuvo que ponerse en puntitas de pie para llegar a la otra. Pegó un saltito. En ese momento la silla hizo un ruido y Nicolás empezó a caer para atrás.

CAPÍTULO V

Carlos terminó de contar su escalofriante experiencia con Clara. No podía entender sí era su imaginación o eso era verdad. Necesitaba contárselo a sus amigos. Como estaba dubitativo decidió ir a una curandera. Ella lo mandó a la casa de l hijo de un médico en Villa Fontana, que le había pasado algo similar.

Mientras Cristina y Marcela fueron a preparar café, Marcela le comentó a Cristina que no podía creerlo, a lo que Cristina seriamente le dijo que eso desgraciadamente puede ser cierto. Que sabía bien porqué

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