La opción de este problema es asesoría

La opción de este problema es asesoría

El papel de los maestros y profesores:

Tan importante como lograr la confianza de los padres es conseguir la de los maestros y profesores

Papel de los maestros y profesores:

Tan importante como lograr la confianza de los padres es conseguir la de los maestros y profesores. En efecto, se les debe informar de la decisión de reeducar al niño, para que no se sientan solos ante la resolución del problema escolar planteado por el pequeño y para que cooperen con el reeducador. El maestro es el que primero mejor puede comprobar los progresos. Sabe que el disléxico teme las pruebas escolares que, para el, van unidas a fracasos y sanciones. Algunos experimentan trastornos psicosomáticos significativos los días de dictados (cólicos, diarreas, fatiga extraordinaria, jaquecas, nauseas). De la expresión de su rostro al enunciarle el cero, observa sus esfuerzo y escucha su monótona voz a la hora de la lectura.

Tras el anuncio de la re-educación debe redoblar la vigilancia para medir los efectos y sobre todo adoptar una actitud nueva de apoyo y aliento, para ayudar al niño a recobrar la confianza.

Le será imposible adoptar esa actitud, si carece de confianza en la re-educación, y esa confianza debe traducirse en acciones positivas.

El disléxico debe estar más cerca del maestro al corregirle y contar las faltas, el recuerdo de mayores números de errores en dictados precedentes deberá ser fuente de consuelo y esperanza. El niño a de recobrar la certeza de que saldar del bache y de que, además de encontrarse en el camino del éxito, se encuentra en el de la renovación de la relación con los que le rodean, que lo que da sentido a sus logros.

En el aula la dislexia se puede detectar inicialmente por el retraso en el aprendizaje de la lecto-escritura, las peculiaridades que se dan cuando se consigue iniciar el aprendizaje, la lentitud, la tendencia al deletreo... A medida que los cursos pasan, los problemas se agudizan. Así, sus dificultades lectoras y su escasa comprensión, llevan al niño disléxico a malos resultados escolares, mal autoconcepto, actitudes de desgana y conductas en ocasiones disruptivas, perturbadoras del buen funcionamiento del aula. Con frecuencia se les tacha de vagos, distraídos y se atribuye a estas características su mal funcionamiento escolar, presionándolos para que trabajen, atiendan y menospreciándolos por su incapacidad para aprender. Como futuros profesionales debemos tener en cuenta que la realidad es justo al contrario, el niño con dislexia tiene una dificultad para el aprendizaje, no es algo que pueda controlar voluntariamente y puede mejorar con un buen tratamiento del problema.

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