La trascendencia del padre en la histeria
Enviado por Pepe Andrade • 29 de Agosto de 2019 • Ensayo • 1.481 Palabras (6 Páginas) • 90 Visitas
La trascendencia del padre en la histeria
El psicoanálisis es un punto importante en la historia del hombre y del conocimiento; como en un principio lo fue la afirmación de Nicolás Copérnico que propone que la tierra no es el centro del universo, seguido por la teoría evolutiva desarrollada por Charles Darwin sobre el origen de las especies, el psicoanálisis dio el último golpe al orgullo del hombre al plantear que éste no es dueño de sí mismo al no poder controlar ciertos aspectos de su psiquismo.
Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, fundamentó firmemente su teoría bajo vivencias y autoanálisis propios, hipótesis que con el tiempo se vieron reafirmadas a través de la práctica clínica, caso tras caso, las piezas de la teoría psicoanalítica se iban levantando. La primera fuente de información principal de Freud provenía de los casos de histeria, que en un principio atendió junto con su colega Joseph Breuer, los cuales fue manejando bajo ensayo y error pues su labor representaba un nuevo camino para tratar malestares, camino que ellos mismos fueron pavimentando.
La histeria no tiene una definición como tal, puesto que sus características dinámicas no hacen posible que ésta sea delimitada, sin embargo, se puede decir que se trata de un malestar que aqueja a las personas (y no solamente a las mujeres, como se creía en un inicio) reflejado mediante síntomas, internos y/o externos, que varían en número e intensidad dependiendo de cada persona; la histeria nunca se presenta de la misma manera. Estos síntomas tienen un origen inconsciente y son de índole sexual, están relacionados con sucesos ocurridos en la infancia y están vinculados principalmente con el papel que ejercen los padres. Sobre esto, Freud resalta al padre como el más importante en esta relación, aserción de la cual dio cuenta cuando ocurrió la muerte de su propio padre: “La muerte del padre (…) había despertado todo el pasado de su personalidad más íntima (…) el luto de Freud tuvo una intensidad excepcional. También fue excepcional el modo en que lo utilizó con fines científicos, (...) reuniendo material para sus teorías”.[1] Es decir, este acontecimiento logró desequilibrar tanto a Freud que fue capaz de superar el desagrado que sentía hacia su padre para finalmente contemplarlo bajo la luz de un hijo orgulloso, sin embargo, solo pudo hacerlo hasta su muerte causando en él sentimientos de culpa, los cuales nombró como la culpa del superviviente. Su perturbación le sirvió para establecer principios de su teoría, por lo tanto, “La célebre observación de Freud reconociendo la significación inigualable de la muerte del padre es no menos notable por lo que omite que por lo que dice: ¿sería realmente cierto que la muerte de la madre es menos dura? (…)”,[2] entonces, de cierta manera, la trascendencia del padre en la vida resuena un tanto más que la de la madre.
Todo esto se ve reflejado en los detalles que envuelven los casos clínicos que Freud trató, puesto que, en cada uno de ellos, el padre juega un papel decisivo en torno a la histeria, sobretodo como motivo principal para la aparición de ciertos síntomas, pues al indagar por medio de la hipnosis, catarsis o asociación libre, el discurso de los pacientes describía y daba cuenta de la relación directa entre ambos. Además, en un principio acuñó la teoría de la seducción, que señala al padre, principalmente, como causante directo del surgimiento de la histeria:
“Desde el comienzo tuvo la sospecha de que los factores causales de la histeria se remontaban a la niñez; (…) y en 1895 (...) Freud ofrecía una explicación completa de la histeria basada en los efectos traumáticos de la seducción sexual en la primera infancia (…) mediante la intervención de un adulto.”[3]
Planteaba que la sexualidad infantil solamente se activa por medio de la seducción que un adulto dirige al infante, en este caso, el padre es el responsable de seducir a la hija en su niñez, quien, al crecer, indudablemente presentará un caso de histeria. Sin embargo, posteriormente al obtener evidencia que señalaba lo contrario, la desechó:
“No fue sino en el verano de 1897 que Freud se vio obligado a abandonar su teoría de la seducción (…) y su descubrimiento casi simultáneo del complejo de Edipo en su autoanálisis (…) lo llevó inevitablemente a advertir que en los niños más pequeños operaban normalmente impulsos sexuales sin ninguna necesidad de estimulación externa.”[4]
No obstante, continuó destacando el papel del padre en el desarrollo de la histeria. Esto se ve claramente representado, por ejemplo, en tres de los casos más relevantes estudiados por Freud: Anna O, Elisabeth Von R y Dora.
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