Literatura Y Psicoanalisis
Enviado por sanchosancho • 25 de Julio de 2014 • 1.464 Palabras (6 Páginas) • 273 Visitas
Literatura y psicoanálisis
Mientras estaba escribiendo el Finnegans Wake era su hija, Lucía Joyce, a quien él escuchaba con mucho interés. Lucía terminó psicótica, murió internada en una clínica suiza en 1962, Joyce nunca quiso admitir que su hija estaba enferma y trataba de impulsarla a realizar actividades diversas. Una de las cosas que hacía Lucía era escribir. Joyce la impulsaba a escribir textos y Lucía escribía, pero ella estaba cada vez más en situaciones difíciles, hasta que por fin le recomendaron que fuera a verlo a Jung. Ellos estaban viviendo en Suiza y Jung había escrito un texto sobre el Ulises. Joyce fue a verlo para plantearle el tema de su hija, y le dijo a Jung: «Acá le traigo los textos que ella escribe, y lo que ella escribe es lo mismo que escribo yo», porque él estaba escribiendo el Finnegans Wake, que es un texto totalmente psicótico, si uno lo mira desde esa perspectiva: es totalmente fragmentado, onirizado, cruzado por la imposibilidad de construir con el lenguaje otra cosa que no sea la dispersión. Entonces Joyce le dijo a Jung que su hija escribía lo mismo que él, y Jung le contestó: «Pero allí donde usted nada, ella se ahoga». Es la mejor definición que conozco de la distinción entre un artista y... otra cosa, que no voy a llamar de otra manera que así. (Ricardo Piglia)
No ha sido necesario esperar al psicoanálisis para poner de relieve el nexo que vincula la locura con la creación. Basta asomarse a las biografías de los grandes creadores para constatar que en los más diversos dominios del arte, la ciencia o la cultura, muchos de sus mejores exponentes han tenido comportamientos cuando menos extravagantes respecto de las normas que establece la convención. Observación que puede generalizarse hasta el extremo de suponer que es conveniente ser un poco loco para crear, al compartir la locura alguna medida común con esa genialidad que el saber popular atribuye, en pequeñas dosis, a cada cual; e intuir que, si las dos cosas se conjugan regularmente tan próximas, es porque una probable comunidad de estructura entre ambas experiencias hace que el acto creativo sea como tal un acto “loco”.
A esto, el psicoanálisis puede agregar la precisión de que tanto la creación, en su carácter de invención, como la locura, suponen la confrontación del sujeto con un vacío, una carencia, el lugar de una falta de significante en el Otro. Si la invención puede por ello ser un momento propicio a la explosión de la locura, esta misma evidencia, en sus expresiones, una notable capacidad de invención.
Lo cual representa un aporte decisivo del psicoanálisis a la clínica de la psicosis. Como lo observa Freud a propósito del delirio, las manifestaciones de la locura no son la enfermedad sino su tentativa de curación; constituyen una respuesta del sujeto a la presencia de un goce enigmático, un esfuerzo de tramitación frente a una irrupción que no puede simplemente ser “olvidada” y obliga al sujeto a movilizar todos sus recursos.
Jacques Lacan, invitado a hablar en un simposio sobre el escritor James Joyce, dedicó el año académico 1975/76 a desplegar una pregunta que adquiere valor ejemplar: ¿acaso Joyce está loco? La respuesta, mantenida en suspenso a lo largo de las diez reuniones del seminario, halla una plausible solución en la obra del escritor, alumbrando una esperanza en todos aquellos que desesperaban de encontrar una brújula que orientara su práctica como analistas frente a esa clínica tan resbaladiza, las más de las veces frustrante, a menudo desahuciada, la del sujeto psicótico.
Recordemos el hilo central de ese seminario. A partir del carácter autobiográfico de Stephen Dedalus, personaje central del Retrato del artista adolescente y de su antecedente, “Stephen el héroe”, Lacan subraya la indignidad del padre de Joyce, bebedor y negligente, hábil en la fabulación y el vituperio, acusado por su hijo de “simonía” -.comercio ilícito de las dignidades eclesiásticas-. y responsable, por ello, de la corrupción de su propia iglesia; lo que lo lleva a considerarlo como radicalmente carente, de una dimisión absoluta, instaurando una Verwerfung (forclusión) “de hecho”. Falta real del padre que tiene consecuencias en la estructuración psíquica de Joyce, provocando una especie de lapsus calami .-de escritura-. en su “nudo subjetivo”: el entrelazamiento directo de las consistencias simbólica y real no sujeta la consistencia imaginaria, que tendería a separarse. Este es al menos el modo en que Lacan traduce una serie de experiencias discernibles en la relación de Joyce con su cuerpo, y
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