LlA CUESTA EMPINADA

LA CUESTA EMPINADA

Siguiendo con los recuerdos infantiles salta a mi memoria la temida cuesta empinada, que era un reto inicialmente imposible para mis pocos años, ubicada a la mitad del camino entre mi pueblo y un caserío cercano, con su pendiente casi vertical y agreste, pero puedo evocar también con mucho afecto la fraterna palabra de mi profesor de grado, logrando que saque fuerza de la que casi ya no me quedaba, para al fin lograr vencer a la bendita cuesta, casi con las justas, gozando del premio emocional irreemplazable de no haberme quedado a la mitad del camino.

La cuesta empinada con solamente mirarla asustaba, y si nos dejábamos impresionar por su pose de pendiente peligrosa simplemente nos quedaba esperar a los compañeros cuando retornaban al pueblo, con la pena de perder el espectáculo visual de coronarla y vencer, sin dejar de contar el combo agregado de bromas de los compañeros que si llegaron a la meta.

Hoy, con la cadena de años que me separan de este recuerdo, asimilo la lección vital de la querida cuesta, por su analogía con la vida, pues más temprano o más tarde asoman en nuestra ruta dificultades parecidas, que también nos podrían sorprender y desde la parte negativa creer que es misión imposible ascender a un nivel superior de bienestar, y con esa perspectiva nada bueno podemos esperar.

Si de algo estoy seguro, la vida se ha encargado de enseñarme, no hay cuesta imposible, por muy aparatosa que parezca, aún con la impresión de que nuestras fuerzas no nos alcancen en el momento preciso; si de veras nos proponemos, denlo como un hecho posible, llegaremos a la cumbre, aporreados tal vez, pero felices y con el gozo espiritual de contar con la experiencia suficiente para emprender nuevos y más altos objetivos.

Amigos y amigas cíclicamente podemos estar en el inicio de la cuesta empinada, visualizando mil y una dificultades, pero definitivamente somos seres nacidos para triunfar, solamente que no podemos negar la cuota de sacrificio que la superación de cualquier evento crítico significa, y con paciencia, también autoestima y solidaridad llegaremos junto a las personas que son parte sustantiva de nuestra historia personal.

La cuesta empinada si le ponemos ganas es una oportunidad para ser más fuertes, porque todo sacrificio tiene su premio, e igual que cuando niño, vencer un reto tiene sus ventajas, pero nunca es conveniente marearnos con el logro, porque de seguro, más adelante, nuevas y más altas cuestas tendremos que vencer

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