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Los Cuatro Acuerdos


Enviado por   •  13 de Abril de 2015  •  26.082 Palabras (105 Páginas)  •  200 Visitas

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Título original: The Four Agreements

Editor original: Amber-Allen Publishing, California

Traducción: Luz Hernández

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

© 1997 by Miguel Ángel Ruiz

© 1998 by EDICIONES URANO, S.A. Aribau, 142, pral. - 08036 Barcelona info@edicionesurano.com

ISBN: 84-7953-253-X Depósito legal: B. 41. 564-98

Fotocomposición: Autoedició FD, S.L. - Muntaner, 217 - 08036 Barcelona

Impreso por Romanyà Valls S.A. - Verdaguer, 1 - 08786 Capellades (Barcelona)

Impreso en España - Printed in Spain

Al Círculo de Fuego; los que ya se han ido, los que están presentes

y los que aún tienen que llegar.

Agradecimientos

Me gustaría expresar mi humilde agradecimiento a Sarita mi madre, que me enseñó el amor incondicional; a José Luis mi padre, que me enseñó disciplina; a mi abuelo Leonardo Macías, que me entregó la llave para acceder a los misterios toltecas, y a mis hijos Miguel, José Luis y Leonardo.

Deseo expresar mi más profundo afecto y aprecio a Gaya

Jenkins y Trey Jenkins por su dedicación.

Me gustaría hacer extensiva mi más honda gratitud a Janet Mills, editora y creyente. También estaré permanentemente agradecido a Ray Chambers por iluminarme el camino.

Me gustaría manifestar mi respeto a mi querida amiga Gini

Gentry, una ”mente”, increíble cuya fe me llegó al corazón.

Me gustaría también reconocer la contribución de las numerosas personas que generosamente entregaron su tiempo, su corazón y sus recursos para apoyar estas enseñanzas. Una lista parcial incluye a Gae Buckley, Teo y Peggy Suey Raess, Christinea Johnson, Judy “Red'' Fruhbauer, Vicki Molinar, David y Linda Dibble, Bernadette Vigil, Cynthia Wootton, Alan Clark, Rita Pisco Rivera, Catherine Chase, Stephanie Bureau, Todd Kaprielian, Glenna Quigley, Alan Hardman, Cindee Pascoe, Tink y Chuck Cowgill, Roberto y Diane Paez, Siri Gian Singh Khalsa, Heather Ash, Larry Andrews, Judy Silver, Carolyn Hipp, Kim Hofer, Mersedeh Kheradmand, Diana y Sky Ferguson, Keri Kropidlowski, Steve Hasenburg, Dara Salour, Joaquín Galvan, Woodie Bobb, Rachel Guerrero, Mark Gershon, Collette Michaan, Brandt Morgan, Katherine Kilgore (Kitty Kaur), Michael Gilardy, Laura Haney, Marc Cloptin, Wendy Bobb, Edwardo Fox, Yari Jaeda, Mary Carroll Nelson, Amari Magdelana, JaneAnn Dow, Russ Venable, Gu y Maya Khalsa, Mataji Rosita,

Fred y Marion Vatinelli, Diane Laurent, V. J. Polich, Gail Dawn Price, Barbara Simon, Patti Cake Torres, Kaye Thompson, Ramin Yazdani, Linda Lightfoot, Terry “Petie'' Gorton, Dorothy Lee, J. J. Frank Julio Franco, Jennifer y Jeanne Jenkins, George Gorton, Tita Weems, Shelley Wolf, Gigi Boyce, Morgan Drasmin, Eddie Von Sonn, Sidney de Jong, Peg Hackett Cancienne, Germaine Bautista, Pilar Mendoza, Debbie Rund Caldwell, Bea La Scalla, Eduardo Rabasa y el Cowboy.

Los toltecas

Hace miles de años los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como “mujeres y hombres de conocimiento”. Los antropólogos han definido a los toltecas como una nación o una raza, pero de hecho, eran científicos y artistas que formaron una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados. Formaron una comunidad de maestros (naguales) y estudiantes en Teotihuacán, la ciudad de las pirámides en las afueras de Ciudad de México, conocida como el lugar en el que “el hombre se convierte en Dios”.

A lo largo de los milenios los naguales se vieron forzados a esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en secreto. La conquista europea, unida a un agresivo mal uso del poder personal por parte de algunos aprendices, hizo necesario proteger el conocimiento de aquellos que no estaban preparados para utilizarlo con buen juicio o que hubieran podido usarlo mal intencionadamente para obtener un beneficio personal.

Por fortuna, el conocimiento esotérico tolteca fue conservado y transmitido de una generación a otra por distintos linajes de naguales. Aunque permaneció oculto en el secreto durante cientos de años, las antiguas profecías vaticinaban que llegaría el momento en el que sería necesario devolver la sabiduría a la gente. Ahora, el doctor Miguel Ruiz, un nagual del linaje de los Guerreros del Águila, ha sido guiado para divulgar las poderosas enseñanzas de los toltecas.

El conocimiento tolteca surge de la misma unidad esencial de la verdad de la que parten todas las tradiciones esotéricas sagradas del mundo. Aunque no es una religión, respeta a todos los maestros espirituales que han enseñado en la tierra, y si bien abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo como una manera de vivir que se distingue por su fácil acceso a la felicidad y el amor.

INTRODUCCION Espejo Humeante

Hace tres mil años había un ser humano, igual que tú y que yo, que vivía cerca de una ciudad rodeada de montañas. Este ser humano estudiaba para convertirse en un chamán, para aprender el conocimiento de sus ancestros, pero no estaba totalmente de acuerdo con todo lo que aprendía. En su corazón sentía que debía de haber algo más.

Un día, mientras dormía en una cueva, soñó que veía su propio cuerpo durmiendo. Salió de la cueva a una noche de luna llena. El cielo estaba despejado y vio una infinidad de estrellas. Entonces, algo sucedió en su interior que transformó su vida para siempre. Se miró las manos, sintió su cuerpo y oyó su propia voz que decía: “Estoy hecho de luz; estoy hecho de estrellas”.

Miró al cielo de nuevo y se dio cuenta de que no son las estrellas las que crean la luz, sino que es la luz la que crea las estrellas. “Todo está hecho de luz –dijo-, y el espacio de en medio no está vacío” Y supo que todo lo que existe es un ser viviente, y que la luz es la mensajera de la vida, porque está viva y contiene toda la información.

Entonces se dio cuenta de que, aunque estaba hecho de estrellas, él no era esas estrellas. ”Estoy en medio de las estrellas”, pensó. Así que llamó a las estrellas el tonal y a la luz

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