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Límites éticos de la investigación científica


Enviado por   •  23 de Febrero de 2015  •  Ensayo  •  2.204 Palabras (9 Páginas)  •  345 Visitas

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Límites éticos de la investigación científica

Investigación científica y ética Hay quienes piensan que hablar de “límites éticos” de la investigación es algo así como caer en formas de censura que no permitan al científico desarrollar todas sus intuiciones

¿Existen límites éticos que el científico no puede traspasar?

Hay quienes piensan que hablar de “límites éticos” de la investigación es algo así como caer en formas de censura que no permitan al científico desarrollar todas sus intuiciones. Pero si la ciencia es una actividad humana, que toca a los demás, que beneficia (o perjudica) a otros, que conlleva grandes cantidades de dinero y que puede servir para detener enfermedades o para provocarlas, está claro que debemos poner muros firmes y seguros para que no se dañen a seres inocentes o “culpables” (no nos parece justo que se realicen experimentos sobre criminales o prisioneros, cosa que por desgracia se ha hecho en algunos momentos de la historia).

¿Cuáles son los límites mínimos que podemos pedir al científico en su trabajo de investigación? Podemos aplicar un esquema sencillo: límites en los fines u objetivos, límites en los medios, límites en los resultados y en los costos económicos y sociales.

Límites en los fines: está claro que una investigación que tenga como objetivo destruir vidas humanas debe quedar totalmente fuera de nuestro horizonte. Por desgracia es algo que se hizo en la Alemania nazi, donde se veían qué gases y qué métodos eran más adecuados para los asesinatos de masa. Y es algo que se sigue realizando cuando se buscan maneras más o menos refinadas para el aborto, el infanticidio, la eliminación de ancianos o de personas enfermas, la construcción de “eficaces” armas de exterminio, etc.

Límites en los medios: una vieja sentencia ética afirma que un fin bueno no puede justificar un medio malo. Curar a una persona que tiene graves problemas de riñones no puede permitir el que se elimine a un enfermo más o menos grave que puede convertirse, así, en donante anónimo de un riñón que hará feliz a otro... Descubrir una vacuna contra el SIDA a costa de recurrir a voluntarios “forzados” que se verán seguramente contagiados por el terrible virus no puede ser lícito, aunque se pueda curar, luego, a miles de enfermos necesitados. Nunca la muerte de un inocente quedará justificada con el posible beneficio de otras personas (aunque sean miles o millones los beneficiados).

Límites en los resultados y en los costos económicos y sociales: cada acto que realizamos implica un pequeño cambio en el planeta. Si existe un riesgo alto por difundir en la especie humana un virus peligroso, el científico sabe que no puede poner en marcha procesos experimentales que podrían escapársele de las manos. Si la búsqueda de una nueva vacuna para pocos implica gastos enormes del presupuesto de un estado que no ha garantizado todavía el acceso al agua potable de miles o millones de sus ciudadanos, es obvio que tal investigación quedará aplazada hasta que se cubran antes necesidades más urgentes. Esto no significa, desde luego, que haya que cerrar los grifos de la financiación a los científicos y dejarles sin ayuda. Lo que sí está claro es que antes que mejorar las técnicas de cirugía estética habría que seguir invirtiendo más y más fondos en la eliminación del cáncer o en asegurar a las mujeres un embarazo sin peligros para la salud del niño y de la madre.

Pero todos estos límites no deben quitar nunca al científico su libertad más profunda: la del buscador de la verdad y del bien. Todo científico tiene, por esencia, vocación a abrir nuevas fronteras para el bien de la humanidad. A pesar de las críticas que todavía se alzan en muchas partes, hay que reconocer que gracias a importantes mejoras en la producción agrícola hoy comen millones de personas que, quizás, se encontrarían sumergidas en el hambre o la desesperación. Y esas mejoras las lograron científicos que, con responsabilidad y con amor, supieron dedicar sus vidas y su mente a descubrimientos que hoy son patrimonio de la humanidad.

A la ciencia hay que darle su lugar, sin que se vea pisoteada por políticos que sólo quieren el aplauso inmediato ni por ideólogos que tal vez se asustan ante la posibilidad de que alguien ayude al trigo a dar más granos con menos desgaste de la tierra. Pero esto no significa permitirle al científico que se considere a sí mismo como si fuese una especie de divinidad que dicte lo que sea bueno y lo que sea malo, que decida quién debe vivir y quién debe morir... En esto, como en todo, hay que seguir dando a la ciencia lo que es de la ciencia, y a la sociedad y a cada conciencia ética lo que les pertenece, especialmente a la hora de juzgar lo que es el bien y lo que es el mal en el mundo de los laboratorios.

P. Fernando Pascual L.C. Profesor de filosofía y de bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (Roma).

El Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (fundado el 15 de septiembre de 1993) es una universidad que ayuda a la formación de sacerdotes para el Tercer Milenio en temas de Filosofía, Bioética, Teología y el análisis de los grandes temas de la Doctrina So

LIMITES ETICOS DE LA INVESTIGACION

El campo de la ética.

La ética se refiere a la conducta que el hombre asume frente a las normas que impone la sociedad, entre ellas las de carácter moral. Se deriva de la palabra griega ethos, que se entiende por "carácter" o "modo de ser". Visto así el término, no indicaría que mientras el individuo que hace ciencia se mantiene dentro de los límites, que en términos legales y morales establece la sociedad, su trabajo científico, sin importar sobre que área del conocimiento se está llevando a cabo, es perfectamente ético. El científico debe tener, al igual que cualquier otro ciudadano la suficiente templanza para someterse a la autoridad del gobierno de la sociedad. Es justo no interferir con el trabajo del científico mientras éste no afecte el resto de la sociedad. No puede el científico pensar en el bien para hacer ciencia, porque el concepto no pertenece al campo de la ciencia. El científico produce conocimientos que pone luego en manos de la sociedad que supuestamente posee gobiernos justos y sabios.

Conflicto entre ciencia y sociedad.

La actividad del científico está dirigida al proceso de obtención de nuevos conocimientos, bien por la vía de los descubrimientos o por la vía de la inferencia teórica. El aspecto relativo a la aplicación de estos conocimientos no siempre es necesario

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