Pedagogia De La Autonomia

Pedagogía de la Autonomía

ENSEÑAR ES UNA ESPECIFICIDAD HUMANA- P. Freire

Prof. Graciela Ibos

I.S.F.D. Nº51 – Pilar

Provincia de Buenos Aires

Dirección Provincial de Cultura y Educación

Carrera: Tramo de Formación Superior

Materia: Pedagogía

Curso: 1º año

Ciclo Lectivo 2014

Integrantes:

 Bargaglio, Claudia

 Chasco Paz, Mariel

 Hermosilla, Lucas

 Ochoa, Sabrina

 Rodriguez, Claudia

FECHA PRESENTACION: 4/10/2014

Contenido

INTRODUCCION: 4

ENSEÑAR ES UNA ESPECIFICIDAD HUMANA 5

1. Enseñar exige seguridad, competencia profesional y generosidad. 5

2. Enseñar exige compromiso 6

3. Enseñar exige comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo. 7

4. Enseñar exige libertad y autoridad. 7

5. Enseñar exige una toma consciente de decisiones. 8

6. Enseñar exige saber escuchar. 9

7. Enseñar exige reconocer que la educación es ideológica. 9

8. Enseñar exige disponibilidad en el diálogo. 9

9. Enseñar exige querer bien a los educandos 10

CONCLUSIÓN 11

INTRODUCCION:

En este trabajo se abordara un análisis del capítulo III, “Enseñar es una especificidad humana”, del libro “Pedagogía de la autonomía” de Paulo Freire.

La labor docente es una actividad específica de relaciones humanas, por lo tanto, la formación de lazos con los y las jóvenes es inevitable.

Este capítulo nos habla de las competencias que deben tener los docentes, más allá de los conocimien-tos específicos de las materias. Aborda la enseñanza desde el punto de vista de las capacidades del docente de coordinación entre los conocimientos y los alumnos, donde se hace énfasis en la capacidad del docente como persona y de los educandos, poniendo al compromiso como eje fundamental.

También se pone un acento especial en la formación ideológica, en el respeto por las diferentes opi-niones, hablando de una educación democrática de las personas, donde todo se fundamenta en el amor por los educandos, impartiendo una autoridad sin autoritarismos.

Educar es poder escuchar a nuestros interlocutores, sin dejar de prestar atención a los contenidos es-pecíficos, pero teniendo en cuenta las diferentes opiniones.

ENSEÑAR ES UNA ESPECIFICIDAD HUMANA

1. Enseñar exige seguridad, competencia profesional y generosidad.

La seguridad con que la autori¬dad docente se mueve, se funda en su compe¬tencia profe-sional. El profesor que no estu¬die, que no lleve en serio su formación, que no se es¬fuerce por es-tar a la altura de su ta¬rea no tiene fuerza moral para coordinar las activi¬dades de su clase.

La incompetencia profesional des¬ca¬lifica la autoridad del maestro.

Otras cualidades indispensables de la autoridad son la generosidad y la humil¬dad. El clima de respeto que nace de relaciones justas, serias, humildes, generosas, en las que la autori-dad docente y las libertades de los alumnos se asumen éticamente, autentican el carácter for-mador del espacio pedagógico.

Tanto la reacción negativa al ejercicio del mando como la avidez desmedida hacia él (“mandonismo”) son incompatibles con el desempeño de la autoridad. La autoridad docente “mandonista” rígida no supone ninguna creatividad para el educando, ni forma parte de su forma de ser esperar a que el educando demuestre el gusto por aventurarse.

La autoridad coherentemente democrática, que se funda en la certeza de la importancia de sí misma y en la libertad de los educandos para la construcción de un clima de auténtica dis-ciplina, nunca minimiza la libertad. Está convencida que la verdadera disciplina existe en el albo¬roto de los inquietos, en la duda que instiga, en la esperanza que despierta; reconoce que no se vive la “eticidad” sin libertad y que no se tiene libertad sin riesgo y sin responsabilidad.

El alumno que ejercita su libertad se volverá más libre cuanto más éticamente vaya asu-miendo su responsabilidad de sus acciones. Y para eso debe decidir y esto implica asumir ries-gos.

Así la libertad se va construyendo y conduce a la autonomía. La autonomía se basa en la responsabilidad que va siendo asumida. Lo fundamental en el aprendizaje del contenido es la construcción de la responsabilidad de la libertad que se asume.

Lo esencial es la reinvención del ser humano en el aprendizaje de su autonomía. Soy educador porque primero soy persona, sé lo qué ignoro y sé lo qué se. Y sabré de manera más auténtica y mejor cuanto más eficazmente construya mi autonomía respecto a los otros.

La enseñanza de los contenidos implica el testimonio ético del docente. Es imposible se-parar la enseñanza de los contenidos de la formación ética de los alumnos. No se puede desligar la práctica de la teoría, la autoridad de la libertad, la ignorancia del saber, el respeto al profesor del respeto a los alumnos, el enseñar del aprender.

Como docente no se puede ayudar a superar la ignorancia del alumno si no se supera perma-nentemente la propia ignorancia. No se puede enseñar lo que no se sabe.

Pero este saber no sólo está en las palabras que decimos sino que debe vivirse en el ejercicio de la práctica con los alumnos.

2. Enseñar exige compromiso.

Cuando uno se para frente a los alumnos, revela (directa o indirectamente) su manera de ser y de pensar. Los alumnos nos perciben y esa percepción es de vital importancia para el des¬empeño docente.

Por lo tanto, se debe buscar la co¬herencia cada vez mayor entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que parece ser y o que realmente es.

La percepción que tienen los alumnos del docente no es sólo el resultado de cómo actúa sino también de cómo los alumnos en¬tienden el modo cómo actúa. El docente debe estar atento a la lectura que hacen los alum¬nos de la actividad que realiza con ellos. Por eso el docente debe aprender a comprender el sig¬nificado del silencio, de una sonrisa, de una retirada de la clase, del tono con que se hace una pregunta.

El saber que no puede pasar inadvertido a los alumnos y que la manera en que lo perci-ben ayuda o perjudica su labor, debe aumentar en el docente la preocupación por el cuidado de su desempeño.

Como la práctica

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