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Pertenencia De Grupo


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2014  •  8.220 Palabras (33 Páginas)  •  777 Visitas

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2.1.- PERTENENCIA DE GRUPO

Todos los seres humanos, en virtud de nuestro instinto gregario o no, nacemos y vivimos en grupos. Éstos pueden definirse como grupos de pertenencia y de referencia.

Los grupos de pertenencia son aquellos en que la persona se haya implicada a causa de haber nacido en uno de ellos (como por ejemplo la familia) o a causa de una afiliación elegida (como por ejemplo la escuela o un partido político). Se les denomina “de pertenencia” porque la persona forma parte a ellos. Una de las características sobresalientes de este tipo de grupos, es que los integrantes del mismo presionan a sus miembros para que éstos adquieran los valores, creencias y actitudes que se esgrimen.

Los grupos de referencia, en cambio, son aquellos que la persona elige para ser modelos a seguir, pero no pertenece a los mismos. El ejemplo más simple en este caso, lo constituyen las bandas musicales como grupos de referencia de los adolescentes.

En muchos casos los grupos de pertenencia y referencia son los mismos; pero en otros, la persona rechaza su grupo de pertenencia por entrar en conflicto con los valores que sostiene el grupo de referencia elegido.

SENTIDO DE PERTENENCIA

Según la filósofa Simone Weil, todo ser humano tiene la necesidad de contar con raíces, y señala que casi la totalidad de la vida moral, intelectual y espiritual de una persona se alcanza a través de los entornos de los que se ha sentido parte.

Sentirnos parte de un todo más grande, nos libera de la soledad y nos hace sentirnos más seguros frente a los desafíos de la vida.

El sentido de pertenencia tiene que ver con sentirse parte de un grupo, una sociedad o de una institución, esto tiene su origen como ya lo decíamos anteriormente en la familia ya que es el primer grupo al que pertenecemos.

Al serle fiel al grupo y siguiendo sus normas se da una identidad y una seguridad, mientras más segura se sienta la persona, más elevado será su sentimiento comunitario y estará más dispuesta a seguir normas de convivencia. En este marco, podemos decir entonces, que el sentido de pertenencia es el sentimiento de aceptación por parte de los demás e implica más allá del hecho de integrar un grupo, una identificación personal, la generación de vínculos afectivos, la adopción de normas y hábitos compartidos, y un sentimiento de solidaridad para con el resto de los miembros. De hecho, cuanto mayor es la identificación que logramos con el grupo, mayor es también la tendencia a adoptar los patrones característicos de este.

El principal y más importante núcleo de configuración de este sentido es la familia. Un niño que se siente aceptado y querido en casa, suele tener mucha más facilidad para socializar e integrarse a otros grupos. Por lo tanto, los padres tienen en sus manos la clave para facilitar la futura vida de relación de sus hijos.

Con toda la carga afecto-cognitiva que conlleva el sentido de pertenencia, es el elemento arraigante y movilizador de la actividad grupal, y lo que es más importante, constituye un generador de valencias y cohesión intragrupal.

El sentido de pertenencia a la sociedad constituye un eje central de las distintas definiciones de cohesión social. Es, en última instancia, un componente subjetivo compuesto por percepciones, valoraciones y disposiciones de quienes integran la sociedad.

El desarrollo intensivo actual de la industria cultural hace que muchos grupos, sobre todo de jóvenes, constituyan verdaderas “tribus urbanas”, con un muy fuerte sentido de pertenencia, códigos lingüísticos y estéticos propios, pero refractarios hacia quienes no integran el grupo. La diversificación de estos consumos culturales segmenta a la sociedad, pero intensifica los vínculos de públicos particulares. En otro sentido, la violencia urbana también opera con reglas de pertenencia, rituales y formas internas de cohesión, si bien es un evidente problema desde la perspectiva de la norma social (Calderón, Hopenhayn y Ottone, 1996).

El sentido de pertenencia social depende de muchos factores y se promueve desde diversas instancias. El fortalecimiento de lo común puede concretarse en el uso y cuidado de espacios comunes como la ciudad y el medio ambiente; el acuerdo respecto de ciertos valores de convivencia, tales como la tolerancia ante la diversidad y la reciprocidad en el trato; una participación más amplia en instancias de deliberación y en la expresión pública de aspiraciones y visiones de mundo; el combate a la violencia doméstica; la humanización de los principales espacios de socialización —familia, vecindario, trabajo y escuela— y el acceso difundido a los productos culturales. Hay sociedades en las que el componente religioso es muy fuerte y garantiza tanto la comunidad de valores como el sentido de pertenencia, excluyendo de esa comunidad a quienes no comparten esas creencias religiosas. No es el caso de los países de la región donde, en mayor o menor grado, las dinámicas modernizadoras y la secularización del Estado desplazan hacia otros ámbitos los sentidos de pertenencia.

La titularidad de los derechos sociales encarna la efectiva pertenencia a la sociedad, pues implica que todos los ciudadanos estén incluidos en la dinámica del desarrollo y gocen del bienestar que este desarrollo promueve. Supone un freno a las desigualdades económicas mediante la acción deliberada del Estado, pues tales desigualdades, más allá de cierto punto, privan a muchos miembros de la sociedad de una real pertenencia a esta. Supone además un reconocimiento de todos los miembros de la sociedad sin distinciones de género, raza, etnia, edad, grupo socioeconómico o localización geográfica. En este sentido, ser pobre no es solo una condición socioeconómica, sino una privación de ciudadanía, por cuanto remite a la falta de titularidad de derechos sociales y de participación en el desarrollo.

En todos estos casos, lo que buscamos es responder a una de las necesidades más esenciales del ser humano: reconocimiento e identidad.

Por eso, cuando por algún motivo esto no ocurre, o el sentimiento de identidad es débil, las personas tienden a buscar falsos grupos de pertenencia, que aparecen en su vida en forma pasajera y que no logran más que una “ilusión de reconocimiento”.

Erróneamente muchas personas piensan que vistiendo o hablando de una determinada forma, escuchando un tipo particular de música, o moviéndose en ciertos ambientes, van a lograr por fin un sentido de pertenencia. Sin embargo, solo logran una especie de máscara, una identidad quebradiza e inestable, que jamás alcanza la solidez de aquella que se logra en relación con una familia o con un grupo donde los vínculos son más profundos y la historia común es más extensa.

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