Predicción De La Conducta
Enviado por anetteolvera • 11 de Noviembre de 2012 • 6.680 Palabras (27 Páginas) • 984 Visitas
LA PREDICCIÓN DE LA CONDUCTA A
TRAVÉS DE LOS CONSTRUCTOS QUE
INTEGRAN LA TEORÍA DE ACCIÓN
PLANEADA
Amparo Carpi Ballester y Alicia Breva Asensio
Universidad Jaume I (Spain)
Universidad de Sevilla (Spain)
La diversidad de factores que intervienen en el inicio, mantenimiento y finalización de una conducta
específica confiere a la misma un carácter de complejidad, siendo objeto de la psicología el estudio de los
distintos procesos que la integran. El comportamiento humano es directamente observable, no así los
procesos psicológicos que se desencadenan antes, mientras o después de la ejecución del mismo. No
obstante, el conocimiento de dichos factores es un tema fundamental en el ámbito de la psicología. En este
orden de cosas, la psicología trata de comprender, es decir, explicar el comportamiento, y predecirlo con
anterioridad a que éste se lleve a término. Se trata de anticiparnos a los hechos, conociendo con qué
probabilidad se va a desencadenar una conducta, y bajo qué condiciones, tanto individuales, como
ambientales. Esta predicción no es una tarea fácil debido a la diversidad de factores que están implicados en
la manifestación de un comportamiento. Desde el principio de la evolución filo y ontogénetica, la
anticipación a los acontecimientos, es decir, la predicción de los mismos, ha permitido la supervivencia de
los organismos. Por tanto, no resulta difícil aceptar la importancia que presenta para la disciplina psicológica
la predicción de la conducta antes de que ésta se lleve a cabo. No obstante, esta predicción es un trabajo
arduo, ya que hay que delimitar de forma clara qué factores intervienen dentro de un contexto
determinado.
De un modo muy general, podemos considerar que la conducta humana se puede predecir atendiendo a
factores psicológicos y sociales. Por lo que se refiere a los factores psicológicos, podemos diferenciar entre
características afectivas (ej. estados de ánimo y emociones) y cognitivas (ej. creencias y expectativas). Por lo
que se refiere a los factores sociales (ej. redes y normas sociales), éstos actuarán facilitando o inhibiendo la
manifestación de una conducta dada. Todos los factores comentados deben ser considerados a la hora de
predecir la aparición, el mantenimiento o la extinción de una conducta en un contexto determinado.
La mayoría de investigaciones que se han centrado en este campo, es decir, en el estudio de los distintos
factores que pueden predecir el comportamiento, ha dado una relevancia especial a los factores cognitivos,
y, especialmente, a las actitudes. Así, observamos como los otros factores implicados en la aparición,
mantenimiento o extinción de una conducta, factores sociales y afectivos, quedan relegados, en muchas
ocasiones, a un segundo lugar.
Cuando se hace referencia a la necesidad de conocer la actitud para poder predecir la conducta que la
persona podría o no realizar, hay que determinar si dicha conducta es general o específica. En este sentido,
resulta de poca utilidad predecir una conducta específica (dejar de fumar) a partir de una actitud general
(valorar positivamente la salud) y viceversa, de una conducta concreta (no abandonar el consumo de
tabaco) no se puede desmentir una actitud general (menospreciar la salud). En la probabilidad de ejecución
de un comportamiento concreto ha de tenerse en cuenta el tipo de conducta, el objeto hacia el cual se
dirige la misma, el lugar donde se lleva a cabo y el momento en el que transcurre la acción (Morales, Moya y
Rebolloso, 1994). Los distintos elementos que influyen en el inicio de una acción nos conducen a valorar las
distintas creencias que están en juego, y no atender tan sólo a una creencia general, ya que no se otorga el
mismo grado de aceptación o rechazo a cada uno de los componentes específicos que la conforman. Por
ejemplo, conocer la actitud favorable hacia la salud coronaria puede decirnos muy poco sobre las conductas
específicas que el individuo realizará para mantenerla. Así, no podemos conocer de antemano si, un
individuo, tras adoptar una actitud positiva hacia la salud coronaria, va a abandonar el hábito tabáquico,
practicar ejercicio físico, eliminar el consumo de grasas, etc. El conocimiento del mayor número de creencias
específicas sobre la conducta, conjuntamente con el efecto de la valoración de las mismas, va a permitir una
mejor predicción de la actitud y, por tanto, de la intención concreta de llevarla a término.
Pero la actitud no es la única variable que tiene que tomarse en consideración para explicar el
comportamiento. Según Fishbein y Ajzen (1975) en su Teoría de Acción Razonada (TAR) varios factores
anteceden y explican el comportamiento humano. Concretamente, esta teoría trata de explicar las
conductas que están bajo control consciente de los individuos a partir de distintos determinantes que la
preceden y la explican. Para estos autores el determinante inmediato de la conducta no es la actitud
propiamente dicha, sino la intención de realizarla. A su vez, la intención de conducta tiene dos precursores
que la explican; uno estrictamente individual, como es la actitud acerca de la conducta, y otro de carácter
colectivo y social, que hace referencia al contexto socio-cultural del individuo, acuñado como norma
subjetiva (Fishbein y Ajzen, 1975; Ajzen 1989; Morales, Rebolloso y Moya 1994) (ver figura 1). Tanto la
actitud como la norma subjetiva están determinadas por otros factores que las anteceden, y que nos ayudan
a comprender la conducta. Por lo que se refiere a la actitud, ésta viene determinada por cada una de las
creencias que la persona posee hacia el objeto (sea cosa, persona o institución) y la evaluación
positiva/negativa realizada hacia cada una de esas creencias. Esta evaluación es el componente afectivo de
la actitud, determinando la motivación y la fuerza de la intención de conducta. Se pueden poseer distintas
creencias pero éstas, por sí solas, no conducen a la acción. Una evaluación alta de las mismas por parte de
un individuo indica la importancia que tienen para él y el grado de compromiso con ellas.
Figura 1
Teoría de la Acción Planeada
Las creencias varían en función de su origen; distintos procesos pueden intervenir en la formación de las
mismas. Así, nos encontramos que las creencias pueden conformarse a partir
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