Prefacio A La Edicion De 1976 El Gen Egoísta
Enviado por • 8 de Mayo de 2015 • 1.136 Palabras (5 Páginas) • 161 Visitas
PREFACIO A LA EDICIÓN DE 1976
El presente libro debiera ser leído casi como si se tratase de ciencia-ficción. Su
objetivo es apelar a la imaginación. Pero esta vez es ciencia. «Más extraño que la ficción»
podrá ser o no una frase gastada; sirve, no obstante, para expresar exactamente cómo me
siento respecto a la verdad. Somos máquinas de supervivencia, vehículos autómatas
programados a ciegas con el fin de preservar las egoístas moléculas conocidas con el
nombre de genes. Ésta es una realidad que aún me llena de asombro. A pesar de que lo sé
desde hace años, me parece que nunca me podré acostumbrar totalmente a la idea. Una de
mis esperanzas es lograr cierto éxito en provocar el mismo asombro en los demás.
Tres lectores imaginarios miraron sobre mi hombro mientras escribía y ahora les
dedico el libro a ellos. El primero fue el lector general, el profano en la materia. En
consideración a él he evitado, casi en su totalidad, el vocabulario especializado y cuando
me he visto en la necesidad de emplear términos de este tipo, los he definido. Me
pregunto por qué no censuramos, asimismo, la mayor parte de nuestro vocabulario
especializado en nuestras revistas científicas. He supuesto que el lector profano carece de
conocimientos especiales, pero no he dado por sentado que sea estúpido. Cualquiera
puede difundir los conocimientos científicos si simplifica al máximo. Me he esforzado
por tratar de divulgar algunas nociones sutiles y complicadas en lenguaje no matemático,
sin por ello perder su esencia. No sé hasta qué punto lo he logrado, ni tampoco el éxito
obtenido en otra de mis ambiciones: tratar de que el presente libro sea tan entretenido y
absorbente como merece su tema. Durante mucho tiempo he sentido que la biología
debiera ser tan emocionante como una novela de misterio, ya que la biología es,
exactamente, una novela de misterio. No me atrevo a albergar la esperanza de haber
logrado comunicar más que una pequeña fracción de la excitación que esta materia
ofrece.
El experto fue mi segundo lector imaginario. Ha sido un crítico severo que contenía
vivamente el aliento ante algunas de mis analogías y formas de expresión. Las frases
favoritas de este lector son: «con excepción de», «pero, por otra parte», y «¡uf!». Lo
escuché con atención, y hasta rehice completamente un capítulo en consideración a él,
pero al fin he tenido que contar la historia a mi manera. El experto aún no quedará del
todo satisfecho con mis soluciones. Sin embargo, mi mayor esperanza radica en que aun
él encontrará algo nuevo; una manera distinta de considerar conceptos familiares, quizás,
o hasta el estímulo para concebir nuevas ideas propias. Si ésta es una aspiración
demasiado elevada, ¿puedo, al menos, esperar que el libro lo entretendrá durante un viaje
en tren?
El tercer lector en quien pensé fue el estudiante, aquel que está recorriendo la etapa
de transición entre el profano y el experto. Si aún no ha decidido en qué campo desea ser
un experto, espero estimularlo a que considere, una vez más, mi propio campo, el de la
zoología. Existe una razón mejor para estudiar zoología que el hecho de considerar su
posible «utilidad» o la de sentir una simpatía general hacia los animales. Esta razón es
que nosotros, los animales, somos el mecanismo más complicado y más perfecto en
cuanto a su diseño en el universo conocido. Al plantearlo de esta manera es difícil
comprender el motivo por el cual alguien estudia otra materia. Respecto al estudiante que
ya se ha comprometido con la zoología, espero que mi libro pueda tener algún valor
educativo. Se verá obligado a recorrer con esfuerzo los documentos originales y los libros
técnicos en los cuales se ha basado mi planteamiento. Si encuentra que las fuentes
originales son difíciles de asimilar, quizá mi interpretación,
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