Proceso de un Duelo Emocionalmente Truncado

Proceso de un Duelo Emocionalmente Truncado

Selena Mirna Rayas Pizano

Universidad Autónoma de Baja California

Proceso de un Duelo Emocionalmente Truncado

Las personas que no quieren aceptar la pérdida de algún ser querido sufren un bloqueo emocional debido a que presentan una fase llamada “duelo ausente” o “duelo inhibido” (Rojas, 2008, p.41), el cual les impide digerirlo de forma normal (Gómez, 2004).

Una idea bastante aceptada es que para conseguir un restablecimiento del equilibrio psicológico tras la pérdida y el restablecimiento del estilo de vida que incorpore los cambios derivados de la misma, es necesario pasar por el proceso de duelo, es decir, pasar por una fase de pena y dolor intenso. (Feliciano y Triadó, 2014, p.330)

Las posibles complicaciones que puedan surgir dependen de factores como “la cercanía de la persona perdida, la naturaleza y el estilo de dicha relación, las circunstancias del fallecimiento o la edad de quien se ha marchado”. (Rosique, s.f.) Lo  que no es normal es cuando estos sentimientos son reprimidos o bloqueados ya sea por el fuerte impacto que ésta pérdida significa o por no mostrar debilidad ante la familia o amigos. Es en este caso cuando el proceso de duelo se convierte en uno anormal por la “ausencia de manifestaciones de pesar” (Macías y Parrado, 1999). “La reacción ante la pérdida no aparece, la persona actúa como si no hubiera pasado nada” (Menéndez, s.f.), que es lo que se explica enseguida:

Primero hay que definir el concepto de duelo, que podría ser: objeto o evento significativo. Incluye componentes físicos, psicológicos y sociales, con una intensidad y duración proporcionales a la dimensión y significado de lo perdido, y en principio no requiere del uso de psicofármacos ni de intervenciones psicológicas para su resolución. (Sánchez, 2002, p.248)

Existen diferentes tipos de duelo complicado, entendiendo duelo complicado como “aquel que por las características propias de la pérdida, de la persona afecta o del entorno, cumple los criterios que consideramos como de riesgo para no evolucionar normalmente” (Tizón 2006). Se resumen en tres categorías que son: “duelo aplazado o retrasado, duelo ausente o inhibido o duelo crónico” (Martínez, 2006, p.70).  El duelo en el que me centrare es el duelo ausente o inhibido. Este tipo de duelo es en el que existe la “negación del fallecimiento, con esperanzas de que vuelva” (Álvarez y Nuin, 2013, p.8). Este tipo de pena es “un rechazo persistente a demostrar emociones o a sentirse afectado por la perdida”. (Martínez, 2006, p.73)

Dos mecanismos psicológicos pueden explicar este proceso. En la negación reprime inconscientemente todas las emociones relacionadas con el duelo, de tal manera que las personas alrededor no pueden detectar signos de pena. [ . . . ] es una forma de autoprotegerse del inmenso dolor que, en realidad, le embarga. El otro mecanismo es consciente: la evitación. El doliente, de forma deliberada, no permite que sus sentimientos salgan a la superficie y rehúsa hablar de la persona que ha perdido o de la muerte, en general. (Martínez, 2006, p.74)

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