Psicologia Emocional

¿Eres capaz de pasar momentos sin tu pareja y disfrutarlos? ¿Sientes que tu vida no tiene mucho sentido sin la persona que amas? Una relación dónde pierdes tu autonomía ¿merece la pena?

Probablemente en todos nosotros está presente un cierto nivel de dependencia afectiva. El problema se da cuando el sujeto se siente controlado por esa necesidad. El miedo a la pérdida, a la soledad o al abandono contamina el vínculo afectivo y lo vuelve sumamente vulnerable y patológico.

La dependencia emocional es un comportamiento desadaptativo, implica la necesidad afectiva extrema que una persona siente hacia otra a lo largo de sus diferentes relaciones de pareja. Se caracteriza por un comportamiento adictivo en la relación interpersonal, basado en una asimetría de rol (asumen un rol de subordinación) y en una actitud dependiente en relación al sujeto del que se depende. No obstante, su carácter crónico no se basa en la sucesión de dichas relaciones, el dependiente emocional lo es también cuando no tiene pareja, aunque esto no sea lo más habitual porque su patología provoca que busque otra relación desesperadamente. De hecho, una de sus características principales es que no soportan la soledad.

Pese a los sinsabores, la dependencia persiste e incluso aumenta con el tiempo; la ausencia del otro produce síndrome de abstinencia; intentos de suspender la relación inexistentes o infructuosos; inversión de gran cantidad de tiempo y esfuerzo para estar con la pareja a cualquier precio y por encima de todo; y se sigue alimentando el vínculo pese a ser consciente de las graves repercusiones que tiene para uno mismo, ya que se incorporan mecanismos de negación o autoengaño.

Algunas características que suelen ser comunes en los dependientes emocionales son:

• Preocupación excesiva por los vínculos.

• Tendencia a la exclusividad en las relaciones.

• Necesidad de aprobación de los demás.

• Búsqueda de un acceso constante hacia la persona de la cual dependen emocionalmente y urgencia con la que precisan disponer de la presencia del otro.

• Craving y abstinencia, se experimenta un enganche emocional por muy frustrante que sea la relación.

• Ilusión al principio de una relación o cuando conocen a una persona “interesante”. El fantaseo excesivo al comienzo de la relación les suma en un estado de euforia cuando la empiezan y conlleva la idealización excesiva de quien no se conoce bien.

• La pareja suele tener unas determinadas características: personas egocéntricas, con gran seguridad en sí mismas, frías emocionalmente…

• Adopción de posiciones subordinadas en las relaciones, asociado a una progresiva autoanulación personal, una empobrecida autoestima y autoconcepto negativo y posibilidades de sufrir maltrato emocional o físico.

• Las relaciones de pareja atenúan su necesidad, pero siguen sin ser felices. Manifiestan estar tristes y preocupados.

• Estado de ánimo medio disfórico con oscilaciones en función de la propia evolución de su situación interpersonal.

• Sensación de vacío emocional y temor e intolerancia a la soledad.

• Pánico ante la ruptura y gran posibilidad de tener problemas psicológicos en caso de que se produzca.

• Déficit de habilidades sociales, como falta de asertividad.

• Antecedentes personales: carencias afectivas tempranas.

Se estima que más de un 11% de la población sufre en grado severo de dependencia afectiva e incluso porcentajes cercanos al 50% reconocen padecer síntomas de dependencia.

Los factores de protección más importantes frente a la dependencia sentimental son:

• Habilidades sociales e interpersonales adaptativas

• Un buen concepto de uno mismo y una adecuada autoestima.

• Una óptima inteligencia emocional.

• Una identidad psicosocial saludablemente desarrollada en la familia y el grupo de iguales.

• La visión desmitificada de la idealización de las relaciones de pareja.

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