Requerimientos Del Maestro De Español
Enviado por paco1212 • 17 de Julio de 2012 • 3.317 Palabras (14 Páginas) • 498 Visitas
Requerimientos y cualidades del profesor de Español del segundo grado de nivel medio básico
Judith González Pérez*
________________________________________
Introducción
El proceso enseñanza-aprendizaje se efectúa gracias a la interrelación de una trinidad: el alumno, el profesor y la institución. Estas tres instancias van de la mano, sus elementos no tienen existencia sin los otros. Por supuesto, la autodidáctica es un rubro aparte; desafortunadamente México no goza del privilegio de este tipo de educación. Las instituciones educativas de todos los niveles, desde el preescolar hasta el universitario, tienen un prestigio que ha sido ganado a pulso desde que los gobiernos se han preocupado por la educación pública. La infraestructura educativa es vasta, y se ha incrementado durante los últimos años debido al auge de las escuelas privadas. Pero en ambas escuelas –la pública y la privada–, la plantilla de profesores carece, la mayoría de las veces, de la preparación académica y docente idónea; es tristemente comprobable que un licenciado en derecho imparta la asignatura de Psicología, o que un especialista en contaduría enseñe Geografía. Los ejemplos sobran y son el origen de la mala calidad de las clases. De acuerdo con Fromm (1989), es indispensable conocer para amar; y no puede trasmitirse lo que no se ama, porque se ignora.
Aunado a este problema, surge otra situación que impide el desenvolvimiento de la enseñanza: los objetivos educativos se dirigen siempre a los alumnos, pero los profesores rara vez los plantean para sí mismos. De aquí la deficiencia o escasa productividad de su labor: no se fijan estrategias adecuadas, ni se proponen aprender mientras enseñan, sino que, a pesar de las nuevas tendencias educativas –y extrañamente no tan nuevas, pues muchas de ellas se originaron en el siglo xix, como los métodos de Montessori, Piaget y Freinet, entre otros–, recurren al modelo tradicional en el que se obliga a los pupilos a la pasividad y a la mera recepción; no fomentan en ellos las habilidades intelectuales ni les promueven el ejercicio responsable de la libertad, antes bien los limitan y, en el peor de los casos, escarnecen. Por esto, es importante que los docentes se afanen en adecuarse a los distintos niveles de educación y a las diversas características, tanto grupales como individuales, de sus compañeros de trabajo, los discentes, quienes deben ser apreciados como amigos –con las reservas que imponen la autoridad y la solemnidad del aula.
La enseñanza básica en México se divide en primaria y secundaria; esta última es la antesala a la escuela media superior, en la cual el alumno decide la ruta profesional que ha de seguir, no así en la secundaria, durante la cual los adolescentes están tejiendo aún su personalidad bajo la influencia de los buenos y los malos maestros. Este nivel requiere particular atención por parte de directores, trabajadores administrativos, orientadores y maestros debido a los cambios anímicos y físicos de los educandos, que afectan el rendimiento escolar y, en muchos casos, las relaciones interpersonales; esta situación se agudiza durante el segundo grado.
1. Español: una asignatura sin jerarquía
Los planes de las secundarias están encaminados a fomentar los valores, a cumplir compromisos, a establecer responsabilidades. Las asignaturas deberían desempeñar aquí un rol importante que, desafortunadamente, no se lleva a cabo, en la mayoría de los casos, por la negligencia de los profesores, quienes carecen de la preparación ideal para impartir su materia, de sensibilidad para hacer sentir a los demás, o de tacto y esmero para colocar al adolescente en el punto de partida preciso, por el que ha de continuar en su existencia.
Las clases de Español han sido minimizadas en cuanto a importancia. Los profesores olvidan que el lenguaje es un atributo humano,* y que su función comunicativa es esencial para la convivencia armónica de las sociedades. Olvidan también que la literatura es la manifestación de miles de hombres que proyectan, a través de la palabra, sus sentimientos fraguados en distintas épocas. Si esta información no está presente en el momento de dar clase, es posible que el maestro recurra a abstracciones sin fundamento, alejadas del objeto de estudio, la lengua, y que, en consecuencia, abra más la brecha entre el pragmatismo práctico y la teoría fútil (Cf. Castilla del Pino, 1975: 13). Los adolescentes viven velozmente; sus ansias del conocimiento de la vida los llevan a adentrarse en muchas pláticas, de las cuales sacan deducciones o modos de pensar, y se expresan con lenguaje considerado soez e impropio. El profesor de la asignatura de Español ha de saber que puede aprovechar ambas situaciones: la literatura es una conversación que se establece –cada vez que se lee un libro– con personas presentes vía sus letras, de la que pueden extraerse experiencias de vida; y la expresión ruda y agreste sirve, más que para elaborar reportes y dar quejas a los padres, como pretexto para penetrar en el mundo de los significantes con o sin significado y de la plurisignificación del lenguaje.
El docente alejado o separado definitivamente de las letras caerá en el error común de los falsos eruditos: tratar de enseñar, sin haber leído o entendido, la obra de Sor Juana o de Cervantes; al mismo tiempo, criticará las concreciones del habla de los jóvenes, que no son más que meros registros de un grupo social. Y en consecuencia, su clase y su persona se convertirán en los destinos del encono de los muchachos, y con justa razón. Desventuradamente, este es el panorama de la enseñanza de la lengua y de la literatura en el nivel medio básico, salvo poquísimas excepciones. A falta de maestros, el cuerpo directivo de las secundarias opta por dar las horas/clase de Español a cualquier catedrático, aunque su perfil no concuerde; se tiene la creencia de que dar Español es fácil, pues es el idioma que hablamos, y que la literatura es muy sencilla, pues sólo se trata de leer. Debido a estos prejuicios nefastos, la clase de Español está más que degradada. El lenguaje es una valiosa herramienta que sirve para aprehender el mundo y para trasmitir nuestra cosmovisión a quienes nos rodean (Cf. Swadesh, 1984), no es únicamente un cúmulo de sonidos que emiten nuestras gargantas. Sin embargo, sin el análisis útil de la lengua y sin la pasión que originan las letras, la clase de Español es, cierta y tristemente, una pérdida de tiempo.
2. Segundo de secundaria: período escabroso
El alumno se siente intimidado en la secundaria en el primer grado, pero en el segundo, dado el rigor y la falsa disciplina que desemboca en tiranía y represión, experimenta la necesidad de afianzarse y constituirse mediante el
...