Somatización
Enviado por ramicaflor • 10 de Octubre de 2013 • 5.839 Palabras (24 Páginas) • 288 Visitas
ARTICULO ORIGINAL
Somatización: aspectos teóricos, epidemiológicos y clínicos
Somatization: Theorical, Epidemiological and Clinical Aspects
Ramón Florenzano, Claudio Fullerton, Julia Acuña, Rodrigo Escalona
Objective. The purpose of this study is to examine the concept of somatization and contrast this analysis with actual clinical and epidemiological data. Method. Bibliographic Review and presentation of data from the authors empiric research. Results. It stands out the importance of a redefinition of somatization classifications, opening questions for further investigations which explores the comorbidity with depressive, anxious and chronical medical diseases, so as the association with child trauma and sexual abuse, both, frequent antecedents in somatic and borderline patients. Conclusions. Somatic patients would have difficulties in their intentional wish system; somatization is an expression ¬through a somatic way¬ of a psychosocial conflict. Because of this, it is necessary to train medical professionals about the understanding and management of the psycho-social conflict at the base. The study and management of these patients is an excellent field for interdisciplinary work-teams for the design of effective interventions and preventive approaches.
Key words: somatization, psychosomatic disorders, emotional disorders, epidemiology
Rev Chil Neuro-Psiquiat 2002; 40: 47-55
Introducción
La somatización (síntomas corporales sin causas orgánicas documentables) es frecuente en la práctica médica general, presentando síntomas físicos múltiples que generan discapacidad en los pacientes y sobrecarga de los servicios de salud. El Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-IV) ha definido somatización como "un patrón crónico de conducta de enfermedad, con un estilo de vida caracterizado por numerosas consultas médicas y dificultades sociales secundarias"(1).
En el estudio multicéntrico sobre "Síntomas psicológicos en atención primaria", organizado por la OMS y realizado en cinco continentes, encontramos en Santiago de Chile una prevalencia de este trastorno en los consultantes de atención primaria de 17,7%, siguiendo los criterios diagnósticos CIE-10. La prevalencia promedio para todos los centros estudiados fue de 2,7% y se elevó a 8,9% al utilizar los criterios diagnósticos propuestos por Escobar (Somatic Symptom Index) (2). En ese mismo estudio, la población con alguna patología médica crónica presentó un riesgo aun mayor para el cuadro de somatización, con una razón de disparidad ("odds ratio") de 2,02. En la muestra de Santiago de Chile este riesgo fue significativamente mayor, con una razón de disparidad de 13,31, constituyéndose en el segundo cuadro psiquiátrico más importante en comorbilidad con patología médica crónica (3).
Por otro lado los cuadros depresivos mostraron una fuerte asociación con la presencia de múltiples síntomas de somatización (4). El único estudio chileno específico a este respecto es el de tipo descriptivo realizado por Numhauser et al. en Chiloé (5). El número de experiencias traumáticas, su severidad, tipo, la edad en que se producen y la comorbilidad psiquiátrica pudieran representar predictores importantes. Asimismo, la estructura de personalidad de los pacientes pudiera influir en la aparición de síntomas somáticos.
El objetivo de este trabajo de revisión es examinar aspectos teóricos acerca del concepto de somatización y contrastarlos con datos clínicos epidemiológicos recientes, para concluir con referencias a aspectos preventivos y docentes en el tema.
Aspectos conceptuales
Los términos para designar los trastornos de somatización han variado extremadamente en las clasificaciones psiquiátricas. Desde la preocupación histórica de psiquiatras franceses del siglo XIX tales como Charcot acerca de la histeria con sus síntomas neuropsicológicos, el vocablo psicosomático, que había sido utilizado ya por Heinroth en ese mismo siglo, se popularizó en la centuria siguiente, con las clásicas conceptualizaciones de Franz Alexander en las décadas de los años 1930 al 60. Fue luego reemplazado por el de cuadros psicofisiológicos primero y por el de trastornos somatomorfos después en las clasificaciones de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA). El desuso del término se liga a aspectos conceptuales: hablar de psicosomática implica aceptar una visión dualista, reificando la psique y dándole un estatus epistemológico incorrecto.
Esta tendencia al dualismo aparece como una consecuencia del mecanicismo: si las leyes de la mecánica se aplican a todo cuerpo en el espacio, el cuerpo y las acciones corporales humanas serán explicados mecánicamente. Surge entonces la idea de que mientras que la mecánica o la neurofisiología explican algunos aspectos de la vida humana, no explican otros, y por tanto, la vida humana se compone de dos ámbitos, el mecánico y el no mecánico.
El error categorial de lo anterior consiste en una confusión lógica de los conceptos; se considera la totalidad o la clase de los elementos, como un miembro adicional de la clase de la que son miembros los otros elementos. Esto lo ha elaborado Ryle, uno de los autores centrales de la actual teoría de la mente (6): "La representación de una persona como si fuera un fantasma misteriosamente oculto en una máquina deriva de este hecho. Debido a que el pensamiento, el sentimiento y los actos de una persona no pueden describirse únicamente con el lenguaje de la física, de la química y de la fisiología, se supone que deben ser descritos en términos análogos. Como el cuerpo humano es una unidad compleja organizada, la mente humana debe también ser una unidad compleja organizada, aunque constituida por elementos y estructuras diferentes. Como el cuerpo humano al igual que cualquier trozo de materia, está sujeto a causas y efectos, también la mente debe ser sujeta a causas y efectos pero de tipo no mecánico". Antonio Damasio ha revisado la evidencia al respecto (7) ilustrando con casos neuropsiquiátricos cómo alteraciones cerebrales cambian funciones psíquicas complejas, tales como los juicios de valor, y a través de ellos, las conductas éticas.
Lo anterior apunta a la necesidad de una comprensión más profunda de este tipo de trastornos de cuya realidad puede dar fe cualquier clínico. Esta comprensión más profunda, afirmamos, se puede obtener de un concepto que Freud aprendió en su maestro de filosofía, Franz von Brentano: el de intencionalidad. En el caso de la conversión, es claro que el síntoma histérico expresa un deseo oculto al Yo consciente del sujeto, pero su intencionalidad puede ser develada por la interpretación, como lo sostiene Fonagy en una reciente revisión
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