Teoria Sistemica
Enviado por martinmmendez • 9 de Diciembre de 2011 • 2.555 Palabras (11 Páginas) • 1.396 Visitas
Teoría Sistémica
En este documento desarrollaremos brevemente los principales aspectos de la Teoría y de la Terapia Sistémica, si bien existen concepciones y abordajes particulares, hay conceptos básicos comunes que todos los modelos comparten. La principal característica de los mismos es que centran sus objetivos terapéuticos específicamente en la modificación de patrones de interacción entre las personas (Feixas & Miró, 1993).
Los aportes principales que nutren a los modelos sistémicos y que ya forman parte del corpus teórico de la Sistémica vienen tomados de diversos campos y autores, pero sintéticamente podemos englobarlos en:
a. La Teoría General de los Sistemas.
b. La Cibernética.
c. Los desarrollos de los pragmáticos de la comunicación.
d. La psicoterapia familiar
Históricamente el desarrollo de los modelos clínicos sistémicos ha estado unido a la evolución de la terapia familiar. Sin embargo, actualmente el campo de aplicación es mucho más amplio y sobre todo aporta una manera de abordar la realidad social.
Podemos decir que el concepto básico que sirve para unificar las aportaciones de los distintos enfoques es el concepto de sistema. Un sistema es un conjunto de elementos en interacción dinámica en el que el estado de cada elemento está determinado por el estado de cada uno de los demás que lo configuran.
1. La Teoría General de los Sistemas
La Teoría General de los Sistemas (Bertalanffy, 1968) es un enfoque interdisciplinario y por lo tanto aplicable a cualquier sistema tanto natural como artificial. Se han dado muchas definiciones diferentes de sistemas, nosotros entenderemos sistema como un conjunto de objetos o elementos que se relacionan entre si (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1967). Además del concepto
de relación, Bertalanffy (1968) destacó el concepto de interacción, definiendo al
sistema como un conjunto de elementos que interactúan entre sí, presuponiendo de este modo, la existencia de una interdependencia entre las partes y la posibilidad de un cambio a través de la reversibilidad de la relación. En función de la definición que hemos dado podemos imaginar infinidad de sistemas, de hecho no existe en el mundo nada que no forme parte de algún sistema desde esta conceptualización.
Cada una de las partes que encierra un sistema puede ser considerado un subsistema, es decir un conjunto de partes e interrelaciones que se encuentran
estructural y funcionalmente dentro de un sistema mayor y que posee sus propias características. Así podemos decir que los subsistemas son sistemas más pequeños dentro de sistemas mayores (Bertalanffy, 1968).
En la medida que desintegramos el sistema en subsistemas, vamos pasando de una complejidad mayor a una menor. A la inversa, a medida que integramos subsistemas en sistemas mayores, vamos ganando una mayor compresión del todo y las interrelaciones de sus partes.
Es importante diferenciar los sistemas abiertos de los cerrados, siguiendo a conceptualización clásica de Bertalanffy (1968), un sistema cerrado es aquel que no intercambia información con el medio, a diferencia de los sistemas abiertos que están intercambiando constante información o energía de algún tipo con el medio o con otros sistemas. El intercambio es de tal naturaleza que logra mantener alguna forma de equilibrio continuo o estado permanente y las relaciones con el medio, son tales que admiten cambios y adaptaciones.
Las tres propiedades principales de los sistemas abiertos son:
a. Totalidad.
La propiedad de totalidad de los sistemas abiertos se vincula con el concepto de relación entre las partes. Los elementos de un sistema se encuentran en una relación tal, que la modificación de un elemento o alguna relación dentro del sistema provoca la modificación de todo el sistema. Esto equivale a decir que el sistema se comporta como inseparable y coherente, por lo que los factores o elementos no pueden variar independientemente sin ondicionar al todo.
b. Retroalimentación o feedback.
La propiedad de la retroalimentación que se conceptualizó primeramente a partir de desarrollos de la ingeniería aeronáutica y se extendió rápidamente a diversos ámbitos, es la base de la circularidad, característica propia de los procesos interactivos de los sistemas abiertos. En todo sistema abierto, a partir de una información emitida existe cierta información de retorno, que regresa del receptor al emisor y permite la comunicación y el intercambio.
Existen dos tipos de feedback, uno denominado positivo y otro negativo, en función de los efectos que esta información de retorno tenga en el sistema:
• Mantener la estabilidad -homeostasis- del sistema y es por tanto de tipo negativa, ya que dice no al cambio.
• Provocar una pérdida en la estabilidad del sistema, generando algún cambio, este tipo de información es de tipo positiva, ya que le dice sí al cambio.
Debido a que los sistemas abiertos intercambian información continuamente en su interior y con el exterior, cada una de ellas deberá ser retenida, elaborada y comparada con los modelos organizativos que basándose en este proceso, podrán tener una confirmación u homeostasis, o recibir una información que permita el cambio o la transformación (Bertalanffy, 1968).
Tanto la homeostasis, como la transformación, constituyen dos procesos complementarios para la vida del sistema. Cuando esta autorregulación no funciona correctamente las consecuencias pueden ser, que predominen los procesos transformativos que pueden llevar a la disolución del sistema, o que se produzca un endurecimiento del sistema que pierda flexibilidad y capacidad adaptativa, proporcionando respuestas repetitivas, cada vez menos eficaces y coherentes.
Los sistemas abiertos tienden a moverse hacia niveles cada vez más complejos de organización y por ende, el concepto de feedback positivo no lleva necesariamente a la desorganización o a la destrucción del sistema; sino que mediante la amplificación de la diferencia, permite explicar el crecimiento, el aprendizaje y la evolución del sistema. La retroalimentación negativa tiene una función de control y de mantenimiento del equilibrio interno del sistema, insertando en el mismo, al tiempo. De este modo podemos referirnos a la homeostasis como a una tendencia a un estado estacionario del sistema, teniendo presente que éste será diferente en un tiempo dado respecto al precedente o al siguiente (Johansen Bertoglio, 1997).
c. Equifinalidad.
La equifinalidad hace referencia a los procesos y a cómo estos fueron llevados a cabo. En un sistema abierto, autorregulado y circular, los resultados no son provocados por las condiciones iniciales sino por la naturaleza
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