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Violencia En La Cancha


Enviado por   •  18 de Junio de 2014  •  1.266 Palabras (6 Páginas)  •  227 Visitas

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'Barras bravas', entre el fanatismo y la muerte

Esta fue la despedida en El Campín, en Bogotá, de Óscar Eduardo Sandino, un hincha de Millonarios asesinado en Cali.

Foto: Diego Santacruz / EL TIEMPO

La erradicación de la violencia estaría en manos del Estado que posee las herramientas para hacerlo.

Grupos de patoteros enfundados en divisas deportivas asesinan a tres personas en una geografía barrial, distante del marco de competencia. Y sin derrotas como excusa: no había partido. ¡Qué tema! Brota la angustia ciudadana, se enciende la alarma de las madres, de los padres (¿a dónde irá a parar esta espiral...?, ¿cuántos muertos tendremos que llorar...? ¿Será mi hijo el próximo...?).

Desde luego, la postergación del partido Millonarios-Nacional no es la solución al problema de la violencia en el fútbol. Pero no es racional celebrar un baile en casa mientras velamos a la abuela. Mejor suspender el baile. La muerte es una instancia tan severa... Merece, al menos, el respeto del recogimiento, del silencio de El Campín. ¿O el show debe continuar siempre...?

Es difícil endosarle al fútbol la culpa del homicidio de tres hinchas acaecido muy lejos del estadio y en un día sin actividad. Que un grupo de salvajes ande por ahí matando gente vestido con camiseta de Millonarios no es exactamente atribuible al fútbol. Este juego no fabrica delincuentes, aunque es evidente que presta su casa para que el germen se desarrolle y luego se traslade a otros escenarios. Y se da por la permisividad de las autoridades.

El fútbol en sí mismo no genera violencia, sino alegría, emoción. Hay una violencia social, sobre todo urbana, que encuentra en la popularidad del fútbol un canal ideal para expresar su agresividad. Subirse al fútbol es sencillo. No hay demasiados requisitos, se compra una entrada (o se la consigue de otra forma menos decente) y luego es cuestión de tomar una puntita de la bandera y empezar a fabricar fervor. Cuanto más empeño se muestra en el asunto, más apto se es. Y si arma broncas, ya puede calificar como miembro de la barra.

Hay que crear un registro de hinchas violentos. Estos sujetos que el lunes mataron a dos jóvenes (¿eran barrasbravas también...?) y antes habían asesinado a un señor de 66 años van al fútbol, seguro han protagonizado incidentes, disturbios, peleas y demás. Ingresarlos en el registro es sacarles tarjeta roja. Para empezar, no deben entrar más a los estadios. A partir de la identificación se les aplica el derecho de admisión.

En derredor de la pasión que despierta este juego, y del dinero que moviliza, se han creado la industria del apriete, el negocio del matonismo. ¿A cuánto cotiza hoy la amenaza...? Bien, bien, va en alza... Cuanto más duros nos ponemos, más nos dan. Es la lógica de los violentos. Los dividendos los obtienen cuando los llaman “a dialogar”.

La erradicación de la violencia no está en manos de la dirigencia del fútbol. Error. Es el Estado quien posee las herramientas para hacerlo: las fuerzas de seguridad, el Congreso, que sanciona las leyes, y la justicia. A la Nación le corresponde velar por la seguridad interior.

Los dirigentes de la federación y de los clubes sí pueden colaborar. Y deben hacerlo, naturalmente. Pero sus posibilidades de éxito son ínfimas. En Inglaterra, el ‘hooliganismo’ fue combatido por el Gobierno. La asociación del fútbol tuvo que acatar sus dictados y cooperar, pero no enfrentarse a los malvivientes.

Algo similar ocurre con los periodistas. Debemos comprometernos informando sobre los hechos de violencia relacionados con el fútbol, si acaso investigando, pero hay un límite: el periodista no puede ir a enfrentar a estos salvajes, reducirlos y arrestarlos. Tampoco sancionarlos. Son los estamentos del Estado los encargados.

Colombia está todavía en una fase de violencia futbolera que, si bien no

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