Violencia En Las Escuelas:un Gran Desafío
Enviado por Nellusca • 22 de Noviembre de 2013 • 4.224 Palabras (17 Páginas) • 423 Visitas
M. ABRAMOVAY
REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIÓN. N.º 38 (2005), pp. 53-66
VIOLENCIA EN LAS ESCUELAS: UN GRAN DESAFÍO
Miriam Abramovay *
SÍNTESIS: A lo largo de las últimas décadas, América Latina está siendo
identificada como un ejemplo de los fenómenos de desigualdad y de
exclusión social que existen en el mundo. Los jóvenes latinoamericanos,
y de manera destacada los de edades comprendidas entre los 15 y los 24
años, constituyen la franja de población que está más expuesta a la
violencia, ya sea como víctimas, ya sea como agentes.
La violencia afecta de modo especial el ambiente escolar. El deterioro de
las relaciones perjudica la calidad de las clases y el desempeño académico
de los alumnos.
Además de tener efecto sobre la calidad de la enseñanza y sobre el
desarrollo académico, la «atmósfera violenta» de la escuela afecta el ejercicioprofesional del equipo técnico-pedagógico. Ese ambiente influye en
la percepción que los alumnos tienen del espacio físico de la escuela, lo
que modifica la idea que ellos se hacen de la administración escolar, y
también en la de sus impresiones sobre los propios colegas. Un ambiente
escolar hostil perjudica las relaciones entre las personas que componen
la escuela (profesores y alumnos, profesores y administración, alumnos
y alumnos, y alumnos y administración).
Sin duda, la violencia, hoy en día, es uno de los factores que más peso
tiene en la baja calidad de la enseñanza. A partir de tal premisa, todos
somos víctimas. De una u otra forma, nuestras vidas cotidianas se ven
alteradas por escuelas que las circunstancias han convertido, en casos
extremos, en verdaderos campos de batalla. Por ese motivo, es del todo
necesario fijar la atención en las experiencias que tienen la capacidad de
estimular la promoción de nuevas formas de cambio y de transformación
global.
1. PRESENTACIÓN
En el mundo de hoy, y de forma paulatina, las fronteras entre lo
local y lo global se están volviendo menos definidas. Ese fenómeno es
digno de tenerse en cuenta, sobre todo en regiones y en países donde se
constata una creciente desigualdad socioeconómica, vinculada a la
sucesión cada vez más frecuente de hechos de violencia. Dichos actos
están aumentando de manera progresiva, pasando a ocupar espacios
antes protegidos. Es por esa razón por la que muchos gobiernos reconocen
la violencia como un hecho presente, como parte de nuestras vidas
cotidianas. Tal circunstancia se encuentra fuertemente entrelazada en la
trama de las relaciones sociales.
A lo largo de las últimas décadas, América Latina (AL) viene
siendo reconocida como un ejemplo de ese fenómeno de profunda
desigualdad y de exclusión social. Muchos estudios han identificado
dicha situación en AL, donde los actos de violencia ocurren en proporciones
preocupantes. Los jóvenes latinoamericanos, y, dentro de ellos, los
comprendidos entre los 15 y los 24 años, constituyen la franja de edad de la población más expuesta a la violencia, ya sea como víctimas, ya sea
como agentes. En términos de muertes causadas por los factores
llamados externos (homicidios, accidentes de tránsito y suicidios), los
datos cuantitativos correspondientes a la mencionada franja de edad son
elevados, hasta el punto de colocar los índices de la región entre los más
altos del mundo.
Las escuelas latinoamericanas no son inmunes a esa violencia.
La escuela todavía es vista como una de las pocas vías concretas de
cambio y de movilidad social disponibles para una gran parte de la
población. La idea de que la escuela es un sitio que debe ofrecer
protección, y de que también es un lugar que tiene que ser preservado
por la sociedad, ya no corresponde a la realidad de la mayoría de los
establecimientos escolares. Por tal razón, las escuelas muchas veces se
ven transformadas en lugares peligrosos, en los que ocurren robos,
homicidios, abusos sexuales, amenazas y daños a bienes materiales, así
como formas aún más brutales de violencia. Situaciones de dicha
naturaleza se producen tanto dentro de las escuelas como en sus
proximidades. Cada día comprobamos que existen escuelas que se
transforman en verdaderas prisiones, bien por lo que respecta a su
apariencia, bien en cuanto a su estructura física. Cercadas por rejas de
hierro, algunas llegan a ser monitoreadas sin disimulo por cámaras de video,
o por la presencia de la policía o de guardias de seguridad privada.
2. ESTRUCTURA CONCEPTUAL
El tópico de la violencia escolar fue incluido en los escenarios
nacional e internacional como uno de los grandes desafíos a los que hay
que enfrentarse en el establecimiento de una Cultura de Paz. Ese tema
está rodeado por grandes dificultades, en términos de la formulación de
conceptos y de explicaciones sobre los orígenes y las causas de los actos
violentos practicados en el ambiente escolar.
Para entender tales dificultades, debe ponerse atención en el
hecho de que el vocablo «violencia» posee múltiples significados. Esa
palabra incorpora una gran diversidad de sentidos, definidos en términos
históricos y culturales (Chesnais, 1981; Dupâquier, 1999), que cubren
también una definición generalista, y que incluye muchas situaciones,
que van desde pequeñas infracciones y ataques a bienes materiales,
hasta situaciones que representan riesgo para la propia vida. Estas son
las realidades y las manifestaciones de las distintas y diferentes formas
de violencia.
Pese a la complejidad del término y a la dificultad conceptual
que lo rodea, existe un punto de consenso básico. Dicho punto consiste
en que todo y cualquier acto de agresión –física, moral o institucional–
dirigido contra la integridad de uno o de varios individuos o grupos, es
considerado como acto de violencia (Abramovay y Rua, 2002).
Partiendo del citado consenso, la literatura especializada orientada
de forma específica a la cuestión de la violencia escolar, fue
formulada, a lo largo de los años, a partir de diferentes puntos de vista y
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