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Virtudes intelectuales y morales


Enviado por   •  27 de Octubre de 2014  •  Informe  •  1.991 Palabras (8 Páginas)  •  1.037 Visitas

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Virtudes intelectuales y morales

Hasta ahora he hablado indiferenciadamente de las virtudes, sin referirme a la

diferenciación entre virtudes intelectuales y morales. Ambas son hábitos, pero de diferente tipo. No puedo hacer aquí una tipología completa de esos dos tipos de hábitos, sino sólo un distingo tendencial, que aluda a algunas marcas o características que diferencien estas dos virtudes.

a) Virtudes morales, virtudes intelectuales y emociones

Una primera diferencia entre ambos tipos de virtudes proviene de la distinta relación que tienen las virtudes morales y las intelectuales con el ámbito de la emocionalidad.

Las virtudes morales, por su propia naturaleza, están directamente involucradas con el ámbito de la emocionalidad, que es la fuente de los deseos y pasiones. Los hábitos morales se anclan muy cerca del núcleo de las personas, por así decir, ya que involucran su esfera emocional.

Por ejemplo, una diferencia entre ser generoso y ser un brillante matemático es que en el caso del segundo, por ser un hábito intelectual puro con una conexión muy pobre con el ámbito de la emocionalidad, se puede ser al mismo tiempo un gran matemático y un individuo corrompido. El desarrollo de hábitos intelectuales no involucra el ámbito de las emociones, de las pasiones y de los deseos de un sujeto de la misma manera, directa, que el desarrollo de hábitos morales, como por ejemplo la generosidad. Por lo mismo, los hábitos intelectuales, por muy importantes que sean, no guardan el mismo tipo de conexión con el núcleo íntimo de un sujeto que los hábitos morales.

En general, los hábitos intelectuales también involucran al sujeto y a su emocionalidad de manera directa o indirecta, pero nunca en la misma medida que los hábitos de tipo moral, como la generosidad, la justicia, la moderación, etc. Si se atiende a este aspecto, se puede decir que las virtudes morales, por así decir, comprometen el núcleo más íntimo del sujeto, aquello con lo que el sujeto se identifica más íntimamente.

b) Diferencia entre virtudes morales e intelectuales por el modo de adquisición

En principio, ambos tipos de hábitos se desarrollan de la misma manera: a través de la repetición de actos que se van sedimentando en los hábitos correspondientes. Y en ambos casos, en el desarrollo de hábitos morales e intelectuales, intervienen tanto un componente de habituación como un componente de instrucción intelectual. La diferencia consiste en la importancia de estos dos componentes en cada caso.

Cuando se educa moralmente a los niños, se les dan ejemplos y se les mueve a hacer ciertas cosas, pero además se los instruye verbalmente: se les dice "bien" o "mal", "feo" o "lindo", se los aprueba y reprueba verbalmente. En el caso de los hábitos morales, es el desarrollo de hábitos tal lo que está en primer plano y la instrucción verbal opera sólo como refuerzo. El componente de instrucción intelectual verbal es sucedáneo respecto del otro y no lo puede reemplazar nunca.

En cambio, en el caso de los hábitos intelectuales, esta relación se altera, es decir, el componente de instrucción verbal obtiene el protagonismo, aunque no tanto que desplace por completo al proceso de habituación como tal. Incluso en una materia tan teórica como las matemáticas, además de las explicaciones que hay que entender, existe una amplia gama de trabajos dirigidos a la ejercitación, porque no basta, por ejemplo, haber entendido el teorema de Pitágoras cuando lo explicó el profesor, sino que hay que poder aplicarlo como el profesor y para eso hay que ejercitarse.

Entonces, incluso en estos hábitos, el componente de habituación acompaña también al de instrucción verbal e intelectual. Pero la proporción de estos dos componentes se altera dramáticamente en el ámbito de la educación propiamente moral, en la que la instrucción verbal e intelectual librada a sí misma es totalmente ineficaz y, es más, suele ser contraproducente. No hay nada peor en el ámbito de la moral que decirle al niño que está bien que sea generoso, pero permitirle que sea avaro con sus hermanos, por ejemplo. No sólo no se educa la generosidad, sino que también el niño se deforma, porque empieza aprender muy rápidamente que hay que hacer una cosa y decir otra. Entonces se desarrolla el hábito de mentirse a sí mismo, que es una de las cosas que los jóvenes denuncian generalmente en el ámbito moral: que la gente predica cosas que no está dispuesta a realizar. Cuando los jóvenes dicen que "no están ni ahí" con la moral, tengo la impresión de que apuntan realmente a esto, a que notan que la gente predica principios muy nobles, muy altos, muy exigentes, que después poco y nada tienen que ver con lo que su ejemplo delata. Se habla del amor al prójimo, pero por la calle se opera como un cavernícola, etc.

Este tipo de asimetría no sólo resulta totalmente ineficaz en la formación de hábitos de otros sujetos, sino al mismo tiempo contraproducente, en la medida en que forman al mismo educador en el hábito del doble discurso o del doble estándar.

Propiedades de las virtudes morales

a) Doble relatividad de la virtud moral

Un aspecto importante que caracteriza a las virtudes morales, y que además las diferencia de las intelectuales, es la doble relatividad que posee la virtud ética como hábito del carácter. Esto también vale para los vicios morales, pero estamos concentrados en la virtud.

¿A qué se refiere esto de la doble relatividad de las virtudes morales? Las virtudes éticas son hábitos del carácter, específicamente vinculados o internamente referidos, por un lado, a un tipo de situaciones y, por otro, a un tipo de emoción o de respuesta emocional. Aristóteles formula esto diciendo que el ámbito de referencia propio de las virtudes éticas son, por un lado, las acciones o las situaciones de acción y, por otro, las emociones o pasiones. Las virtudes morales, los hábitos morales, están referidos a situaciones de acción y a determinadas emociones. Por ejemplo: la valentía, como cualquier virtud ética, es un hábito

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