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Enviado por   •  13 de Noviembre de 2012  •  8.128 Palabras (33 Páginas)  •  370 Visitas

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Wallon, Henri (1879 – 1962).

1. Psicólogo francés, de orientación marxista, que se caracteriza por una concepción dialéctica del desarrollo psicológico del niño opuesta a un estudio dicotomizador del mismo, y por una preocupación por los problemas pedagógicos, que le condujo a profundizar en las cuestiones educativas, y determinó una activa vida profesional en el sistema educativo francés, como la Comisión Longevin-Wallon para la reforma de la enseñanza en dicho país. La explicación walloniana del desarrollo infantil es una labor de integración, un esfuerzo por revelar las interacciones dialécticas que se plantean en cada uno de los aspectos y momentos de la evolución del niño. Su trabajo es una aproximación concreta y genética a la totalidad del niño; sin primar unos aspectos sobre otros, sin hacer discutibles abstracciones y sin olvidar el conjunto de elementos que componen la realidad infantil. Para Wallon el niño es desde el principio un organismo biosocial, y donde las experiencias mas tempranas y significativas son aquellas que se realizan con las personas, no con los objetos, por lo que el desarrollo psicológico está unidos a modos sucesivos de relaciones con el medio físico y humano. Desde este punto de vista, Wallon crea una periodización del desarrollo, que se inicia con una etapa emocional (de relación directa con los otros); sensoriomotora, en la que el niño aprende a manipular los objetos; y personalista o de la personalidad, o etapa del desarrollo del Yo, admitiendo continuidad y discontinuidad en este desarrollo. Así, el mundo social es tan importante como el de los objetos, cada etapa refleja cualidades dominantes diferentes y distintos determinantes, y cada fase del desarrollo de la personalidad es dominada por una nueva función, por lo que no se puede comprender este desarrollo si no se consideran los eventos ambientales y la gente que influye sobre el niño. No obstante, este desarrollo se comprende a partir de la fisiología, tratando de dar una explicación genética de la personalidad, en la que el sistema tónico muscular, la función de las posturas, y sobre todo las primeras reacciones emocionales juegan un rol básico, donde se da el paso de lo orgánico a lo psíquico gracias al factor social y el intercambio con los demás, de ahí que a su psicología se le haya denominado como de tendencia psicobiológica. La actitud de Wallon ante los problemas educativos es muy similar. Contrario a explicaciones parciales típicas de la educación tradicional, a la cual ataca su verbalismo, autoritarismo, la sobrecarga y fragmentación de los programas, el didactismo, entre otros aspectos, Wallon busca una perspectiva integradora que se sitúe por encima de lo que la escuela activa consiguió. Más que una nueva visión completa de la problemática educativa, como la de los movimientos pedagógicos reformistas, es una actitud reactiva frente a los defectos que cada uno vislumbraba en la educación tradicional. Wallon trata de oposicionistas a las nuevas pedagogías que oponen el individuo a la sociedad, el niño al maestro, la educación a la instrucción, el juego al trabajo, la disciplina a la libertad. Procura no enfrentar unos aspectos a otros, sino el poder integrarlos desde una perspectiva dialéctica. Entiende la educación como la resultante de conjuntos históricos, sociales, ambientales y psicológicos y presta particular atención a la interacción de esos conjuntos entre sí. Para Wallon el desarrollo del niño es el producto de sus intercambios con las condiciones materiales y humanas en las que crece, por lo que incumbe a la educación la tarea de disponer esas condiciones, de manera que el niño se encuentre ante situaciones y objetos que sean funcionales a su grado de desarrollo. Se trata, en cada momento, de posibilitar al niño el logro del nivel más alto que su etapa de desarrollo permita. Si la educación quiere respetar la personalidad total del niño y la integridad de sus procesos, debe utilizar cada momento de la infancia para asegurar el desarrollo pleno de las disposiciones y aptitudes correspondientes, de manera tal que a la sucesión de las edades corresponda una integración positiva de las actividades más simples con las más evolucionadas. Según las posibilidades funcionales del niño en cada edad, la educación debe proporcionarle objetos y tareas que estimulen sus capacidades y revelen sus aptitudes, para de esta manera ayudar al niño a resolver las dificultades específicas con que se encuentre en cada etapa y prepararlo convenientemente para la siguiente. La educación se convierte así en acción y movimiento; su objetivo es facilitar el paso de un estadio a otro, lograr que el niño se transforme en lo que no era o en lo que era sólo parcial o potencialmente. En la teoría de Wallon, el otro, los demás, juegan un papel primordial en el desarrollo infantil, dado que el niño es un ser genéticamente social, la educación no puede cumplir su cometido sino fomentando la vida y las actividades de grupo, de tal manera que se facilite el proceso de socialización y que de la cooperación y el intercambio nazcan posibilidades y perspectivas nuevas. En este sentido, la actitud totalista, integradora, de Wallon permite la superación de viejas antinomias existentes en la educación tradicional y en el ideario y la práctica de la pedagogía reformista, como la oposición adulto-niño, maestro-alumno, siendo lo principal organizar su interacción, y no en negarla por la anulación del papel de uno de ellos. En este sentido, el maestro no debe ir a la zaga del niño, pero tampoco imponerse a él, su papel no es seguir al niño, sino guiarlo, ayudarle respetando su espontaneidad a salir de la dispersión que el contacto con las cosas provoca en sus intereses y en su actividad. Asimismo, plantea la superación de la antinomia instrucción-educación. Limitarse a impartir conocimientos al niño es para Wallon tan peligroso como no tener en cuenta la necesidad de que éste se apropie del patrimonio técnico y cultural que posee la sociedad, por lo que se debe considerar tanto sus capacidades espontáneas como la herencia social que le rodea. La misma integración ha de ser buscada entre la escuela y la vida, términos largamente enfrentados. La escuela absorbe a todos los niños y los introduce en un medio que les es extraño, pero al que deben dedicar todo lo que son. La responsabilidad para la escuela es considerable, pues debe acoger a unos niños que, a más de las características psicobiológicas que tienen, llevan consigo las consecuencias de las condiciones materiales y sociales de su existencia. El niño es un todo del que la escuela no puede desentenderse, y en la medida en que intente abordar ese todo tiene por fuerza que abordar la vida y las condiciones que lo moldean. Wallon también considera desacertada la oposición individuo y sociedad. La cuestión no

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