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Monologo Mujer Samaritana


Enviado por   •  2 de Octubre de 2018  •  Trabajo  •  1.043 Palabras (5 Páginas)  •  3.417 Visitas

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Monólogo    La Mujer Samaritana

“Ve y cuéntale a los tuyos”….

¿Cómo no hacerlo? Es lo que he hecho desde que tuve el encuentro transformador con Jesús.  Hoy les cuento a ustedes.  

Recuerdo aquel mediodía, la hora sexta, cuando me dirigía al pozo  a recoger agua.  Sí, a mediodía, cuando el sol era más intenso.  Precisamente porque estaba segura que a esa hora no me encontraría con nadie, porque todas las demás madrugaban a buscar agua.  Ya no quería estar cerca ni compartir ese momento con las demás mujeres de mi pueblo. Te preguntaras ¿porque?  

Es que cuando ellas me miraban, sentía el menosprecio. Murmuraban a mis espaldas.  Por eso iba sola a buscar agua.

Pero ese día fue diferente.  Llegando al pozo observo que hay un hombre sentado junto al pozo.  Para ser sincera, pensé darme vuelta y regresar a mi casa pero algo, algo no me lo permitió.  

Me di cuenta al verlo que era judío.  Tal vez por orgullo continué al pozo.   Me pareció extraño que este hombre hubiese estado aquí porque ellos, aun siendo Samaria el camino más corto entre Galilea y Jerusalén,  para evitar el contacto con nosotros usaban el camino más largo a través de Perea.  Estando allí, comencé a sacar agua del pozo.  No le dirigí palabra.

Entonces este hombre me dice: “Dame de beber” (vs.7)   ¡Que sorpresa tan grande! Un judío pidiéndome a mí un poco de agua.

Cuantas cosas pensé. ¿Qué le pasa a este hombre? Se le olvidó que es judío.  ¿No ve que yo soy samaritana? ¿No les es suficiente a los judíos con menospreciarnos diciendo que nuestra sangre no es pura? Pensé que solo quería burlarse de mí.

Lo mire y le dije: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? (vs.9)  Samaritanos y judíos no nos llevamos entre nosotros.

Pero el me contestó con una voz suave: “Si tu conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber, le pedirías agua tu a él y él te daría agua viva” (vs. 10). 

“Tú no sabes lo que Dios quiere darte, y tampoco sabes quién soy yo. Si lo supieras, tú me pedirías agua, y yo te daría el agua que da vida”.

Jajaja ¿Cómo? Eso es imposible, pensé.  

Y le dije: ¿“De donde me vas a dar el agua viva? el pozo es hondo y  no  tienes con que sacarla” (vs. 11).

Tantos años y este pozo no se ha secado. ¿Se creerá este hombre más importante que nuestro padre Jacob? Ja… Y Así mismo se lo pregunté. ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? (vs.12)

Me respondió: “cualquiera que bebe del agua de este pozo vuelve a tener sed, más el que beba del agua que yo doy, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente que salte para vida eterna” (vs. 13-14).

Definitivamente no lo estaba entendiendo, se estaba burlando de mí.  ¿Qué hombre va a darle agua a otro y no tendrá mas sed? Jajaja ninguno.  Sin embargo, en mi interior pasaban pensamientos- “si fuera cierto… no volveré a tener sed…con esa agua viva puedo encerrarme en mi casa, aislada, no tengo que enfrentar la vergüenza, ni salir a medio día al pozo, no tengo que pasar el dolor  de ser ignorada.

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