Monologo De Una Mujer
Enviado por sergio1440 • 1 de Octubre de 2013 • 1.242 Palabras (5 Páginas) • 349 Visitas
Monólogo de una mujer moderna:
Son las 5.00 a.m, el despertador no para de sonar y no tengo fuerzas ni para tirarlo contra la pared.
Estoy acabada.
Quiero quedarme en casa, cocinando, escuchando música, cantando, etc. Si tuviera un perro, lo pasearía por los alrededores. Todo, menos salir de casa, meterme en el auto. Y tener que poner el cerebro a funcionar.
Me gustaría saber quién fue la bruja idiota e imbécil, la matriz de las feministas, que tuvo la grandiosa idea de reivindicar los derechos de la mujer, y por qué hizo eso con nosotras, que nacimos después de ella.
Estaba todo tan bien en el tiempo de nuestras abuelas: ellas se pasaban todo el día bordando, intercambiando recetas con sus amigas, decorando la casa, podando árboles, plantando flores, recogiendo legumbres de las huertas y educando a sus hijos.
La vida era un gran curso de artesanos, medicina alternativa y cocina, sus esposos las cuidaban, amaban, las comprendían y lo mejor: ¡las mantenían!
Y después se puso mejor, teníamos servidumbre, llego el teléfono, las telenovelas, la píldora, la tarjeta de crédito, ahora ¡el internet! ¡Cuántas horas de paz!
Hasta que vino una maldita solterona marimacho y fea, a la que por lo visto no le gustaba el corpiño, ni dedicarse al hogar, vino a contaminar a varias otras rebeldes inconsecuentes con ideas raras sobre “vamos a conquistar nuestro espacio”: ¡Qué espacio ni qué diablos!, ¡Si ya teníamos la casa entera! Todo el entorno era nuestro... ¡El mundo a nuestros pies!
Teníamos el dominio completo sobre los hombres; ellos dependían de nosotras para comer, vestirse, manejar sus cuentas, y ahora... ¿Dónde diablos están?. No lo sabemos... Pues ni siquiera nos queda tiempo para ir al almorzar con ellos y nos la pasamos todo el día tan ocupadas que toca creerles y confiar en ellos.
Después de un largo día acabamos agotadas, exhaustas, ni hacer el amor queremos, nos duele la cabeza, argumentamos mil estupideces por cansancio... ¿Para qué tanto poder? . ¡Díganme! ¡Si ya ni complacer a nuestro marido podemos!.
Ahora ellos están confundidos, no saben qué papel desempeñan en la sociedad, huyen de nosotras, como el diablo de la cruz, les damos miedo… ¡tanta independencia acabo por hacerlos huir!
Tenemos que ser ejecutiva, esposa, madre, hija, amiga, dirigir la oficina, hacer las tareas de los hijos, velar para que nuestra casa siempre esté impecable y la empleada no haga estragos, cocinarle de vez en cuando al marido para que no se aburra ( porque una de dos: o
come en la calle o donde la mama, asistir a reuniones en el colegio de los niños, llevarlos al médico, a la natación, al karate, a la clase de baile, de violín, etc.
Para colmo tenemos que llegar a casa primero que nuestro esposo, para alcanzar a darnos un buen baño y nos encuentre fresca, divina, rozagante, echarnos toooodas las cremas (la humectante de la noche, la rejuvenecedora, la de las patas de gallina, la de los labios, la de las mejillas, la de las cejas, la del cuerpo, la de la celulitis, la antriestrías, la extrahumectante para codos y rodillas, etc.)
Fuera de eso estar dispuestas a darle gusto en la cama porque sino sale a la calle a buscarse una mujerzuela barata, bruta y que desee ser mantenida.
Ese chistecito acabó llenándonos de deberes. Y lo peor de todo, ¡acabó lanzándonos dentro del calabozo de la soltería crónica!.
Antiguamente los matrimonios duraban para siempre. Y ahora si te divorcias hasta hay que mantenerlos o compartir con ellos la mitad de lo que con tanto esfuerzo has conseguido.
¿Porqué, díganme porqué, liberación femenina?
Si la mujer, que sólo necesitaba ser frágil
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