Reseña Carta Encíclica “Caritas In Veritate”

Reseña Carta Encíclica “Caritas In Veritate”

El Papa B. XVI recuerda que la caridad es "la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia”, pero que existe el riesgo de ser mal entendida o excluida de la ética vivida, advierte de que "un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales". El primer capítulo está dedicado al mensaje del "Populorum progressio" de Pablo VI que reafirmó la importancia imprescindible del evangelio para la construcción de la sociedad según libertad y justicia, La fe cristiana se ocupa del desarrollo no apoyándose en privilegios o posiciones de poder, sino solo en Cristo. El pontífice evidencia que las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material, están ante todo en la voluntad, el pensamiento y en la falta de fraternidad entre los hombres y los pueblos.

El segundo capítulo trata sobre desarrollo humano, el objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza y enumera algunas distorsiones del desarrollo: una actividad financiera, los flujos migratorios frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente o la explotación sin reglas de los recursos de la tierra, son problemas que el papa trata como una nueva síntesis humanista, constatando después que el cuadro del desarrollo se despliega en múltiples ámbitos, cuando crece la riqueza mundial en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades y nacen nuevas pobrezas. El Papa evidencia que el respeto por la vida en su caso puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos y afirma que cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida acaba por no encontrar la motivación y la energía necesarias para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Otro aspecto ligado al desarrollo es el derecho a la libertad religiosa, ya que como dice en la carta la violencia frena el desarrollo auténtico y esto ocurre especialmente con el terrorismo de inspiración fundamentalista. En el tercer capítulo se habla de fraternidad, desarrollo económico y sociedad civil debido a una visión de la existencia que antepone a todo la productividad y la utilidad, el desarrollo si quiere ser auténticamente humano, necesita en cambio dar espacio al principio de facilidad y por cuanto se refiere al mercado la lógica mercantil, ésta debe estar ordenada a la consecución del bien común, que es responsabilidad sobre todo de la comunidad política.

En el cuarto capítulo trata el tema del desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, afirma que el gobierno y organismos internacionales no pueden olvidar la objetividad y la indisponibilidad y reafirma que la sexualidad no se puede reducir a un mero hecho hedonístico y lúdico. Los Estados están llamados a realizar políticas que promuevan la centralidad de la familia.

En el quinto capítulo se hace referencia a los problemas energéticos el monopolio de los recursos por parte de Estados y grupos de poder constituyen un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres y las sociedades tecnológicamente avanzadas pueden y deben disminuir la propia necesidad energética, mientras debe avanzar la investigación sobre energías alternativas, además el papa afirma que el desarrollo de los pueblos depende sobre todo del reconocimiento de ser una sola familia. De ahí que la religión cristiana puede contribuir al desarrollo solo si Dios encuentra un puesto también en la esfera pública.

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