Caritas In Veritate
Enviado por alexileal • 25 de Agosto de 2012 • 2.071 Palabras (9 Páginas) • 534 Visitas
El capítulo primero hace referencia a la encíclica de Pablo VI Populorum progressio que nos habla del desarrollo de las personas y para ello la iglesia anuncia, celebra y actúa en la caridad promoviendo el desarrollo integral del hombre. Nos señala además que el auténtico desarrollo del individuo es en todas las dimensiones, ya que sin las perspectiva de una vida eterna el progreso humano queda sin aliento.
En la encíclica se nos advierte sobre el peligro que representan visiones utópicas e ideológicas que comprometen su cualidad ética y humana. Estos argumentos están estrechamente relacionados con el desarrollo; sin embargo, creer que el desarrollo basado solamente en la técnica es posible es un grave error ya que en el fondo quedaría sin orientación, ya que como hemos visto el amor en caridad es la fuerza viva de cristo en nosotros para promover el desarrollo integral del hombre y las sociedades.
También nos recuerda que Jesucristo nos ama a todos por lo que debemos ser misioneros evangelizadores dando testimonio en la caridad mediante obras de justicia y paz que promuevan el progreso que en su esencia es una vocación. Siendo las vocaciones llamadas que requieren una respuesta libre y responsable que respeten la verdad, de esta manera se contribuirá al bienestar de la humanidad completa.
Finalmente Pablo VI nos señala que las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material, sino que influye significativamente la falta de solidaridad ya que a pesar de estar viviendo un mundo más globalizado esto no nos ha hecho más hermanos. La razón acepta la igualdad entre los hombres pero no logra por si sola conseguir la fraternidad y esta se consigue escuchando y aceptatando el mensaje de Cristo.
El capítulo segundo nos sigue hablando del desarrollo y que este es uno de los objetivos para que los pueblos salieran del hambre, la miseria, las enfermedades y analfabetismo. Del punto de vista económico nos señala que el proceso económico internacional debe desenvolverse en una participación activa e igualitaria. Desde el punto de vista social buscar la evolución hacia sociedades solidaras y con un buen nivel de formación. Desde el punto de vista político la consolidación de regimenes democráticos capaces de asegurar la paz y la libertad.
El desarrollo ha sacado de la miseria a miles de millones de personas sin embargo se han producido desviaciones y problemas dramáticos. El generar ganancias es útil cuando no se deja de lado el bien común, ya que olvidando este principio se corre el riesgo de de destruir la riqueza y crear pobreza.
La riqueza a nivel mundial crece en términos absolutos pero también las desigualdades, por lo que es fundamental que los agentes económicos respeten los derechos de quienes son su principal recurso de la obtención de sus ganancias, es decir, sus trabajadores. También los estados tienen que cumplir su rol de legislar y fiscalizar adecuadamente el cumplimiento de esas normativas.
La globalización ha traído como consecuencia que los países ricos han salido a buscar mano de obra barata en otros países en los cuales se ha descuidado la protección y el bienestar de los trabajadores, lo que provoca un beneficio del primero pero no soluciona y ayuda a superar la pobreza del segundo. La falta de trabajo produce un deterioro humano y un desperdicio social, ya que estar sin trabajo durante mucho tiempo o dependiendo de asistencia pública afecta la vida familiar de los individuos y de su capacidad de creatividad, dañando a los individuos en su autoestima y en su espíritu.
La globalización también ha significado la pérdida de culturas locales que han sido absorbidas por la de los países más desarrollados, por lo que se corre el riesgo de perder sus tradiciones y caer en el sometimiento y manipulación.
Se nos habla también en este capítulo del problema del hambre que afecta a muchos países que es un derecho básico a la vida, por lo que pide que los países se planifiquen a largo plazo y eliminen las causas estructurales que la provocan y promoviendo el desarrollo agrícola de los países más pobres mediante infraestructura adecuadas que permitan la utilización de la mejor forma posible los recursos humanos y naturales disponibles. La pobreza además provoca un alto índice de mortalidad infantil o la decisión de sus gobernantes de controlar la tasa de natalidad, por lo que se corre el riesgo de acoger nuevas vidas que aporten energías morales y ayuda recíproca.
Otro aspecto que trata es el no respeto a la libertad religiosa, lo que provoca odiosidades y fanatismos fundamentalistas que muchas veces terminan en terrorismo. También critica la promoción que hacen algunos países del ateismo. Dios es la fuerza espiritual del individuo por lo que ningún estado puede prohibirla.
Este capítulo nos habla también que la caridad no excluye el saber, ya que el que está animado en una verdadera caridad usará su ingenio para descubrir las causas de la misericordia y buscar y encontrar los medios para combatirla.
El capítulo tercero nos indica que a veces el hombre moderno tiene la errónea convicción de ser el único autor de si mismo y se cree autosuficiente y capaz, por lo que abusa de instrumentos económicos para realizar sus mediciones de bienestar, pero esta forma de ver la vida ha sido ampliamente demostrado que terminan en sistemas económicos, sociales y políticos que han tiranizado la libertad por lo que terminan no asegurando la justicia que prometen. La caridad es un don de Dios, es un regalo gratuito que hemos recibido todos por lo que se transforma en la fuerza que funda la comunidad.
La iglesia sostiene que la actividad económica no debe considerarse antisocial, pero el mercado no debe convertirse en el ámbito donde el más fuerte avasalle al más débil. Pero los mercados funcionan mal si quien los dirige actúa de manera egoista, por lo tanto, no debemos reprochar y culpar al medio o instrumento sino al hombre a su conciencia moral y su responsabilidad personal y social.
Los estados deben dictar leyes justas que permitan una adecuada redistribución de sus recursos.
Juan Pablo II advertía de la necesidad de un sistema basado en tres instancias: mercado, Estado y sociedad civil, donde la sociedad civil es el ámbito más apropiado para una economía de gratuidad y fraternidad, pero sin negarlas en los otros dos ámbitos. En este tiempo
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