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Castidad, defensa del amor contra el egoísmo


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2012  •  Ensayo  •  1.594 Palabras (7 Páginas)  •  1.948 Visitas

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Castidad, defensa del amor contra el egoísmo

Ser casto es lograr que toda nuestra persona: inteligencia, voluntad, afectos y cuerpo estén dominados por nosotros mismos.

VISION ACTUAL:

Hoy en día está devaluada la palabra castidad. Muchos piensan en ella como sinónimo de represión sexual, pero es por simple desconocimiento de su significado y de su inmenso valor en la vida humana.

LA VIRTUD DE LA CASTIDAD

El Papa Juan Pablo II, en su exhortación apostólica “Familiaris Consortio” nos habla acerca de la castidad:

Según la visión cristiana, la castidad no significa absolutamente rechazo ni menosprecio de la sexualidad humana: significa más bien energía espiritual que sabe defender el amor de los peligros del egoísmo y de la agresividad, y sabe promoverlo hacia su realización plena. (FC 33).

¡Qué diferente es el concepto real de la castidad a la idea que generalmente tenemos acerca de ella! Ser casto es vivir el amor sin egoísmo.

También, el Catecismo de la Iglesia Católica, nos dice acerca de la castidad:

La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual.(CIC 2337).

Ser casto o casta, es lograr que toda nuestra persona: inteligencia, voluntad, afectos y cuerpo estén dominados por nosotros mismos, como el director de una banda municipal controla desde el centro de la misma, a todos y cada uno de los instrumentos que han de generar una hermosa melodía. En el caso de la persona humana, hombre o mujer, es integrar su sexualidad, femenina o masculina, ser dueño de sí mismo: conocer su cuerpo, sus sentimientos, sus tendencias sexuales, sus capacidades de pensar, de amar y de decidir, y que es responsable de todo su actuar.

Ser casto NO significa:

1• No sentir atracción hacia otra persona del otro sexo diferente al cónyuge, sino saber hacerlas a un lado voluntariamente.

2• No tener sentimientos hacia otras personas, sino saber dominar dichos sentimientos, y no ser dominado por ellos.

3• No dejarse llevar por emociones o deseos sexuales hacia otra persona que no sea el propio cónyuge, teniendo dominio de sí y procurando evitarlos.

4• No tener malos pensamientos, sino saber quitarlos de nuestra mente y no deleitarse con ellos.

5• El hombre o mujer valiente no es el que no siente miedo, sino el que, al sentirlo, lo vence y no se deja vencer por él.

6• El hombre o la mujer casto no es el que no siente los impulsos de su tendencia sexual, sino el que, al sentirlos, los domina. No se esclaviza a ellos, sino que se hace amo de ellos responsablemente.

Si el hombre y mujer al casarse, han prometido ser fieles, se han comprometido a entregarse totalmente, han de luchar, pues, para ser responsables de las consecuencias de aquella decisión que libremente tomaron el día de su boda.

Ahora bien, la virtud de la castidad no es nada más esa fuerza que guía al espíritu para defender el amor de los peligros del egoísmo y de la agresividad, sino que, además, sabe promoverlo hacia su realización plena.

Sí. La persona casta es promotora del amor a su cónyuge. Buscará libre y voluntariamente todas las oportunidades para acrecentar ese amor; aprovechará todas las circunstancias de su vida para fortalecerlo; cada día querrá que sea mejor.

Y llevar al amor a su realización plena tanto en la entrega personal total a su cónyuge, con miras a alcanzar su fin último: el Amor, Dios.

La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la totalidad del don.

La integridad de la persona

En la antigüedad las grandes culturas solían esculpir a las estatuas en enormes piedras. Portaban desde gran distancia el bloque que el escultor transformaría en monumento. Estatuas de una sola piedra. Estatuas monolíticas. De la misma manera, las personas debemos de ser monolíticas, de una sola piedra, de un solo querer, de un solo actuar. Esto es lo que llamamos la integridad de la persona. Es decir, mantener las fuerzas de vida y de amor depositadas en cada uno de nosotros. La castidad nos permite conjuntar todo lo que somos en una unidad.

Por tanto, la castidad requiere que aprendamos a dominarnos a nosotros mismos, a tomar las riendas de nuestro propio cuerpo, de nuestros afectos, de nuestra voluntad. Aprender a dominarnos libremente. Ser amos y señores de nuestra persona.

La alternativa es clara:

• o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz,

• o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado.

El hombre se hará libre cuando domine sus pasiones, cuando rompa toda dependencia de ellas.

En la constitución “Gaudium et Spes”, del concilio Vaticano II nos dice:

La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido

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