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EL FUTURO DE LAS RELIGIONES


Enviado por   •  14 de Mayo de 2015  •  Trabajo  •  4.392 Palabras (18 Páginas)  •  277 Visitas

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EL FUTURO DE LAS RELIGIONES

Jorge M. Ayala Martínez

Hemos llegado a las puertas del tercer Milenio en medio de una conciencia generalizada de crisis como resultado de los espectaculares cambios habidos en las costumbres, en las formas de pensar y hasta de creer en lo sobrenatural. Existe la sensación de que nuestra civilización muere de agotamiento, y de que algo nuevo, todavía no definido, pugna por aparecer. No es extraño, pues, que mientras ese novum no se hace realidad, vivamos en una especie de vacío. Se han alejado las grandes certezas que han acompañado el desarrollo de la humanidad durante los últimos siglos y nos hemos quedado sin referencias. Como suele suceder en estos caso, son las fuerzas ocultas las que vienen a ocupar ese vacío imponiendo sus propios códigos y reglas.

Los creyentes somos conscientes de que también entre nosotros existe cierta desorientación «religiosa», manifestada en el debilitamiento de la fe en las verdades que otrora se defendían solemnemente. Este debilitamiento no es achacable solamente al estilo light de la vida moderna, sino también al pluralismo religioso-cultural de nuestra sociedad, que hace hincapié en el lado relativo de toda creencia humana, aunque ésta tenga por fuente la misma Revelación. Estamos, por tanto, ante una crisis religiosa que es inseparable de la crisis cultural. Crisis significa en este caso conciencia de cambio y de necesidad de adaptación a la nueva sensibilidad de las personas. El futuro de las religiones dependerá en gran medida de cómo vayamos asumiendo los cambios y dando respuesta a los mismos desde nuestras respectivas religiones.

1. La crisis religiosa

La abundancia de publicaciones religiosas es un signo evidente de que existe una fuerte demanda de las mismas. Aranguren califica este fenómeno de «rebelión espiritual». Otros hablan de «reencantamiento del mundo», tras el «eclipse de Dios» sufrido en décadas anteriores. Sin embargo, estos signos optimistas van acompañados de otros signos problemáticos, dado que las fuerzas religiosas emergentes se parecen poco a las religiones tradicionales; más aún, dentro de éstas se han producido también cambios muy sintomáticos.

Visto el «retorno de lo religioso» con ojos religiosos, no deja de ser un fenómeno positivo, porque pone en entredicho la tesis materialista que considera la religión como un fenómeno ligado a la irracionalidad e ignorancia de los hombres. La crisis religiosa a la que nos estamos refiriendo es un fenómeno occidental que está ligado a la Modernidad, y cuyas características son las siguientes: en lo filosófico, la afirmación del sujeto o yo como fuente única de sentido, en lo científico un espectacular desarrollo de las ciencias y de las técnicas, y en lo político, la aparición del Estado centralizado, burocrático y representativo.

SECULARIZACION/QUE-ES: Un efecto concomitante de la Modernidad es la secularización: la religión deja de ser el centro de la vida social, política y cultural de los hombres y tiende a recluirse en el ámbito de lo subjetivo. Lo secular o mundo profano adquiere su propia autonomía, relegando la religión al ámbito de lo privado. En principio, esta situación no es contraproducente para la religión, porque la descarga de funciones que sólo subsidiariamente le toca desempeñar. Por otra parte, el desplazamiento social no tiene por qué afectar a la vida interna de la propia institución religiosa.

El fenómeno de la secularización tiene distintas interpretaciones. Hay quienes piensan que la secularización es el inicio de un proceso irreversible de liquidación de la religión por pura defunción, puesto que la sociedad se hace autosuficiente y convierte en innecesario a Dios. Esta interpretación es sostenida por los defensores a ultranza de la razón ilustrada, cuyo ideal es llegar a una sociedad sin Dios (secularismo). Otros, en cambio, creen que la secularización es un proceso inevitable que está enraizado en el tejido mismo de la cultura occidental, entre cuyos componentes está el cristianismo. En consecuencia, hay que asumir la secularización y saber ser religioso en una sociedad mayoritariamente arreligiosa o pluralmente religiosa.

De momento, los hechos están demostrando que la religión no desaparece, sino que se transforma. Además, la Razón ilustrada que ha venido luchando contra el «mito religioso» ha acabado mitificándose a sí misma y alienándose en sutiles formas de poder. En lugar de ser luz, la razón se ha convertido en poder instrumental, dirigido al dominio material del mundo, pero con fines lucrativos.

2. Reacciones a la crisis cultural y religiosa

La palabra postmodernidad entraña, en quienes la usan en sentido filosófico la idea de superación: se dan por terminados doscientos años de civilización burguesa, moderna o ilustrada y se apunta a un nuevo estilo de vida en que privan los principios humanitarios sobre los burocráticos y económicos. En síntesis se trata de sustituir la lógica del dominio por la lógica de la relación y de la convergencia. ¿Estamos ante un deseo o ante una utopía realizable?

No es fácil responder a este interrogante porque nuestro mundo sigue aún apoyado sobre los pilares inconmovibles del Progreso: la ciencia, la técnica y la industria. La conciencia religiosa se ha visto fuertemente sacudida por el relativismo de la vida moderna. Los valores y símbolos que daban sentido trascendente a la vida humana han sido sustituidos por valores efímeros, o en el mejor de los casos por valores exclusivamente intramundanos. La postmodernidad ha erigido al propio Yo en sujeto absoluto de valor y de placer. Las cosas han de hacerse a gusto de cada uno: la religión, la moral, el arte, etc. El postmoderno declara la guerra sin cuartel a todo cuanto suene a Absoluto, pero al mismo tiempo afirma el más absoluto politeísmo en cuanto a creencias y comportamientos, sobre todo si se presentan como nuevos. El movimiento de recuperación de los valores religiosos y la creación de nuevas formas religiosas es una respuesta al estado de crisis cultural y religiosa que atravesamos.

H/NATURALITER-RLSO: Entre los fenómenos modernos más sintomáticos de esta vuelta a lo religioso están la proliferación de sectas religiosas y de iglesias y la espectacularidad que revisten los viajes pastorales de Juan Pablo II, que culminan en concentraciones de miles y hasta de millones de personas, como se ha podido ver en su reciente viaje a Filipinas. Sería una superficialidad reducir a anécdota o a marketing cualquiera de estos fenómenos. Más bien parece que todos esos fenómenos responden a aquel homo naturaliterreligiosus de que hablaban los antiguos, y que con palabras más sencillas han expresado modernamente Javier Zubiri (el hombre está esencialmente religado), Miguel de Unamuno (el hombre siente hambre

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