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El niño que mentía


Enviado por   •  8 de Julio de 2015  •  Ensayo  •  1.021 Palabras (5 Páginas)  •  222 Visitas

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El niño que mentía

De niños traviesos el mundo está lleno, blancos, morenos, flaquitos y gorditos, cada uno travieso y juguetón, pero con un alma hermosa y un gran corazón.

Alberto era un niño como cualquier otro, fuerte, travieso, aventurero, con una gran imaginación, tenía diez años, pero era muy inteligente y siempre inventaba cualquier mentira para zafarse de sus obligaciones.

Su mamita cocinaba para un rico hacendado y sus obreros. El niño cuando se levantaba con flojera, le mentía a su mamita y le decía que se sentía mal:

- Creo que me va a dar gripe, me duele la cabeza, mejor duermo y guardo reposo.

La mamita le creía y lo consentía mucho. Le llevaba la comida a la cama y le preparaba un rico postre, mientras el niño fingía estar enfermo.

Un día, paseaba un hada junto a la ventana de su casa mientras el niño le mentía a su madre. El hada se quedó sorprendida al ver dicha situación. Pensó un rato y cuando la mamita se fue, se convirtió en una dulce viejita y le preguntó al niño con voz suave:

- ¿Crees que es correcto mentirle a tu mamita? – Deberías cambiar de actitud.

El niño se levantó de la cama y le dijo:

- Mire señora, es solo una mentirita blanca. Así me quedo durmiendo un rato más y evito hacer los mandados que mi mamá me solicita hacer todos los días. Además, tengo flojera.

Con estas palabras, se dio la vuelta y se metió a la cama a comer el postre que su mamita le había preparado.

El hada se sintió tan impotente, que se puso muy, pero muy roja. Caminó hasta la parte de atrás de la casita y allí lanzó un hechizo en forma de viento, el cual entró por la ventana de la habitación del niño, mientras decía:

“Hechizo de la mentira, del norte o del sur vendrás, quien practique las mentiras, un anciano se volverá. Y quien quiera disolverlo, una solución tendrá, que por el resto de su vida, la verdad siempre dirá”

Y se fue volando en una escobita de ramas y flores rojitas.

Más tarde llegó su mamita a preguntarle a su hijito si había mejorado su estado de ánimo, a lo que el niño respondió:

¡Ay mamita, sigo con mucho malestar, no me quiero ni bañar!

La mamita salió corriendo a prepararle un té de manzanilla para mejorar el malestar de su hijito, pero el niño se puso a reír cuando su mamita salió de la habitación apuradita.

Se levantó como un resorte a mirar por la ventana, se salió al patio y se montó en la mata de mangos a comer los dulces y jugosos frutos. Cuando entró a la habitación nuevamente, quedó perplejo al verse en el espejo… su cabello… se había llenado de canas por un lado… ¡Tremendo susto!… se escuchaban los pasos de su mamita que venía con el Té, corrió hacia su escaparate y sacó un gorro, el cual se colocó hasta las orejas.

La mamita se sorprendió al ver a su niño con un gorro puesto con tanto calor y pensó que estaba muy enfermo, que tal vez tenía frío producto de la fiebre,

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