El trabajo
Enviado por jobeve92 • 12 de Marzo de 2013 • 3.240 Palabras (13 Páginas) • 367 Visitas
El trabajo es obviamente una dimensión fundamental del hombre en la tierra ya que todas las ciencias cuyos estudios se relacionan con el hombre apoyan esta hipótesis. Sin embargo, la iglesia piensa en el hombre y se dirige hacia el no solo a la luz de la experiencia histórica y ante la luz de la palabra revelada de dios vivo.
Menciona también el trabajo objetivo donde dice que el hombre domina ya la tierra por el hecho de domesticar a los animales, los cría y de ahí obtiene sus alimentos y vestido necesarios, y en el sentido subjetivo el hombre debe someter la tierra, dominarla por que como imagen de Dios es una persona o un ser subjetivo.
Trabajo es todo tipo de acción que el hombre realiza y que puede o se debe considerar como trabajo entre tantas actividades de las que el hombre es capaz y a las que está dispuesto a realizar. El hombre, al ser hecho a imagen y semejanza de Dios está llamado desde el principio al trabajo. Trabajo es una característica que distingue al hombre de las demás criaturas, es por ello que el trabajo lleva un signo particular del hombre y de la humanidad y constituye el sentido de la misma naturaleza.
El trabajo es algo muy antiguo y dependiendo de la cultura y civilización tiene significados distintos del trabajo. Es por eso que la Iglesia siempre ha estado preocupada por la cuestión social. El compromiso en favor de la justicia debe estar unido al compromiso de paz en el mundo contemporáneo. La distribución desproporcionada de riqueza y miseria y de países y continentes desarrollados y otros no, exigen una justa distribución en pro al desarrollo de todos.
Esta dirección de desarrollo y del compromiso de la Iglesia con lo social corresponde al reconocimiento del estado de las cosas. Se plantea el problema del mundo, que engloba desigualdad e injusticia. Un análisis completo del mundo contemporáneo ha puesto significado a las injusticias sociales, lo que debe encaminar a construir una justicia sobre la tierra
TEXTO
La encíclica Laborem Exercens tiene una visión histórica y global de la civilización occidental que se ha preocupado sobre todo de desarrollar el lado objetivo del trabajo para someter a la naturaleza y liberar al hombre de condiciones de vida de gran pobreza y miseria. Ha logrado de modo extraordinario acrecentar el control del hombre sobre la naturaleza. Sin embargo, el lado subjetivo del trabajo ha sido casi totalmente descuidado.
El hombre ha elegido las formas de su cooperación en el trabajo y, su organización social en total independencia del justo desarrollo de la persona humana. El resultado es que hoy nos hallamos más seguros que en el pasado frente a las amenazas que provienen de la naturaleza (carestía, sequía, inundación, etc.), pero mil veces más inseguros ante las amenazas que nos vienen de los demás hombres o que surgen de nuestra propia intimidad personal (crisis económica, guerras, alienación, neurosis de las grandes concentraciones urbanas...). De hecho, no nos hemos parado a pensar y proyectar nuestro trabajo de suerte que nos haga plenamente humanos.
Trata la concepción del hombre y del trabajo. El enfoque general responde a un análisis de la época moderna, en que se han desarrollado con enorme profusión experiencias de carácter económico, social, histórico, teológico, antropológico, etc. Generalmente acerca del trabajo humano, se ha ignorado su concepto exacto.
La Encíclica va más al fondo, llega al corazón del concepto mismo del trabajo humano. En lugar de trazar un modelo ideal, Juan Pablo II ayuda a comprender lo que ha acontecido y sigue aconteciendo en la historia, de qué modo puede el hombre transformarse con su trabajo, hacerse más hombre. Además Laborem Exercens muestra cómo los socialismos tratan a los seres humanos como instrumentos de producción y no como personas-sujetos de trabajo. Por otra parte, en los liberalismos se les trata como mercancía sujeta al mercado de la oferta y la demanda. Con la proletarización de los intelectuales y su desempleo, se incrementa el problema social.
Enfatiza los elementos de una espiritualidad del trabajo: los seres humanos comparten sus actividades con la acción de Dios; el trabajo imita la acción de Dios y otorga dignidad al trabajador. Nuestro Señor Jesucristo fue un hombre de trabajo. Hay en la Sagrada Escritura muchas referencias al trabajo; el Concilio Vaticano II dice que: el trabajo es necesario para el progreso terreno y para el desarrollo del Reino.
El trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre. Esta es la actualidad que nos ofrece Laborem Exercens, recordarnos a todos, la importancia del cuidado y desempeño del trabajo bien hecho, no sólo para nuestros colaboradores, sino también para el empresario.
Los empresarios directos e indirectos deben de actuar en contra del desempleo creando fondos de desempleo, sistemas de planeación global a nivel económico y cultural, no centralizados por las autoridades públicas sino en coordinación nacional admitiendo la iniciativa individual. Colaboración internacional para aminorar el desequilibrio en los niveles de vida.
Además hoy hemos de buscar las condiciones para crear: salarios suficientes para el sostenimiento de una familia. Subsidio a las madres que tienen a su cargo una familia. Valorar teórica y prácticamente el papel de la madre en la sociedad. Crear oportunidades equitativas para las mujeres. Defender el derecho de las personas de a abandonar sus países de origen, para ir a otro en busca de mejores condiciones.
El trabajo humano 90 años después de la “Rerum Novarum”
Esta encíclica está dedicada al trabajo humano, al hombre en el vasto contexto de esa realidad que es el trabajo humano. El trabajo nutre el espíritu.
Los adelantos tecnológicos, el avance económico y político influirán en el mundo del trabajo y de la producción. Lo que significará un aumento en el desempleo, disminución o crecimiento menos rápido del bienestar material para los países más desarrollados, pero podrán también proporcionar respiro y esperanza a millones de seres que viven hoy en condiciones de vergonzosa e indigna miseria.
No le corresponde a la Iglesia analizar consecuencias de tales cambios en la convivencia humana. Pero si es su deber recordar la dignidad y los derechos del hombre, y contribuir a que los cambios realicen un auténtico progreso del hombre y de la sociedad.
El trabajo humano es una cosa antigua pero los hombres deben darle un nuevo significado y formular los nuevos cometidos.
La cuestión social no ha dejado de ocupar la atención de la Iglesia y esto lo comprobamos
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