Ensayando En El Peru
Enviado por giaco7 • 18 de Octubre de 2013 • 2.051 Palabras (9 Páginas) • 213 Visitas
Ensayando en el Perú
ALCÁNTARA VELÁSQUEZ, Gian Carlo
Quienes únicamente se solazan con el pasado, ignoran que el Perú, el verdadero Perú es todavía un problema. Quienes caen en la amargura, en el pesimismo, en el desencanto, ignoran que el Perú es aún una posibilidad. Problema es, en efecto y por desgracia el Perú; pero también, felizmente, posibilidad.
Jorge Basadre Grohmann. Perú: problema y posibilidad.
Son casi las cinco y media de la madrugada, yo acabo de llegar de trabajar, aprovechando mis “vacaciones”, es sábado, bueno, ya es domingo, pero la pollada o el cumpleaños, no lo sé, del vecino de al lado aún continúa, estoy muy cansado y es algo extraño, pero… no tengo ganas de dormir. Pienso: ¿será que ya te hartó esta ciudad?, ¿es la gente, quizá?, ¿el desorden?, ¿la estupidez, tal vez?
El sábado tuve que despertar a las cinco de la madrugada, tenía que salir a ayudar a tío Félix en la venta de desayunos, ir hasta la avenida Alfonso Ugarte, cerca del diario El Peruano y el hospital Loayza, y de esa forma poder conseguir algo de dinero para los pasajes cuando empiecen las clases en San Marcos. Yo recibía el dinero, a veces servía la quinua, cortaba los panes o si no, les ponía el queso, huevo, palta y otras cosas más que satisfagan al consumidor. Mientras eso me llamó la atención ver que Lima es una ciudad con demasiados habitantes, recordé a mis profesores hablando de la sobrepoblación, que la Iglesia se oponía al uso de los anticonceptivos, que el Estado no implementaba políticas de planificación familiar, o que las implementó algo tarde, en fin. Veía a las secretarias, los ejecutivos, el personal de salud, los pacientes, los canillitas voceando los diarios del día, gente de todos los colores y sabores. Una mujer, al parecer de la selva, carga a su hijo que tiene los ojos vendados, ella habla con un anciano mientras desayunan, le cuenta que su hijo fue operado de la vista pero que hubo una negligencia médica así que tendrán que realizarle una nueva intervención: más gastos, señor, que por poco y mi hijo pierde un ojo; el anciano la escucha con atención: que se va a hacer pues, mamita, así es acá, toda la vida lo mismo ha pasado, a mi hijita dos veces lo tuve que traer para que le operen porque le habían dejao una gasa adentro, mamita, ¡encima las enfermeras te tratan feo, mama linda! Dejé de oírlos, mejor seguí cortando los panes, pero a lo lejos veo como un policía recibía, misteriosamente un par de billetes, luego de haber hablado con un taxista, también pude apreciar el desorden y el tráfico feroz de Lima en hora punta. Todos se dirigen hacia el sur, pero cada quien piensa solo en sí mismo, se insultan desde las ventanas de los vehículos, arrojan la basura por la ventana o simplemente la dejan caer al caminar, se escabullen entre los taxis para cruzar las avenidas, hay algunos que están apachurrados en las combis o buses, es deprimente, muy lamentable. Ni con el Metropolitano la situación mejora en forma considerable, todo sigue igual.
Regresé a casa, esta vez comí rápido porque debo llevar el almuerzo a mamá que acompañó a mi hermano menor a la posta médica. Comía con amargura y desgano, pero aún así rápido, era la imagen de uno de esos niños que suben a los carros y venden caramelos que aún me perseguía, había subido al bus en el que yo viajaba de regreso a casa, también otro tipo. Primero fue un niño, a él sí le compre porque me sobraban un par de monedas de diez céntimos y cantó muy bien una canción, el segundo era un tipo con unos cortes en el pecho y el cuello que mostró a todos los pasajeros, decía que acababa de salir de prisión, que quería reinsertarse en la sociedad, así que en lugar de seguir siendo un ladrón vendía chocolates Ole-Olé pero que casualmente ya se le habían terminado y necesitaba más dinero para el alquiler del cuarto para su esposa, su hija y él, que este país es injusto, que quiso ser médico pero no tuvo la oportunidad, que en el colegio le había ido bien, hasta que en quinto de media se volvió un drogadicto, un malhechor… más adelante. Mal vestido y sucio, se dirigió a cada pasajero, extendiendo la mano para que le regalasen dinero, yo solo me hice el dormido para evitar la situación, pero sí lo escuchaba, en especial esas palabras que hasta ahora resuenan en mi cabeza: “este país es injusto y nadie hace algo, siempre ha sido así”. Fui a la posta, les di el almuerzo, regresé a casa, ya había llegado Héctor, venía de ver a su enamorada y como era de costumbre estaba viendo la televisión, esta vez se había comprado algunos DVDs: Al fondo hay sitio y uno que decía “mix de reggaetón”, y claro, no olvidemos que luego leería El Trome. Salí a la tienda y me encontré con algunos amigos de la iglesia a la cual asistí durante muchos años y que se ubica al costado de mi casa, todos ellos siempre haciéndome la invitación de volver, que Jesús ya viene y que debemos de estar preparados; sin embargo mientras más me hablaban yo me sentía peor, como un tipo de malas costumbres, en consecuencia como alguien nocivo para la sociedad, que a Dios no le gusta que sus hijos dejen de ir a adorarlo, que debemos de obedecerle en todo, que vivimos por y para él, que primero es la religión y luego los estudios y demás quehaceres humanos, que Dios proveerá, etc. Con amabilidad les dije que iría el próximo sábado, para que se quedaran tranquilos, y en efecto dejaron de señalarme. Comprendí entonces que la religión ha cumplido un papel fundamental en la historia de este país y también de la humanidad, desde tiempos muy lejanos hemos visto que mediante la esperanza que las religiones ofrecen en realidad hay una finalidad que es la de controlar y mantener adormecida a muchas personas, si la religión o alguna divinidad tiene un poder sin límites, por qué cuando conocemos la otra parte del conocimiento que esta tanto teme y condena, como la filosofía y la libertad del ser
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