“LOS PADRES DE FAMILIA, PRIMEROS EDUCADORES DE LA FE DE SUS HIJOS”
Enviado por epii • 3 de Junio de 2013 • 2.480 Palabras (10 Páginas) • 815 Visitas
Tema I: “LOS PADRES DE FAMILIA, PRIMEROS EDUCADORES DE LA FE DE SUS HIJOS” (Del Directorio General para la Catequesis # 226)
“La solicitud por la catequesis, bajo la dirección de la legítima autoridad eclesiástica, corresponde a todos los miembros de la Iglesia en la medida de cada uno. Antes que nadie, los padres están obligados a formar a sus hijos en la fe y en la práctica de la vida cristiana, mediante la palabra y el ejemplo; y tienen una obligación semejante quienes hacen las veces de padres, y los padrinos” (Cn. 774)
El testimonio de vida cristiana, ofrecido por los padres en el seno de la familia, llega a los niños envuelto en el cariño y el respeto materno y paterno. Los hijos perciben y viven gozosamente la cercanía de Dios y de Jesús que los padres manifiestan, hasta tal punto, que esta primera experiencia cristiana deja frecuentemente en ellos una huella decisiva que dura toda la vida. Este despertar religioso infantil en el ambiente familiar tiene, por ello, un carácter “insustituible”.
Esta primera iniciación se consolida cuando, con ocasión de ciertos acontecimientos familiares o en fiestas señaladas, “se procura explicitar en familia el contenido cristiano o religioso de esos acontecimientos”. Esta iniciación se ahonda aún más si los padres comentan y ayudan a interiorizar la catequesis más sistemática que sus hijos, ya más crecidos, reciben en la comunidad cristiana. En efecto, “la catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis”.
Los padres reciben en el sacramento del matrimonio la gracia y la responsabilidad de la educación cristiana de sus hijos, a los que testifican y transmiten a la vez los valores humanos y religiosos. Esta acción educativa, a un tiempo humana y religiosa, es un “verdadero ministerio” por medio del cual se transmite e irradia el Evangelio hasta el punto de que la misma vida de familia se hace itinerario de fe y escuela de vida cristiana. Incluso a medida que los hijos van creciendo, el intercambio es mutuo y, “en un diálogo catequético de este tipo, cada uno recibe y da”.
Por ello es preciso que la comunidad cristiana preste una atención espacialísima a los padres. Mediante contactos personales, encuentros, cursos e, incluso, mediante una catequesis de adultos dirigida a los padres, ha de ayudarles a asumir la tarea, hoy especialmente delicada, de educar en la fe a sus hijos. Esto es aún más urgente en los lugares en los que la legislación civil no permite o hace difícil una libre educación en la fe. En estos casos, “la Iglesia domestica”, es decir, la familia, es, prácticamente, el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica catequesis.
Tema II: PREEMINENCIA DE LA SANTISIMA EUCARISTIA
I.- “Tiene cierto la Santísima Eucaristía de común con los demás sacramentos ser símbolo de una cosa sagrada y forma visible de la gracia invisible; más se halla en ella algo de excelente y singular, a saber: que los demás sacramentos entonces tienen por vez primera virtud de santificar, cuando se hace uso de ellos; pero en la Eucaristía, antes de su uso, está el autor mismo de la santidad”. (Dz. 876 y 886)
II.- “La Iglesia pregona: la Eucaristía es la fuente y el culmen de la vida cristiana”. (L.G.11) También ha conservado y enseñado la Iglesia en el depósito de la fe que la Santísima Eucaristía es el mayor y el más digno de los sacramentos:
- Porque contiene sustancialmente al mismo Cristo en persona.
- Porque los demás sacramentos se orientan a la Eucaristía como a su fin; y efectivamente el Sacramento del Orden se orienta a la consagración de la Eucaristía; el Bautismo a la recepción de la Eucaristía; el fiel que perfecciona por el sacramento de la Confirmación para recibirla con mayor diligencia; por el sacramento de la Reconciliación y de la Unción de los Enfermos el fiel se prepara para comer dignamente el Cuerpo de Cristo. El Matrimonio se relaciona con la Eucaristía en cuanto significa la unión de Cristo con la Iglesia, cuya unidad es figurada por el sacramento de la Eucaristía.
- Porque, como aparece en el ritual de los Sacramentos, casi todos los Sacramentos terminan en la Eucaristía. (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica III, aq. LXV, a.3)
SACRIFICIO Y SACRAMENTO
III.- “La Sagrada Eucaristía es Sacrificio y Sacramento a la vez. Estos dos elementos pertenecen a este mismo misterio y no se pueden separar el uno del otro”. (Pablo VI, Mysterium Fidei).
“El sacrificio en cuanto que Cristo se ofrece al Padre; y Sacramento en cuanto Cristo se da a nosotros en comida y bebida en nuestra alma; sacrificio en cuanto es ofrecido y sacramento en cuanto es recibido; y por lo tanto tenemos el efecto del sacrifico en aquel que lo ofrece o en aquellos a favor de los cuales es ofrecido; mientras el efecto del sacramento en aquel que lo recibe”. (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica III,q. LXXIX, a.5; a.7 y ad 3; cfr. Q. LXXII, a.4)
Es sacrificio en cuanto se representa la Pasión de Cristo que se ofreció a sí mismo como víctima al Padre; y es sacramento porque se da la gracia invisible bajo la especie visible; y así la Eucaristía es provechosa para los que la reciben bajo este doble aspecto: como sacrificio y como sacramento porque es ofrecida a favor de todos los que la reciben. (Ibidem , q. LXXIX, a.7)
Tema III: LA TRANSUSTANCIACIÓN
En este apartado es conveniente dirigir nuestra mirada a los testimonios del Magisterio de la Iglesia. El concepto Transustanciación adquiere aquí una importancia de primer orden. Se trata del término de origen filosófico empleado por la teología para expresar el cambio que se produce cuando, por la consagración eucaristica , las especies de pan y vino pasan a ser el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El primer testimonio histórico del Magisterio acerca de esta verdad de fe aparece en el juramento prestado por Berengario en el Concilio Romano de 1079 (Dz. 355). En la Tradición de la Iglesia ya se exponía esta doctrina desde épocas tempranas. Sería bueno recordar las palabras de San Juan Crisóstomo:
“No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas”. (Prod. Jud. 1,6; Cfr. San Ambrosio de Milán, Myst., 9,50.52)
El Concilio de Trento se considera como el
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