La Biblia
Enviado por 3213003410 • 24 de Abril de 2014 • 1.595 Palabras (7 Páginas) • 271 Visitas
EL ARCA DE NOÉ
La Biblia relata como Dios proporciona a Noé el diseño detallado del arca que salvaría a todas las especies animales del diluvio. Pero podemos imaginarnos qué hubiera ocurrido si Dios hubiera decidido delegar, y en lugar de proporcionarle un completo plan de salvamento, hubiera enviado al anciano Noé la multitud de bestias, reptiles y aves pocos meses antes de las lluvias, sin instrucciones ni plan estratégico.
Posiblemente Noé, al que los muchos años de patriarca le habrían dado buena cintura, pensaría en hacer lo propio: delegar a su vez en los bichos el diseño de una solución. Las teorías en uso del Management predicaban que así conseguiría mejor motivación y alineamiento estratégico, aparte de cubrirse si algo se complicaba.
Rechazo al cambio
En la nueva historia, la primera sorpresa de Noé fue que los animales no colaboraron cuando les pidió nuevas ideas para el diseño de una salvación. Pese a todas las enseñanzas que les mostró de los gurús de la época, avalando el valor del aprendizaje y el trabajo en equipo, la mayoría no quiso participar. Preferían funcionar como siempre, que el hombre pensara y ellos a comer, crecer y reproducirse.
Noé estaba desconcertado. No sabía si es que los animales estaban en una fase de negación, o si la culpa era de que había bestias muy individualistas incapaces de colaborar, como los felinos, y otras muy gregarias, temiendo estos últimos bien destacar, los cambios que pudieran ocasionarse o simplemente acercarse mucho a los primeros. También parecía que algunos sentían que perdían estatus por colaborar de igual a igual con los reptiles. Vamos, que parecía que preferían ahogarse a cambiar sus culturas y colaborar. Se aferraban a la organización y jerarquía tradicional de la pirámide alimenticia.
También Noé estaba un poco enfadado, porque sentía que cada vez que no era obedecido, su autoridad decrecía. Así que rogó a Dios que le permitiera incorporar algún afamado gurú como consultor del proyecto. El consultor le permitiría llevarlo a cabo sin tener que comprometer su posición, y al ser independiente ayudaría a gestionar sin implicarse los conflictos que comenzaban a aflorar. Pero Dios le dio a entender que aunque podría considerarse al gurú de fama como especie aparte y por tanto salvable, eran precisamente tipos como esos a los que no les gustaría ver tras el diluvio.
Innovar para sobrevivir
Así que Noé tuvo que arreglárselas por sí mismo, sin apoyo técnico ni político. Era el momento de concienciar al grupo. Entonces sacó el mapa de isobaras para demostrar a todos que llegaba el diluvio. Después les recordó su condición de empleados temporales. El único que tenía contrato fijo, elegido para salvarse por su virtud y cotizando 600 años era él; pero a Dios, que tanto había invertido en la Tierra, tanto le daba un bicho de determinada especie que otro de la misma. Así que más les valía ser conscientes de ser un grupo, hacer el esfuerzo de ser creativos, y empezar a ver al resto de animales como clientes, y no como una molestia. También les motivó con una visión -“una Tierra llena de bichitos”- y una misión-“Contribuir a la diversidad de la naturaleza, ofreciendo soluciones innovadoras ante los diluvios”-.
Los animales se comprometieron. Pero es también en las situaciones de crisis donde más necesario es el liderazgo, así que solicitaron a Noé que fuese él quien seleccionara los componentes de los “equipos interfuncionales de alto rendimiento” y que pusiera a sus tres hijos coordinando los equipos.
A Noé no le pareció mal, porque de acuerdo a lo que había leído a los gurús del tema, convenía que hubiera inicialmente unos supervisores formales que lideraran equipo, fueran interfaz y facilitadores, crearan confianza y dieran mucho feedback positivo para conseguir esas ideas innovadoras. Lo único que no le encajaba era que como eran hermanos, tenderían a colaborar, mientras que según los gurús, competir era lo bueno, lo que generaba tensión creadora.
Equipos para la innovación
Siguiendo de nuevo el mantra de sus queridos gurús, Noé había pensado en seleccionar los animales más atípicos. Esta era, según aseguraban, la receta de la creatividad innovadora. Así que en uno de los grupos juntó a los animales que le parecieron más radicalmente peculiares, luchadores, fanáticos y excéntricos: el dragón, las sirenas, el unicornio, el fénix... En éste tenía puestas la mayor de sus esperanzas aunque imaginaba que el grupo podía ser conflictivo.
En un segundo grupo quiso ser más prudente: colocó a aquellos animales que siendo distintos, bien podrían entenderse porque de alguna forma eran “interdisciplinares”, pues conocían varios medios. El pato, el ornitorrinco, el mono, la rana, la foca, etc. eran de alguna forma generalistas, se movían al menos en dos medios de tierra, agua o árboles. Seguro que sabían unir fácilmente lo mejor de sus mundos para hacer algo práctico.
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