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La Entrada Sin Puerta.


Enviado por   •  17 de Febrero de 2012  •  8.558 Palabras (35 Páginas)  •  458 Visitas

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Mumonkan, La Entrada sin Puerta.

Prefacio de Mumon.

El budismo hace de la mente su cimiento y de la no-entrada su entrada.

Ahora, como atraviesas esta no-entrada?

Es dicho que las cosas que pasan la entrada nunca podrán ser tu propio tesoro. Lo que es ganado por circunstancias externas terminara deteriorándose.

Sin embargo, tal dicho levanta olas cuando no hay viento. Esta cortando piel manchada.

En cuanto aquellos que tratan de entender a través de las palabras de otro, están golpeando a la luna con un palo; rascando su zapato mientras que es su pie el que les pica. ¿Que incumbencia tienen ellos con la verdad?

En el verano del primer año de Jotei, Ekai (Mumon) estaba en el templo Ryusho como monje encargado, trabajando con los demás monjes, usando los casos de los antiguos maestros como ladrillos para golpear la entrada y llevar a los discípulos a sus respectivas capacidades.

El texto fue escrito bajo ningún plan u orden. Es solo una colección de 48 casos.

Es llamado Mumonkan, “La Entrada sin Puerta.”

Un hombre con determinación, sin cobardía se presionara hacia delante en su camino, sin importarle los peligros.

Entonces ni siquiera Nata con sus ocho armas podría molestarlo.

Hasta los cuatro Sietes del oeste y los dos Tres del este rogarían por sus vidas. (Los Patriarcas hindúes y chinos)

Si no se tiene determinación, entonces será como vislumbrar vagamente a un caballo que atraviesa galopando por una ventana: en un pestañeo se habrá ido.

Verso:

La Gran Via no tiene entrada,

Miles de caminos la penetran.

Una vez que se atraviesa La Entrada sin Puerta

Caminas libremente en el universo.

1. El perro de Joshu.

Un monje preguntó a Joshu, maestro de Zen chino: “¿Un perro tiene o no naturaleza de Buda?”

“Mu” respondió Joshu

Comentario de Mumon:

Para poder dominar el Zen, debes primero atravesar la barrera de los Patriarcas. Para lograr esta sutil realización, debes detener completamente tu forma de pensar.

Si no atraviesas la barrera y no detienes tu manera de pensar, entonces serás como un fantasma aferrándose a los arbustos y malas hierbas.

Ahora quiero preguntarte, ¿cuál es la barrera de los Patriarcas?

Esta sola palabra, “Mu”, es la entrada al Zen.

Es por esto que es llamada “La Entrada sin Puerta del Zen.”

Si la atraviesas, no solo veras a Joshu frente a frente, sino que también iras de la mano con los sucesivos Patriarcas, enredando tus cejas con las suyas, observando con los mismos ojos, escuchando con los mismos oídos.

¿No es ese un encantador proyecto?

¿No te gustaría atravesar esta barrera?

Despierta a tu cuerpo entero con sus trescientos sesenta huesos y articulaciones y sus ochenta y cuatro mil poros; convoca un espíritu de gran duda y concéntrate en esta palabra: “Mu.”

Llévala continuamente, día y noche. No formes una concepción nihilista de desocupación o una concepción relativa de tener o no tener.

Será como si simplemente tragaras una bola de hierro candente la cual no puedes escupir aunque trates.

Todas las ideas ilusorias y pensamientos alucinatorios acumulados hasta el presente serán exterminados y cuando el momento llegue, interno y externo serán espontáneamente uno. Tú lo sabes, pero solo para ti, como un mudo que ha tenido un sueño.

Luego, de pronto, una conversión explosiva ocurrirá. Entonces asombraras al cielo y harás temblar la tierra.

Será como si robaras la gran espada del valiente general Kan'u y la sostuvieras en tus manos. Cuando conozcas al Buddha, lo mataras; cuando conozcas a los Patriarcas, los mataras. En el borde de la vida y la muerte, dominas a la perfecta libertad; a través de los seis mundos y los cuatro modos de existencia, disfrutaras de un feliz y alegre samadhi.

Ahora quiero preguntarte de nuevo: ¿cómo lo llevaras a cabo?

Emplea cada gramo de tu energía para trabajar en “Mu.”

Si prosigues sin interrupción, contempla: una chispa ¡y la llama sagrada se enciende!

Verso:

¿Tiene un perro naturaleza de Buddha?

Es un asunto de vida o muerte.

Si te preguntas si la tiene o no,

¡Ciertamente perderás tu cuerpo y tu vida!

2. El zorro de Hyakujo.

Cierta vez, cuando Hyakujo impartía unas lecciones de Zen, un anciano asistía a ellas sin que los monjes reparasen en él. Al final de cada charla, cuando los monjes se marchaban, él también se iba. Pero un día se quedó después de que los demás se hubieran ido y Hyakujo le preguntó: “¿Quién eres?”

“No soy un ser humano” respondió el anciano, “pero lo fui cuando el Buda Kashapa predicaba en este mundo. Yo era maestro de Zen y vivía en esta montaña. En aquel entonces uno de mis alumnos me preguntó si el hombre iluminado está sometido o no a la ley de la causación (Karma). Le respondí: ‘El hombre iluminado no está sometido a la ley de la causación’. Como esta respuesta evidenciaba que me aferraba a lo absoluto, me convertí en un zorro durante quinientos renacimientos y todavía soy un zorro. ¿Me salvarás de esta condición con tus palabras de Zen y me permitirás salir del cuerpo de un zorro?, ¿puedo ahora preguntarte si el hombre iluminado está sometido a la ley de la causación?”

“El hombre iluminado forma una unidad con la ley de la causación” respondió Hyakujo.

Al oír estas palabras el hombre quedó iluminado.

“Me he emancipado” dijo, rindiendo tributo con una profunda reverencia “Ya no soy un zorro, pero he de dejar mi cuerpo en el lugar donde habito detrás de esta montaña. Por favor, celebra mi funeral como el monje que fui.”

Dicho esto, el anciano desapareció.

Al día siguiente, Hyakujo ordenó, a través del superior de los monjes, que se dispusieran a asistir al funeral de un monje.

“No había nadie enfermo en la enfermería” comentaron los monjes, intrigados “¿Qué querrá decir nuestro maestro?”

Después de la comida, Hyakujo precedió a los monjes al exterior y rodearon la montaña. Con su bastón, sacó de una cueva el cadáver de un zorro y llevó a cabo la ceremonia de la cremación.

Aquella noche Hyakujo dio a los monjes una charla y les contó

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