La Eutanasia
Enviado por juliznn • 25 de Octubre de 2012 • 3.912 Palabras (16 Páginas) • 303 Visitas
INTRODUCCION
Eutanasia significa “buena muerte”, lo cual proviene del griego eu (bien, bueno) y thanatos (muerte), lo que se puede entender y conocer popularmente como “agonía serena o muerte dulce, muerte por piedad”. La Eutanasia es un derecho del paciente a decidir la forma y el momento de su muerte, pero que busca como único fin el librar a una persona de sus intensos sufrimientos, de una agonía inmisericorde que padece como resultado de una enfermedad grave e incurable (por ejemplo algunos tipos de cáncer o un SIDA). Dicha enfermedad o estado debe haber sido diagnosticado suficientemente, de manera que su característica de irreversibilidad, sea tal, que se determine la muerte como algo inevitable. La práctica consiste en administrar las drogas, fármacos u otras sustancias que alivien el dolor del paciente aunque con ello se abrevie la vida de este.
Tipos de Eutanasia:
- Eutanasia activa o positiva: es el hecho de provocar directa y voluntariamente la muerte de otra persona para evitar que esta sufra o que muera de un modo considerado indigno.
Cabe dentro de esta definición distinguir entre dos formas: directa o indirecta.
Eutanasia activa directa: es aquella en que la acción que se realiza tiene como efecto inmediato la muerte del sujeto
Eutanasia activa indirecta: es aquella en la que la acción tiene un efecto inmediato buscado como bueno, como aliviar el dolor del paciente, y otro efecto paralelo no querido, que es la muerte del mismo.
-Eutanasia pasiva o negativa: supone el acto de privar a un enfermo, generalmente en estado terminal, de aquellos medios médicos que podrían prolongar su vida de forma innecesaria, tanto por lo que se refiere al tiempo de la vida como a las condiciones en que se viviría.
Breve Historia
La civilización griega fue la primera en emplear la palabra euthanasia, para quienes significaba una buena muerte (tahanatos). La misma era aprobada por el estado, ya que los gobernadores contaban con veneno para todo aquel que deseaba morir, otorgándoles a su vez una autorización oficial.
Sin lugar a dudas, Grecia era una sociedad que aceptaba la eutanasia como práctica ideada hacia un buen morir, con la finalidad de evitar la mala vida. Sin embargo, esta práctica tiene sus defensores y detractores desde la antigüedad, hasta nuestros días. Por ejemplo, desde épocas muy remotas quienes defendían a la eutanasia eran Sócrates y Platón, quienes se aferraban a la idea de que una enfermedad dolorosa y que llevara a un alto sufrimiento, sería una buena razón para dejar de vivir. Hay quienes se oponían a esta práctica condenándola, por ejemplo grupos como los pitagóricos, aristotélicos y epicúreos.
No obstante, Grecia no fue la única que permitía este tipo de práctica. En Roma, se creía que un enfermo terminal podía suicidarse porque poseía motivos suficientes y valederos para hacerlo. Por lo que sólo se penalizaba al suicidio ilógico y sin relación al padecimiento de una enfermedad. Entonces la ideología romana era que vivir notablemente significaba por lo tanto morir de la misma manera. Tal es así que hasta los aristócratas prisioneros se les concedía frecuentemente evitar ser ejecutados mediante la opción del suicidio
Este hecho comenzó a girar radicalmente cuando el suicidio es castigado con la negación de una “cristiana sepultura” a la persona que violentaba contra su propio vida. Hecho que tomó su impulso cuando en el mundo occidental dominó la religión cristiana. Si una persona padecía alguna enfermedad y su sufrimiento era muy intenso, no se podía pensar en la mínima posibilidad de un alivio piadoso. Es por esto que este rechazo llega a marcar influencia en la esfera de la legislación civil. Por ejemplo, la víctima era partícipe de un entierro degradante y un posterior abandono en la vía pública, tras la expropiación de sus bienes. Cabe aclarar que no se realizaban excepciones, aunque haya sido una persona que sufriera una enfermedad incurable.
Según esta posición, las funciones de la Iglesia y del Estado son usurpadas por el suicida. Tal es así que el suicidio, contrario al quinto mandamiento cristiano, “no matarás”, fue bien definido hacia el siglo IV por San Agustín, como “detestable u abominable perversidad”. ¿Por qué dice esto? Porque Dios es el que concede la vida y también los sufrimientos, entonces como cristianos la obligación es soportarlos. Y es la Iglesia quien con su poder regla las costumbres y las prácticas de la sociedad. Entonces, estas nociones son en la Edad Media la muestra de toda su dominación.
Sin embargo, este dominio de la Iglesia se fue debilitando como producto de un renovado interés por el individualismo, hecho que se dio en el Renacimiento cambiando la concepción del suicidio, tema en cuestión hasta el momento. Esto favoreció a flexibilizar y complejizar todas aquellas decisiones morales referidas a la vida y la muerte. Desde aquí se comenzó a hablar de una eutanasia voluntaria, como lo hizo Tomás Moro en su obra titulada Utopía, en 1516, donde el autor describía este hecho con autorización oficial inserto en una sociedad ideal. Por otra parte, Montaigne, también escribió sobre el tema plasmado en cinco ensayos y concluyendo en que la eutanasia es una elección personal y racional bajo algunas circunstancias. Ya que él consideraba que el suicidio era un acto justificado, mientras que en la escala de la naturaleza, el hombre tenga dignidad y habilidad para valorarse a sí mismo.
Encontramos este fenómeno otras veces en la historia, pero en el momento presente se muestra con un rostro muy nuevo, en un cierto sentido inédito. Podríamos describir este rostro, indicando algunos de sus elementos esenciales.
Un primer elemento es el aumento numérico de los casos de eutanasia. Por ejemplo en Holanda durante el año 1995 han recurrido a la eutanasia cerca de 3600 personas. En el 80% de los casos la eutanasia, o suicidio asistido, ha concernido a los enfermos terminales de cáncer.
Otro elemento característico de hoy es el aumento de las formas de eutanasia: de aquellas más clásicas, para los enfermos incurables, atormentados por el dolor, pasamos ahora a las formas más modernas, más sofisticadas de eutanasia: se da por ejemplo la eutanasia de los niños nacidos deformes, también una eutanasia prenatal, que interviene sobre el feto antes de su nacimiento; así como la eutanasia de los ancianos inválidos y que son concebidos como una carga. Hace unos años una prestigiosa revista de medicina quiso incluir en el problema demográfico, es decir, en la regulación de la natalidad, como medio de intervención también a la eutanasia; de acuerdo a lo expresado en esta revista: un programa de prevención de la superpoblación debe incluir también la eutanasia.
Pero hay
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