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La nueva Vida religiosa de moquegua


Enviado por   •  20 de Octubre de 2017  •  Documentos de Investigación  •  12.943 Palabras (52 Páginas)  •  449 Visitas

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RETAZOS DE LA HISTORIA DE

MOQUEGUA

VIDA RELIGIOSA DE MOQUEGUA

VIDA RELIGIOSA DE MOQUEGUA

La erección de los templos en Moquegua en los siglos XVI y XVII, durante el Virreynato, y las diferentes reconstrucciones que motivaron los movimientos sísmicos, exteriorizaron la espiritualidad y arraigo religioso de aquella época, en la que, particularmente, algunos hacendados erigieron también pequeñas capillas u oratorios en sus propiedades, llegando a sumarse en las haciendas del valle hasta Samegua, 36 de estas capillas, para los oficios religiosos y el santo sacrificio de la misa, según razón de Antonio Pereyra y Ruiz, en su paso por Moquegua, en los primeros años del siglo pasado.

La profunda religiosidad de los moqueguanos se manifestó en forma tangible en la construcción de las Iglesias San Sebastián, Santa Catalina, llamada después La Matriz, Santo Domingo, San Francisco y el Hospital Beletmítico de "San Juan de Dios" y su Iglesia Belén, y la Ermita San Bernabé. A ello contribuyó también la bonanza económica que se alcanzó, debido primordialmente al activo comercio de vinos y aguardientes con algunos pueblos del Altiplano y Bolivia, permitiéndose, además, la prodigalidad de los pudientes y también del pueblo, para costear desembolsos de consideración y legar capellanías y censos que permitieran más de una obra de caridad y el sostenimiento de los religiosos y del culto. Es innegable la benéfica influencia que ha tenido la Iglesia en el fomento de la cultura de los pueblos, y en tratándose de Moquegua, fueron primero los dominicos desde 1652 y más. Tarde los jesuitas en 1711, los que instituyeron las primeras escuelas, desde las que, con la religión de Cristo promovieron el desarrollo de la cultura, incipiente en sus comienzos, encendiendo con ello una antorcha de fe, luz y esperanza en los pobladores.

  1. LA IGLESIA SAN SEBASTIAN

Establecidos los españoles en Moquegua, al igual que en todos los lugares en donde se afincaban, una vez elegidos o distribuidos los lotes para sus viviendas, hacían las reservaciones de terrenos en donde debían erigirse la iglesia, el cabildo, mercado, hospital, y en algunos casos, la plaza. En el asiento de Escapagua que quedaba en la banda derecha del río Moquegua, levantaron los hispanos la primera iglesia que hubo en Moquegua, colocándola bajo la advocación de San Sebastián, probablemente, por haberse inaugurado un 20 de enero o un 4 de julio, fechas instituidas por la Iglesia para la evocación de los Santos de dicho nombre.

Como la primera. Capilla que se edificó en la banda opuesta del río, en el sitio que llegó a ser la Iglesia Parroquial de Santa Catalina, llamada más tarde Iglesia Matriz, fuera la Capilla San Pedro en 1595, por don Pedro Guevara y Sisa con tres mil pesos, es deducible que San Sebastián fuera edificada en época anterior al año citado, quizá a los pocos años de la fundación española de Moquegua, empleándose como material el adobe, como lo fuera también en todos los templos y primeras construcciones de Moquegua, pues, sólo con un mejor conocimiento del territorio habitado, el descubrimiento de las canteras y el gratuito empleo de indios y esclavos para la erección de los mismos, permitió a los españoles levantar ¡as sólidas edificaciones de piedra y cal aprovechándose las demoliciones que los terremotos ocasionaran en las primeras construcciones de adobe.

Elevado el asiento de Escapagua a la categoría de Villa el 27 de marzo de 1618 con el nombre de Villa de San Francisco de Esquilache (llamada también San Sebastián de Escapagua, o Villa Vieja y hoy "Alto de la Villa"), por don Francisco Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache, el Corregidor de Moquegua, don Francisco de Salazar, mandó cerrar la Iglesia de Santa Catalina, despojándola de sus ornamentos y enseres, pretendiendo con ello que los del Valle de Moquegua acudieran a oír misa a la Iglesia San Sebastián los domingos y feriados, cosa que no podía llevarse a cabo en la época de lluvias, por las aguas del río. Con fecha 19 de julio de 1618, el Mayordomo de la Iglesia Santa Catalina, don Alonso de Vizcarra presentó un escrito al Cura del Valle, don Jerónimo Catano de Aragón, haciéndole ver que la Iglesia Santa Catalina, había sido edificada hacía más de 45 años y que tenía baptisterio, coro, torres y campanas, mientras que en Escapagua "sólo hay una capilla" en parte yerma y despoblada, con sólo cuatro o cinco casas y que la más cercana a ella, que es la de Juan de Olea, dista cuatro cuadras. Añade Alonso de Vizcarra, que existiendo en Moquegua más de 34 casas, no es justo se le despoje de su derecho y pide se haga una información al respecto, con varios testigos, uno de los cuales fue el Padre Pedro Becerra. Por otra parte, el 12 de octubre de 1618, don Francisco Corzo en representación de los residentes del Valle se presentó como lo consigna Vargas ligarte- ante el deán y Cabildo de Arequipa, pidiendo la apertura de la Iglesia Santa Catalina y la devolución de los ornamentos y enseres de qué la despojará el Corregidor Francisco de Salazar. El 22 de octubre der mismo año, el Virrey ordenó al Cabildo de la Villa San Francisco Esquilache, que las poblaciones de uno y otro asiento se mantuviesen dónde estaban hasta setiembre de 1618, persuadido que no sería cosa fácil hacer una sola población de las dos, desistiéndose así de un primer propósito de hacer de Escapagua el asiento "donde se han de recoger todos los españoles que viven en el valle de Moquegua, así de una parte como de la otra del río".

Estando poco poblada Escapagua, aún en su categoría de Villa, el Cura del Valle de Moquegua, Luis Fernández Barchilón, adoctrinó a los feligreses para que formaran parte de su Parroquia Santa Catalina, interesándose, además, para que los bienes de la Iglesia de San Sebastián pasaran a ella. Corroboración de esto es.la revocación de la escritura de venta de varias tierras, desde Oeqlla hasta Estuquiña y de Cerro Alto hasta Aguas Muertas, que le hizo el Almirante Juan de Olea, vecino y Regidor de la Villa de Esquilache a don Fernando de Tobar, en mil pesos, con el gravamen de un censo anual que el comprador reconocía a favor de la Iglesia San Sebastián. Dicha revocación que consta en escritura de 1624, fue motivada por la circunstancia "de haberse acabado ya aquel pueblo y trasladándose la Iglesia a esta parte no se administran sacramentos". Lo ocurrido, un año antes de que Moquegua fuera elevada a Villa de Santa Catalina de Guadalcázar, el 1o. de mayo de 1625, acrecentó la importancia de la nueva Villa, atrayendo también por la bondad de su clima a otros españoles que acudieron a avecindarse en ella, y algunos de cuyos apellidos se han mantenido hace algunos años.

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