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La política y los derechos humanos. Relación entre religión y política


Enviado por   •  24 de Agosto de 2024  •  Apuntes  •  2.464 Palabras (10 Páginas)  •  40 Visitas

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Lectura: LA POLÍTICA Y LOS DERECHOS HUMANOS

1. La vida política

Política-> del griego polis, que, aunque significa ciudad, se utiliza en sentido de Estado. La política es la ciencia y el arte que enseñan cómo se debe organizar la vida pública con el fin de alcanzar los objetivos que son propios de la sociedad civil.

La política está íntimamente conectada con los conceptos de auctoritas y de potestas, ya que los detentores del poder político poseen la potestad de dictar en forma vinculante determinadas formas de actuar a quienes forman parte del Estado.

En el mundo moderno, en diversas cosmovisiones sociopolíticas, la política tiende a imponerse y suplantar todos los ámbitos humanos. Pensar y actuar en base a que "todo es política" es dar una noción equivocada del hombre. Sin embargo, no hay que olvidar que la necesidad de una comunidad política y de una autoridad pública está inscrita en la naturaleza social del hombre y, por tanto, deriva de la voluntad de Dios.

Las decisiones políticas tienen un notable influjo en la vida y desarrollo de la persona, por eso requieren un gran sentido de responsabilidad.

La Iglesia aprecia y valora la práctica política (dimensión política de la vida humana), la considera digna de alabanza y la señala como un aspecto que exige vivir el compromiso cristiano al servicio de los demás. Consideran que ofrece una gran posibilidad para crecer en la fe, la esperanza, la caridad, fortaleza, desprendimiento y generosidad. Cuando el compromiso social o político es vivido con verdadero espíritu cristiano, se convierte en una dura escuela de perfección y en un exigente ejercicio de las virtudes.

La dedicación a la vida política debe ser reconocida como una de las más altas posibilidades morales y profesionales del hombre.

Los clásicos veían la política como una forma de organizar la sociedad con el propósito de facilitar la "vida buena" del ciudadano. Los modernos la consideran como el arte de obtener, gestionar y conservar el poder. De este último derivan dos aspectos que deben ser armónicamente desarrollados:

a) La necesidad de promover el crecimiento integral de la persona

b) La necesidad de promover estructuras sociopolíticas que faciliten el susodicho crecimiento global de todos los ciudadanos.

Estas exigencias requieren que el orden político se sustente sobre una gama de principios que favorezcan el bien de todos: la solidaridad (nadie debe ser excluido), la instauración de un Estado de derecho (para que los derechos fundamentales de todos resulten protegidos), la libertad y la posibilidad de cambiar periódicamente los gobernantes y las mismas instituciones políticas.

2. Enseñanza cristiana

Jesús siempre rechazó cualquier reivindicación política. La predicación de Jesús no es apolítica, no fue un revolucionario social, pero su predicación y el reino proclamado y vivido de Dios es en sí mismo un asunto político.

Jesucristo ha recordado la existencia de dos ámbitos de competencia diversos: la esfera civil y la religiosa que no se deben confundir ni sobreponer una a la otra en sus peculiares aspectos, sino armonizarse y respetarse recíprocamente en su función de ayudar a la persona concreta que es simultáneamente ciudadano y hombre de fe.

* La Iglesia y la comunidad política deben gozar de independencia y tener esferas de acciones diversas. Tal distinción de planos ayuda también a entender que no se puede alcanzar en este mundo una total liberación y salvación: "cualquier sociedad política que tiene su propia autonomía y sus propias leyes, nunca podrá confundirse con el Reino de Dios".

* Distinción no significa aislamiento ni contraposición. Existe una mutua interdependencia entre la vida sociopolítica y la vida moral. Aunque sean dos esferas autónoma, no es menos cierto que la política no puede vivirse al margen de la moral, y de igual modo, la función de la religión no puede restringirse al ámbito cultual - íntimo - individualista; al contrario, el cumplimiento fiel de los deberes cívicos es requerido por la voluntad divina.

* Jesús no se limita a inculcar los deberes con Dios. Manda dar al César aquello que le corresponde. La Iglesia reconoce la legítima autonomía de la realidad terrena, pero esto no elimina su deber de infundir en la sociedad un auténtico sentido cristiano.

* No siempre han sido vividas pacíficamente estas relaciones entre la sociedad civil y la sociedad eclesiástica. Se ha vivido el laicismo (pretende encerrar la Iglesia en una esfera puramente privada, eliminando todas sus manifestaciones sociales) y en el otro extremo el cesaropapismo (que tiende a absorber la religión en el Estado, reduciéndola a una parte de la función estatal), y la teocracia (en la cual el poder eclesiástico domina y dirige el pode civil) o el clericalismo (menos radical que la teocracia, pero más difundido a nivel práctico, se trata de la indebida intromisión del clero en los asuntos temporales).

3. Relación entre religión y política

La mutua interdependencia entre la vida sociopolítica y la vida moral significa que el actuar político no es ajeno a los principios éticos, ya que "la comunidad política y la autoridad pública se fundan en la naturaleza humana y pertenecen al orden previsto por Dios".

No es el hombre para la sociedad, sino la sociedad para el hombre.

Por eso, a través de la actividad política no solo deben crecer los frutos del progreso terreno sino deben desarrollarse la dignidad humana, la unión fraterna, la libertad. Y ello resulta especialmente necesario ante las graves formas de explotación y de injusticia social.

La enseñanza de la Iglesia pone de relieve que la actividad política no se refiere solamente a los valores terrenos y únicamente materiales, sino que implica el crecimiento de los valores personales, espirituales y trascendentes, que son más profundamente humanos. La sociedad tiene que ser considerada como una realidad de orden principalmente espiritual. La persona necesita "ser" mejor y ayudar a los otros para que crezcan integralmente en su "ser".

4. El pecado, destructor de la sociedad

Es cierto que la humanidad ha conocido un notable progreso, no solo material, sino también cultural y moral, pero en línea general, no se puede negar que la actual situación del mundo, bajo el aspecto de desarrollo, ofrezca una impresión más bien negativa. Muchas personas no gozan de libertades civiles, tienen carencia de bienes básicos,

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