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La propuesta de amor en los Evangelios


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2015  •  Resumen  •  2.089 Palabras (9 Páginas)  •  599 Visitas

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COLEGIO LA NUEVA ESPERANZA

 

 

TRABAJO DE RELIGION

LA PROPUESTA DE AMOR EN LOS EVANGELIOS

 

 

PRESENTADO POR:

ANDREA CAROLINA SARMIENTO OLIVEROS

10ª  #29

 

 

PROFESOR:

GABRIEL MONTOYA

 

 

 

 

TURBACO, BOLÍVAR

 

 

2015

La propuesta de amor en los Evangelios

Del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos que era doctor de la ley, le pregunto para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”

Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”.

Planteamientos e Hipótesis

  1. ¿Cómo es el amor de Dios?

El amor de Dios es infinito, no discrimina, perdona. Dios ha demostrado concretamente su amor al entrar en la historia humana mediante la persona de Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado por nosotros. Este es el segundo momento constitutivo del amor de Dios. No se limitó a declaraciones orales, sino que -podemos decir- se comprometió de verdad y "pagó" personalmente. Como escribe precisamente san Juan, "tanto amó Dios al mundo, -a todos nosotros- que dio a su Hijo único" (Jn 3, 16). Así, el amor de Dios a los hombres se hace concreto y se manifiesta en el amor de Jesús mismo.

2)        ¿Cómo amó Jesucristo a su pueblo?

El amor de Jesús por nosotros ha llegado hasta el derramamiento de su sangre por nuestra salvación. El cristiano, al contemplar este "exceso" de amor, no puede por menos de preguntarse cuál ha de ser su respuesta. Y creo que cada uno de nosotros debe preguntárselo siempre de nuevo.

3)        ¿Cómo surge la propuesta de amor de Dios?

La propuesta de amor de Dios surgió en un momento en que  sociedad estaba viviendo una época en donde los seres humanos se trataban de manera brutal entre ellos mismos, había esclavización, maltrato, castigos fuertes, entre otras actividades que los faraones hacían a los “seres inferiores a ellos”, ya sea por su condición económica, por su color de piel o ideología religiosa. Entonces, Dios, al ver todo este desastre decide enviar a uno de sus Hijos a salvar a la sociedad, a salvarnos.

En las Sagradas Escrituras se nos dicen tres cosas acerca de la naturaleza de Dios. Primero, que “Dios es Espíritu” (Juan 4:24). En el griego no hay artículo indeterminado, por lo que decir “Dios es un espíritu» sería en extremo censurable, puesto que le igualaría a otros seres. Dios es “Espíritu” en el sentido más elevado. Por ser “Espíritu” no tiene sustancia visible, es incorpóreo. Si Dios tuviera un cuerpo tangible, no sería omnipresente, y estaría limitado a un lugar; al ser “Espíritu” llena los cielos y la tierra.

Segundo, que “Dios es luz” (1Juan 1:5) lo cual es lo opuesto a las tinieblas. Las tinieblas, en las Escrituras, representan el pecado, el mal, la muerte; la luz representa la santidad, la bondad, la vida. Que “Dios es luz” significa que es la suma de todas las excelencias.

Tercero, que “Dios es amor” (1Juan 4:5). No es simplemente que Dios “ama”, sino que es el Amor mismo. El amor no es simplemente uno de sus atributos, es su misma naturaleza. Muchos hoy en día hablan del amor de Dios, pero son ajenos por completo al Dios de amor. “Quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16)

Juan no quiere atribuir una cualidad divina a un amor genérico y quizá impersonal; no sube desde el amor hasta Dios, sino que va directamente a Dios, para definir su naturaleza con la dimensión infinita del amor. De esta forma san Juan quiere decir que el elemento esencial constitutivo de Dios es el amor y, por tanto, que toda la actividad de Dios nace del amor y está marcada por el amor: todo lo que hace Dios, lo hace por amor y con amor, aunque no siempre podamos entender inmediatamente que eso es amor, el verdadero amor. Porque, muchas veces, Dios, al querer siempre lo mejor para nosotros, nos quita o nos pone algo en nuestro camino que no queremos, y nos da muy duro, porque no vemos, estamos “ciegos” de ese algo, nos aferramos a él y creemos que no podremos vivir sin ese algo.

Sin embargo, es necesario recalcar que Dios ha demostrado concretamente su amor al entrar en la historia humana mediante la persona de Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado por nosotros. Este es el segundo momento constitutivo del amor de Dios. No se limitó a declaraciones orales, sino que -podemos decir- se comprometió de verdad y "pagó" personalmente. Como escribe precisamente san Juan, "tanto amó Dios al mundo, -a todos nosotros- que dio a su Hijo único" (Jn 3, 16). Así, el amor de Dios a los hombres se hace concreto y se manifiesta en el amor de Jesús mismo.

San Juan escribe también: "Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1). En virtud de este amor oblativo y total, nosotros hemos sido radicalmente rescatados del pecado, como escribe asimismo san Juan: "Hijos míos, (...) si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero" (1 Jn 2, 1-2; cf. 1 Jn 1, 7).

El amor de Jesús por nosotros ha llegado hasta el derramamiento de su sangre por nuestra salvación. El cristiano, al contemplar este "exceso" de amor, no puede por menos de preguntarse cuál ha de ser su respuesta. Y creo que cada uno de nosotros debe preguntárselo siempre de nuevo.

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