Los Pricipios Cristianos
Enviado por REYMiranda • 23 de Agosto de 2013 • 6.371 Palabras (26 Páginas) • 292 Visitas
10 principios espirituales para la vida
cristiana
Introducción
El convertirte en cristiano es la experiencia más maravillosa que puedes tener
en la vida. Te pone en paz con tu Creador y te da ¡vida eterna! Puedes tener la
absoluta certeza que Dios jamás te dejará. Te ha traído hasta aquí y perfeccionará la
obra que comenzó en ti. Dios conoce cada uno de tus pensamientos y lo que te
preocupa.
Revisemos algunas de estas preocupaciones. Lo más importante consiste en saber
si estás "seguro" de tu salvación. La Biblia dice que debemos "procurar hacer firme
nuestra vocación y elección" (2 Pedro 1:10). Revisemos los siguientes puntos para
asegurarnos que realmente estás seguro de tu salvación:
1. ¿Sabes que Dios se hizo carne en la persona de Cristo Jesús (1 Timoteo 3:16), y
que murió por los pecados del mundo?
2. ¿Te acercaste al Salvador porque has pecado?
3. ¿Te arrepentiste y confiaste en Jesús?
4. ¿Crees que Él sufrió y murió en la cruz y que resucitó al tercer día?
Dios nos absuelve de nuestro pecado porque Cristo Jesús pagó nuestra deuda. La
muerte de Jesucristo asegura nuestra "justificación" (la restauración de nuestra
relación con Dios). La resurrección de Jesucristo nos asegura que Dios consideró
que la preciosa sangre de Cristo era suficiente para cubrir nuestra deuda.
Consideremos la siguiente analogía. Has quebrantado la ley y tienes que pagar una
multa de 50,000€ . Le dices al juez que lamentas haber quebrantado la ley, pero él
te responde, "!Quebrantaste la ley! Ahora, paga la multa". Sólo te puede absolver si
pagas la multa. Te podría absolver si otro pagara tu multa, pero dicha acción tendría
un sustento para validar el perdón.
Necesitamos a un sustituto (un salvador) que pague nuestra "deuda” moral porque
hemos quebrantado la Ley de Dios. Revisemos esta ley (los 10 Mandamientos) para
ver cuánto la hemos transgredido. ¿Has dicho alguna mentira? ¿Has robado? ¿Has
codiciado a otra persona? Si respondiste de manera afirmativa a estas preguntas
¡tienes que admitir que eres un mentiroso, ladrón y adúltero y que le tendrás que dar
cuentas a Dios en el Día del Juicio!
Si has usado Su nombre en vano, eres culpable de blasfemia porque dijiste el santo
nombre de Dios en lugar de una maldición. Tal vez has odiado a alguien, en cuyo
caso la Biblia te llama asesino. Has violado la santa ley de Dios y estás metido en un GRAN problema. Serás hallado culpable en el Día del Juicio y enviado al Infierno.
Este es el motivo por el cual necesitas a un Salvador. No te ayudará sentirte mal o
confesarle tus pecados a Dios. Debe volverte de tu pecado y confiar únicamente en
Jesucristo. Es único medio que te asegura la misericordia de Dios. Aprópiate de de
la oración que encontrarás del Salmo 51 si no estás seguro de su salvación.
Ahora revisemos algunos otros principios importantes que te pueden ahorrar dolor y
sufrimiento.
Alimentándose de la Palabra
La Biblia dice, “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada,
para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2). Aliméntate cada día sin
fallar. Job dijo, “Del mandamiento de sus labios nunca me separé; guardé las
palabras de su boca más que mi comida.” (Job 23:12). Mientras más comas, más
rápido crecerás, y menores penalidades tendrás. Acelera el proceso, y ahórrate
algunos dolores de cabeza—comprométete a leer la Palabra de Dios cada día, sin
fallar. Haz esta resolución contigo mismo; “No Biblia, no desayuno, si no leo, no me
alimento.” Haz como Job, pon la Biblia por encima que tu estómago. Si tú lo haces
así, Dios promete que “Serás como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que
da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; todo lo que hace, prosperará.” (Mira el
Salmo 1). Cada día, busca un lugar tranquilo, y llena a fondo tu alma en la Palabra
de Dios.
Puede haber ocasiones en que leas a través de las páginas de la Biblia con gran
entusiasmo, y puede haber otras ocasiones en que te parezca árido e incluso
aburrido, pero el alimento beneficia tu cuerpo, ya sea que tú lo disfrutes o no.
Cuando eras niño, no dudabas en comer los postres con gran entusiasmo, tal vez las
verduras no eran tan emocionantes. Si eras un niño normal, probablemente tuviste
que ser motivado por tus padres a comer las verduras primero; y luego cuando
maduraste en la vida, aprendiste disciplina y ahora las comes porque sabes que
ellas te benefician, aunque por el momento no se sean muy apetitosas a tu paladar. Fe
Una vez un joven me miró y me dijo, “Me parecen difícil de creer algunas de las
cosas en la Biblia,” Yo sonreí y pregunté, “¿Cómo te llamas?” Cuando él dijo,
“Pablo,” Yo le respondí, “No te creo.” El me miró admirado. Yo volví a preguntar,
“¿Cómo te llamas?” Nuevamente él dijo, “Pablo,” y otra vez yo contesté, “No te creo.”
Después le pregunté, “¿Dónde vives?” Cuando él me respondió, Yo le dije,
“Tampoco creo eso.” Tendrías que haber visto su reacción. El estaba enfadado. Yo
le dije, “Se te ve un poco molesto.” “¿Sabes por qué?” “Estás molesto porque yo no
creí lo que me dijiste. Si tú me dices que tu nombre es Pablo, y yo dije, 'No te creo,'
significa que yo pienso que tú eres un mentiroso. Estás tratando de engañarme
diciéndome que tu nombre es ‘Pablo’, cuando no lo es.
Entonces yo le dije que si él, un simple hombre, se sentía insultado por mi falta de fe
en su palabra, cuanto más él insulta al Dios Todopoderoso, al negarse a creer Su
Palabra. Al hacer esto, él estaba diciendo que Dios no es digno de confianza—que
El es un mentiroso y un engañador. La Biblia dice, “el que no cree a Dios, le ha
hecho mentiroso” (1 Juan 5:10). También dice, “Mirad, hermanos, que no haya en
ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad…” (Hebreos 3:12, cursivas
añadidas). Martín Lutero dijo, “No hay mayor insulto… para Dios, que uno no crea en
Sus promesas.”
He oído a gente decir, “Pero me resulta difícil tener fe en Dios,” sin darse cuenta de
lo que
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