Los Primeros Dioses Mexicanos
Enviado por ElaLeTzZ • 25 de Noviembre de 2012 • 1.747 Palabras (7 Páginas) • 387 Visitas
Los mas antiguos mexicanos creían en un dios llamado Tonacatecuhtli, quien tuvo cuatro hijos con su mujer Tonacacihuatl.
El mayor nació todo colorado y lo llamaron Tlantlauhqui. El segundo nació negro y lo llamaron Tezcatlipoca. El tercero fue Quetzalcóatl.
El mas pequeño nació sin carne, con los puros huesos, y así permaneció durante seis siglos. Como era zurdo lo llamaron Huitzilopochtli. Los mexicanos lo consideraron su dios principal por ser el dios de la guerra.
Según nuestros antepasados, después de seiscientos años de su nacimiento, estos cuatro dioses se reunieron para determinar lo que debían hacer.
Acordaron crear el fuego y medio sol, pero como estaba incompleto no relumbraba mucho. Luego crearon a un hombre y a una mujer y los mandaron a labrar la tierra. A ella también le ordenaron hilar y tejer, y le dieron algunos granos de maíz para que con ellos pudiera adivinar y curar.
De este hombre y esta mujer nacieron los macehuales, que fueron la gente trabajadora del pueblo.
Los dioses también hicieron los días y los repartieron en dieciocho meses de veinte días cada uno. De ese modo el año tenía trescientos sesenta días.
Después de los días formaron el infierno, los cielos y el agua. En el agua dieron vida a un caimán y de él hicieron la tierra. Entonces crearon al dios y a la diosa del agua, para que enviaran a la tierra las lluvias buenas y malas.
Y así fue como dicen que los dioses hicieron la vida.
Mitología Azteca.
“Huaxtecapan”
Garra de Jaguar se reunió con sus compañeros del Calmécac a esperar las noticias de una próxima expedición bélica, cuyo propósito era reprimir a los incontrolables pueblo en la región costeña, la Huaxtecapan, que habían aprovechado la muerte del tlatoani Ahuízotl para tratar de liberarse del dominio de México-Tenochtitlan.
El joven, que había nacido bajo la trecena de los grandes guerreros, esperaba con ansiedad las fiestas de entronización de Moctezuma Xocoyotzin, que ocurrirían en ese año 10 Conejo. Su padre y su abuelo, de noble linaje, emparentados con la casa gobernante desde los tiempos del primer señor Acamapichtli, por su arrojo y su valor habían sido investidos con las insignias de los guerreros-jaguar; todos recordaban sus atrevidas actuaciones durante diversas batallas, cuando sin temor a la muerte habían desarmado en plena lucha a varios enemigos para conducirlos más tarde hasta la capital de Huitzilopochtli, donde se destinarían a la gran festividad de esa deidad.
Llegaba la hora en que el aprendizaje del joven rendiría frutos; aquellas largas caminatas para endurecer los músculos, el hábil manejo de la espalda con filos de obsidiana, de la lanza y el escudo, le ayudarían ahora a triunfar en la futura expedición que se decía caería por sorpresa en varios pueblos del mundo huasteco.
Llegado el tiempo de secas, cuando los sacerdotes encontraron en la ruta de los astros los signos propicios, se emprendió la marcha. Garra de Jaguar formaba parte del grupo de los jóvenes guerreros del Calmécac, algunos de los cuales ya habían capturado un prisionero y por ello lucían orgullosos su cabello cortado, el que ataban con una cinta de color rojo. Adelante, caminaban los guerreros más experimentaos, quienes se encargarían de dirigir la empresa, indicando las tácticas y los movimientos de ataque.
Al llegar a las tierras del señor Texcoco se les unieron considerables contingentes de guerreros acolhuas, así como muchos otros aliados que participarían en la expedición. La ruta se había marcado con anterioridad, y sería la misma que en tiempos de paz recorrían los pochtecas o comerciantes, conocedores de todos los vericuetos de aquel camino que debería cruzar la cadena de altas montañas para después bajar hacia la llanura costera, donde el calor y la temperatura eran sofocantes.
Algunos de los guerreros más viejos recordaban los tiempos del legendario tlatoani Moctezuma Ilhuicamina; pues había sido en su época cuando los mexicas y sus aliados, los acolhuas de Texcoco y los tepanecas de Tacuba, emprendieron por vez primera, a mediados del siglo XV, la conquista del mundo costeño; fue entonces cuando conquistaron Tzicuhac, obligando a los poblados huastecos a pagar tributo y permitir el comercio con la gente del Altiplano. Aquellos pueblos y sus vecinos, los totonacos, aprendieron la dura lección que las armas mexicas impusieron en sus tierras.
Más tarde, Axayácatl, el nieto del gran Moctezuma, para celebrar su elevación al trono de Tenochtitlan, llevó el triunfo de las armas mexicas por toda la Huasteca; sus ejércitos conquistaron Tzapotitlan, Micquetlan, Tampatel, Tamomox y, especialmente Tochpan; impuso fuertes tributos e inició la construcción de sitios fortificados a lo largo de las rutas de comunicación, para prevenir futuros levantamientos contra el dominio mexica, como lo fueron Cuauhtochco y Teayo.
Con la muerte de Axayácatl se inició el reinado de Tízoc, durante el cual se llevaron a cabo nuevas expediciones para reconquistar algunos pueblos y dominar por primera vez otras localidades; así se sometieron a Meztitlan, aliado de los hustecos, y Tamapachco, en el año 7 Conejo.
El padre de Garra de Jaguar alardeaba siempre de haber sido unos de los generales más destacados cuando Ahuízotl, antecesor de Moctezuma Xocoyotzin, emprendió nuevamente la conquista de las tierras huastecas. Se capturó gente de Tziuhcuac, Mollanco y Zapotlán, siendo entonces cuando la orgullosa Huejutla se rindió ante la ferocidad de sus conquistadores.
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